Seis millones de españoles escucharon el discurso navideño del rey Felipe VI transmitido a las 9:00 pm (hora peninsular) del 24 de diciembre.

En la cena de Nochebuena, la imagen serena de Felipe VI apareció en las pantallas de televisoras públicas y privadas para felicitar a los ciudadanos por las fiestas navideñas y dedicar los 12 minutos de duración de su mensaje a dos conceptos inseparables: Constitución y España. El tema crucial que ha vuelto a primer plano desde el 23 de julio pasado, día de las últimas elecciones en las que el Partido Popular resultó el más votado, pero no pudo formar gobierno; lo que sí hizo el Partido Socialista Obrero Español con una impensable alianza que promete «convivencia», aun cuando ha desatado preocupaciones inocultables.

El rey se ciñó a su función de jefe del Estado, que lo obliga a estar por encima del encono político, crispación es la palabra que repiten los españoles. Para poner mesura en torno a lo obvio: el valor de ese texto constitucional que hizo de España una democracia sólida, de avanzada, integradora, conectada al mundo y en capacidad de ofrecer libertad e igualdad para todos sus ciudadanos. La Constitución, aprobada mediante un referéndum que contó con un amplísimo respaldo, cumplió 45 años de vigencia el pasado 6 de diciembre.

«Durante estos años de vida democrática, la Constitución  ha estado presente ininterrumpidamente en nuestras vidas y es, sin duda, el mejor ejemplo de la unión y convivencia entre españoles», dijo Felipe VI.

No hace falta nombrar la soga en la casa del ahorcado y el monarca no necesitó hacerlo para hacerse entender. Mientras los dos principales partidos que han sido el sostén de la democracia en España -para dejar atrás la dictadura, para derrotar el terrorismo- se distancian cada día más, en favor de posiciones minoritarias que ponen en riesgo incluso la integración territorial, Felipe VI recordó que son necesarios los consensos básicos y amplios sobre los principios que han compartido y que los unen desde hace varias generaciones.

«Evitar que el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos”, afirmó. La frase -destacada en los titulares de las grandes cabeceras periodísticas- la deberían internalizar los altos mandos políticos como un credo y actuar en consecuencia. «Fuera del respeto de la Constitución, no hay democracia ni convivencia posibles, no hay libertades sino imposición, no hay ley sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad».

En la víspera de momentos de alta tensión política, el rey habló claro y fuerte. Un mensaje a la Moncloa, donde despacha Pedro Sánchez impertérrito, pero también a que cada institución cumpla su rol, empezando por él. «España seguirá adelante, con determinación, con esperanza. Y lo haremos juntos, conscientes de nuestra realidad histórica actual y de nuestra verdad como nación. Y en este camino estará siempre la corona».

 

 


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