Pedro Sánchez entrevistado por Susanna Griso en 2016 / Atresmedia

El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera” (Alexander Pope).

Corría el año 2016, aquel año en el que los españoles aún no sabíamos la que se nos venía encima, en todos los sentidos, y caminábamos por las calles con la felicidad del ignorante, disfrutando del tibio sol de junio, cuando Susanna, con dos enes, Griso, con una ese,  en el que fuera su programa Dos días y una noche, entrevistó al entonces candidato a la presidencia del gobierno, por el Partido Socialista Obrero Español, para que no nos olvidemos qué significan sus siglas, Pedro Sánchez.

Es una suerte infinita, a la que nunca podremos estar suficientemente agradecidos, que exista la hemeroteca. Es más, es una suerte infinita que Internet y la información global hayan “democratizado” las hemerotecas, poniéndolas a disposición de un pueblo que, si bien pasa millas de todo, al menos puede, con el debido filtro, recordar la verdad si es su voluntad. Dice la sabiduría popular que las palabras se las lleva el viento, pero si están grabadas no, para desgracia de algunos que quisieran que así fuera.

Esta entrevista, que cualquiera puede consultar por si las dudas, puede encontrarse fácilmente en Internet, y es, posiblemente, uno de los documentos más contundentes para poder entender, ante un Pedro Sánchez aún candidato, a qué clase de individuo nos enfrentamos; a quien, merced a la desidia y a la desinformación y, por qué no decirlo, a la mala ostia de las llamadas izquierdas, hemos entregado el poder de esta caricatura de país llamada España.

¿Saben el chiste aquel de van dos y se cae el de en medio?, bueno, pues van dos, Susanna con dos enes Griso y Pedro Sánchez el Hermoso, en un autocar, y se cae el de en medio, Pablo Iglesias, en la conversación. Gracias otra vez a las hemerotecas, que Dios las guarde, existe testimonio de esta entrevista. Sussi Griso, por no seguir con las dos enes, saca a colación el tema de Podemos y Pablo Iglesias, a lo que Pedro el Hermoso responde, literalmente “si dependo de los votos de Iglesias, nunca seré Presidente del Gobierno”.

Uno-cero.  Sánchez avanza por la banda como Gareth Bale, a ver si nos mete otra y remata con “votar a Iglesias es votar contra el PSOE, lo que dice Iglesias es algo así como ámame tú que yo me amo a mi mismo; me parece que es más anteponer sus intereses personales su sillón, que los intereses generales”. Dos-cero.

¿Cómo están ustedes? ¡¡¡Bieeeeen!!!  Pues no contento con eso, Pedro le cuenta a la Griso que sus votantes le dicen por la calle que “con Iglesias a ningún lado”. Tres-cero.

Para rematar, Susanna con dos enes tiene la oportunidad de entrevistar a la hoy catedrática sin título Begoña Gómez, que le cuenta que el mayor defecto de su marido “es el móvil”. Tócate los cojones, Manoli.

No sé si ustedes han visto cualquiera de las películas de Monty Phyton, por otra parte geniales, pero si han seguido los telediarios estos seis últimos años, se las pueden ahorrar, ya las han visto todas.

Volviendo a la sabiduría popular, serás esclavo de tus palabras y yo señor de mis silencios. Es verdad que el silencio también tiene sus pegas, y lo vemos cada día en la oposición, que tiene para ocho tomos de reproches y se conforma con cuatro frases mal dichas. En este punto, me tocaría consultar otra vez la hemeroteca para contarles a ustedes que, muy pocos meses después, Pedro y Pablo, y no precisamente Picapiedra y Mármol, se estaban metiendo mano en un despacho de Ferraz, en aquel abrazo tan emotivo como cuando Heidi y Pedro se reencontraron en los verdes prados de Suiza (es curioso, siempre hay un Pedro), pero creo que todos, y en ese todos incluyo a los votantes del PSOE, saben de qué estoy hablando.

Y esto me lleva a otra reflexión. ¿Qué coño pasa por la cabeza de los que votan al PSOE? Es verdad que hay gente para todo, que hay a quien le gusta dormir en una cama de clavos, o pillarse los huevos con un cajón, pero es que le siguen votando, a pesar de que les ha mentido como un bellaco en todas y cada una de las ocasiones en que se le ha puesto a tiro. Donde dijo digo, ha dicho Diego, y les da igual. Le aman profundamente, como Pedro ama a Begoña, aunque les haya puesto los cuernos hasta en la luna de miel.

Son tantos los bellos momentos de desamor;  las maletas de Delcy, los pactos con Bildu, la rendición ante los traidores a España, independentistas de toda índole, la humillación ante los marroquíes, en la que, por cierto, tiene mucho que ver aquello que Begoña le dijo a Sussi, que el mayor defecto de su marido era el móvil. Parece que los móviles han traído no pocos problemas a este matrimonio enamorado. Y ahora, para remate, el caso Koldo y los problemas judiciales de su amada.

Es normal que le pueda la desesperación;  traicionado por su amigo Ábalos, engañado por su amada Begoña, que ha hecho cosas presuntamente feas, presuntamente a sus espaldas, Pedro nos ha comunicado que está triste, “la princesa está triste, ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color; la princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor”. Que grande Rubén Darío, solo confundió el género; aunque en los tiempos que corren, los géneros se diluyen, son fluidos.

Esta tristeza de cartón piedra de Pedro el Hermoso es, una vez más, una cortina de humo. Un velo tupido para que se hable de ello y no del verdadero problema, del verdadero atropello, el enésimo, al que este presidente con nombre de personaje de dibujos animados está sometiendo a España.  Una maniobra de distracción, como los desfiles de Kim Jong-un, para que sus palmeros salgan a la calle, como los cuatro el de la guitarra que acudieron ayer a la sede de Ferraz. Para que propagandistas profesionales, como Ana Pardo de Vera o Susannita tiene un rattón, que se hacen llamar periodistas, salgan a la palestra a decir que Pedro también es persona y que es un amor, en la intimidad.

Y este fin de semana, veremos legiones de compañeros del metal, con sus chaquetas de pana y sus camisas de cuadros, que, bocadillo de mortadela en ristre, cruzarán España para demostrarle a Pedro que tiene todo su apoyo, todo su cariño y todo su amor, hasta que la muerte los separe.

Ya está bien. A excepción de sus votantes, quiero pensar que los españoles no somos gilipollas, aunque nos tomen por ello. Menos samba e mais traballar, menos slogan y más hemeroteca. Leed un poco, a ver si se os pasa la tontería.

Y que tengan claro que como dice mi apreciado David Summers, “Puedo ser un cabrón, pero no un tonto”.

Y lo noto.

@elvillano1970.


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