El pronóstico que dieron las academias científicas se está cumpliendo. Justamente por esta fecha, mediante la acertada proyección que realizó la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, (Acfiman) basada en modelos matemáticos correlacionando con las bases epidemiológicas de esta enfermedad, se está presentando el número de casos por día que pronosticaron. Ya van más de 1.000 casos reportados en 24 horas con tendencia a un mayor crecimiento exponencial y sin haber alcanzado el pico de contagio. No obstante, a pesar de esta alerta emitida  por Acfiman el pasado 8 de mayo, el “gobierno” ha hecho caso omiso a los lineamientos difundidos recientemente por las academias, para el manejo de la pandemia en plena fase exponencial.

De manera lamentable, si algo ha caracterizado a este “gobierno” es su rechazo al conocimiento científico con el apego a la mediocridad e ignorancia. El resultado de esto son las consecuencias que sufrirán la mayoría de los venezolanos. Y algo que se suma es la incredulidad o el exceso de confianza  que  quizás todavía maneja un porcentaje de la población, que incluso no cree que existe el coronavirus y no respeta las medidas más importantes para la prevención de la enfermedad, que es lo que  debe predominar, más aún ante  la tragedia nacional  de tener el sistema de salud más vulnerable de la región.

Quizás, más que incredulidad en la gente  o también  la falta de credibilidad  en  la vocería oficial, es el manejo de manera improvisada de la pandemia, con la opacidad informativa que caracteriza a las autoridades, y que está ocasionando que, a un poco más de seis meses de haberse detectado el primer caso de coronavirus en Venezuela, haya un riesgo aún mayor en el comienzo acelerado de la fase exponencial que cada día se exacerba más y se torna más peligrosa.

No hubo al principio una campaña masiva de información por parte de quienes tienen la mayor responsabilidad de proteger a los ciudadanos. Si bien pudiera haberla en los actuales momentos, este “gobierno” no proporciona las herramientas fundamentales para la protección de sus ciudadanos. Esta enfermedad no respeta nada y por supuesto a ningún mortal.

Igual se pueden afectar jóvenes, adultos y ancianos, el ciudadano común, el humilde, el de clase media,  y por supuesto los ricos y poderosos, como nos hemos podido dar cuenta.  Es indudable que la COVID-19 puede tener un comportamiento diferente. dependiendo de la edad y factores de riesgo en cada persona, pero hemos observado que a medida que transcurre la pandemia, aunque las características siguen siendo las mismas, se discuten las secuelas que pudiera ocasionar, sobre todo en  aquellos que sufren la forma severa de la enfermedad y que logran recuperarse.

El coronavirus es un enemigo muy hábil y astuto, con un  gran potencial de contagio y de fácil transmisión, a través de la vía aérea o respiratoria fundamentalmente, y de persona a persona. Esto es lo que hay que inculcar de manera persistente en la población. La COVID-19 existe, está  presente, los contagios comunitarios predominan de manera importante y lamentablemente conlleva a un riesgo de mortalidad, sobre todo en las personas vulnerables. Lo  hemos visto a escala mundial y lo estamos presenciando en Venezuela. Es dramático ver cómo están cayendo a diario venezolanos como consecuencia de  este virus.

El reporte diario de casos y personas fallecidas está aumentado y quizás nos estamos enfrentando a un subregistro. Por otra parte, el venezolano está cansado y bloqueado emocionalmente, porque lo que se está viviendo es una emergencia humanitaria compleja mucho más grave  que la que  había antes de la pandemia. La gente no tiene la capacidad de concentrarse para cumplir con las medidas de prevención fundamentales, porque lo que importa en estos momentos es la sobrevivencia ante  el cúmulo de problemas relacionados con la incapacidad de poder satisfacer las necesidades básicas.

Reiteramos, la COVID-19 no respeta ni discrimina. Quien sí discrimina es el Estado, ya que ofrece  atención segura a los que están en la cúpula del poder y se han contagiado, o a  aquel que  fallece y por eso se decreta duelo nacional. Mientras el personal de salud que ha fallecido en cumplimiento de su deber no cuenta. El venezolano común que ha muerto por el virus y que también merece la consideración, tampoco cuenta. Peor aún, los millones de venezolanos expuestos a  la tragedia de enfermarse porque ya se rebasó la capacidad de atención por un sistema de salud que venía colapsando y al que nunca han ofrecido respuesta.

@mariayanesh


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