Caminaba una de estas recientes tardes de marzo por las calles de Caracas, cuando en medio de diversas cavilaciones me encontré frente un edificio cuyo nombre me hizo evocar una particular obra que pese el tiempo transcurrido desde su creación (inicios del siglo XIV), su contenido cobra especial importancia en muchas de nuestras sociedades.

El nombre del edificio: Dante; el nombre del evocado autor: Dante Alighieri; el nombre de la obra: La Divina Comedia; qué parte: la descripción del infierno y como a medida que se va descendiendo a su centro y se va pasando a través de los distintos círculos en los que se encuentran los sitios reservados para los pecadores en orden de menor a mayor gravedad de sus pecados.

Vemos así cómo van apareciendo los distintos pecados y pecadores que Dante acompañado de Virgilio van identificando, yendo desde el limbo, donde se encuentran los no bautizados, quienes si bien no son castigados no tendrán salvación, todo esto en el primer círculo. En el segundo se encuentran los lujuriosos y promiscuos; en el tercero los pecadores por gula; el cuarto está reservado para los avaros y dispendiosos, los iracundos y acediosos en el quinto círculo; en el sexto a los herejes, y en el séptimo a los violentos, sean estos contra el prójimo, contra sí mismos, contra Dios o la naturaleza.

Cuando nos disponemos a observar los dos últimos y más profundos círculos del infierno, es decir, el destino de los peores pecadores y que más daño y maldad generan, están dispuestos para los que incurren en ardides, trampas y fraudes, los cuales se ubican en el octavo círculo, que a su vez se divide en diez fosas, la 1ª: para los embaucadores y seductores, 2ª: aduladores y lisonjeros, 3ª: los simoníacos, 4ª: adivinos y magos, 5ª: corruptos, coimeros, extorsionadores y sobornadores, 6ª: los hipócritas, conocidos hoy como sinvergüenzas, caraduras o caras de tabla, 7ª: ladrones, 8ª: consejeros fraudulentos, 9ª: los falsificadores, y 10ª: los sembradores de discordia.

Ya en el noveno, último y más profundo de los círculos del infierno, el destino final y allí se encuentran los traicioneros, en especial quienes hayan traicionado a sus familias y a sus países.

Dante, además de describirnos el infierno, sus círculos, fosas y otras particularidades, también menciona a los personajes que se encuentran en cada sección, lo que constituye un muy interesante ejercicio de imaginación el navegar por Internet averiguando las historias de los variados personajes y las razones por las que Alighieri los incluyera en su particular paseo, tarea de imaginación que nos es muy difícil de anticipar que nos invite a ubicar a muchos de los personajes públicos en esos círculos delineados. ¿Se te ocurre alguno? No debe ser muy difícil.

A ver, hagamos el siguiente ejercicio, este año 2024 es muy interesante en el foro político de muchos de nuestros países, pues se celebran por lo menos 64 procedimientos electorales, algunos, verdaderas elecciones, en otros casos burdas farsas electoreras.

El ejercicio de imaginación es el siguiente, desde el país que lea estas líneas, haga una lista mental de los personajes que hacen vida política, especialmente si se encuentra en algún país en el que haya elecciones, incluya candidatos y miembros del partido, funcionarios y jueces electorales, quien sea, y luego imagine que en una suerte de tobogán espiral descendiente constante de nueve vueltas, como las del infierno de Dante, lanzamos a nuestro amigo imaginario.

¿Se quedará en la primera vuelta? ¿Llegará a la octava? ¿A la novena? Otra interesante pregunta: ¿Qué pensaría Dante? ¿Qué nombre le pondrías tú al ejercicio y su resultado?

En mi caso, luego de imaginarme dos específicos personajes, no dejaron de aparecer sin cesar en mi mente más y más usuarios del tobogán que directo al fondo iban a dar, creando un hacinamiento infernal, menos mal que era imaginario.

Proseguí con mi caminata y cavilaciones.


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