9 de diciembre: Día Internacional contra la Corrupción

El expresidente peruano, Alberto Fujimori, logró la reelección presidencial mientras era juzgado por violaciones de los derechos humanos. Lo logró utilizando más de 75% del presupuesto no supervisado del Servicio de Inteligencia Nacional para sobornar a políticos, jueces y medios de comunicación. Durante su primer mandato malversó 600 millones de dólares de fondos públicos. Fue condenado a 25 años de prisión, pero por una decisión judicial fue liberado esta semana antes de cumplir su pena.

Entre 1987 y 2011, el expresidente tunecino Ben Ali entregó a empresas familiares el monopolio de buena parte del sector económico del país. Estas empresas produjeron el 3% de la producción económica de Túnez, pero se llevaron el 21% de los beneficios del sector privado. Como era de esperar, la familia Ben Ali amasó 13.000 millones de dólares. Mientras la ciudadanía se sumergió en la pobreza. Ben Ali huyó del país en 2011 y sus bienes fueron subastados, pero se han derogado pocas leyes restrictivas y las empresas con conexiones dudosas y acceso privilegiado siguen reforzando la desigualdad y beneficiándose de ella.

En las Maldivas, el turismo es el mayor contribuyente a la economía, así que no es de extrañar que la corrupción esté relacionada con ese sector. Millones de dólares han sido blanqueados a través de inversiones turísticas falsas en un esquema de asombrosa simplicidad. Recientemente, el arrendamiento de más de 50 islas y lagunas de coral fueron asignadas a promotores turísticos en acuerdos sin licitación. Los escándalos por corrupción implican a políticos, funcionarios y empresarios, en un país con menos 400 mil habitantes.

La lista de casos de corrupción resultaría interminable. Lamentablemente, se presenta en cualquier lugar del mundo, pero en los países con instituciones frágiles los efectos son devastadores. El más reciente informe del Índice de Percepción de Corrupción elaborado por Transparencia Internacional indica que Dinamarca sería el país menos corrupto del mundo, mientras Somalia estaría en el extremo opuesto de la clasificación. Por su parte, Venezuela solo esta a dos escaños de la última posición, nos aventaja Sudan del Sur y Siria.

Hoy, se celebra el Día Internacional contra la Corrupción. Se trata de un llamado de atención para seguir alertando al mundo sobre ese pernicioso fenómeno humano, llamado corrupción. Para luchar contra este flagelo, hace 20 años, fue aprobada la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (UNCAC). En su aniversario y más allá, esta Convención y los valores que promueve son más importantes que nunca para hacer a la corrupción y todos los delitos vinculados. Los cambios generados por el avance de la tecnología, las pandemias y los conflictos cada vez más profusos, han logrado aumentar la percepción de la corrupción. Hasta ahora se ha hecho mucho más que hace 20 años, pero falta mejorar las estrategias para prevenir y perseguir este delito.

La próxima semana, se realizará la X Conferencia de Estados Parte de la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción. La Conferencia se concentrará en cuestiones fundamentales como la asistencia técnica y la prevención (capítulo II), el examen de la aplicación de la UNCAC (capítulo III), la cooperación internacional (capítulo IV), la recuperación de activos (capítulo V), así como el seguimiento del período extraordinario de sesiones de la Asamblea General sobre los desafíos y las medidas para prevenir y combatir la corrupción y reforzar la cooperación internacional.

La agenda de la UNCAC luce tan lejana al lado de la realidad de Venezuela que solo compararla con los informes de Transparencia Venezuela resulta evidente la gravedad de la situación en el país. Aunque las cifras son aproximaciones, para marzo de 2023, un poco más del 60% del dinero venezolano comprometido en 220 casos de corrupción registrados superaría el inimaginable monto equivalente a 7 veces las reservas internacionales de Venezuela (en marzo 2023, alcanzaban 9.610 millones de dólares). Si bien el monto resultaría incomprensible, al menos 146 casos de los indicados son procesados en 26 países, es decir, se trata de casos de criminalidad transnacional. Los otros casos habrían sido judicializados en Venezuela y no se dispone de información, pero en ellos estarían implicadas personas adversas al régimen y serían la excusa para cometer violaciones a los derechos humanos.

Este mecanismo que ha permitido vincular corrupción y crímenes contra las personas es denominado el Patrón de Gran Corrupción. Un mecanismo con elementos económicos, estructurales, políticos y sociales que actúan desde lo internacional hasta el nivel comunitario para desfalcar el erario y conformar un Estado criminal. La violación sistemática de los derechos humanos, uno de los elementos más evidentes del Patrón, originaría la compleja emergencia humanitaria que impulsa, entro otros, el desesperado éxodo de personas desde Venezuela. Este movimiento migratorio ha puesto en riesgo la gobernabilidad y la seguridad de la región, porque ha facilitado la movilización de grupos criminales organizados.

Ningún caso o esquema de corrupción registrado en el mundo es menos que otro, todos son despreciables. No se trata de una competencia para determinar que país tiene más dinero que otro. Desde los más ruidosos y descarados hasta los esquemas más sofisticados y discretos casos de corrupción, todos son condenables. En su mayoría todos estos crímenes estarían vinculados de alguna manera, por ello la cooperación internacional es una necesidad fundamental para perseguir y prevenir la corrupción. Aunque sin duda, un cambio profundo y sostenido en la consciencia de las personas es la última palabra.


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