Faltando 2 meses para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América, hoy les traigo el relato de una de las elecciones más reñidas y que dejó a uno de los jefes de Estado más recordados del mencionado país.

Richard Milhous Nixon, un leal vicepresidente, se enfrenta a un recién llegado a la política como lo era el joven John Fitzgerald Kennedy, quien quiere convertirse en el presidente número 35 de Estados Unidos, así como el primer presidente católico y el más joven de la historia americana.

En el año 1960, el mundo se estremecía del miedo. Los soviéticos tenían la bomba y empezaba una de las guerras más complejas de la historia: La guerra fría.

Los norteamericanos confiaban en la estrategia de Dwight D. Eisenhower, presidente de Estados Unidos y uno de los protagonistas más importantes de América en la Segunda Guerra Mundial; pero al momento de tener que dejar la presidencia, el mundo se encontraba en la incertidumbre. ¿Quién tiene que ser el elegido para lograr la victoria americana frente a los soviéticos?

En esta oportunidad sí se enfrentaba el capitalismo frente al comunismo. No era una lucha de personajes internos, sino el elegido para luchar férreamente frente al comunismo soviético.

Nixon llevaba 8 años como vicepresidente, y tenía la bendición del presidente y de su partido para enfrentar la batalla. Es un candidato fuerte, que se enfrentó hasta al mismísimo primer ministro soviético en televisión nacional abierta. Pero su contrincante principal es un joven político de una de las familias más influyentes de Estados Unidos, con un norte claro: lograr el voto con una estrategia novedosa que cambiaría la política para siempre.

El primer paso para Kennedy era darse a conocer y demostrarle al partido demócrata que él tenía posibilidades de convertirse en presidente de Estados Unidos. La mejor forma de lograr esto es vencer en las primarias de Wisconsin. Su arma secreta era ser un Kennedy; su padre, exembajador de Estados Unidos en el Reino Unido, sumaba una gran fortuna y siempre quiso un hijo presidente. El apoyo económico de su familia, sumado a tener a Jackie Kennedy a su lado, le brindó una imagen de éxito que conquistó el corazón de muchos americanos.

El apoyo de Sinatra, el dinero de su padre, el apoyo de sus hermanos y la gran dupla que tenía con Jackie, le dio la victoria en Wisconsin y lo envió directamente a la nominación demócrata, aún con la gran campaña de desprestigio de ser el “presidente del Papa” y de la medicación excesiva por los dolores de John Kennedy. El 16 de julio, Kennedy se convierte en el candidato del Partido Demócrata y empieza su dura batalla contra Nixon, que el 28 de julio acepta la candidatura republicana sin oposición.

El discurso de aceptación dio a entender que a Nixon le sería fácil vencer a Kennedy, pero no sería tan sencillo dado el excesivo gasto de la familia demócrata, que había minado las televisoras con el primer jingle electoral de la historia de Estados Unidos, sumado a la propaganda excesiva que mostraba a alguien moderno. Todos estos factores dieron un punto de inicio importante por la lucha hacia la Casa Blanca.

Nixon tenía una sola estrategia: conquistar el voto uno a uno. Su plan era visitar los 50 estados, pero esta cruzada en puntos tan lejanos era inviable y, lamentablemente, no lo pudo lograr por tener una infección importante a causa de un golpe en la rodilla que lo inhabilitó dos semanas. Nixon perdía su ventaja; estaba en mejor forma que Kennedy antes del inicio de la campaña y luego se veía como el incapaz de gobernar.

Llega la gran noche con el primer debate televisado de la historia de Estados Unidos. Los grandes analistas políticos atribuyen que este es justo el momento en que Nixon pierde las elecciones. 70 millones de personas sintonizaron este momento histórico, casi 100% del electorado, lo cual lo convirtió en el acto político más visto hasta ese momento.

Este día sucedieron pequeños acontecimientos que cambiaron la visión de muchos sobre los candidatos. Nixon no se había tomado el día libre como John, él estuvo todo el día en campaña, mientras la campaña demócrata se relajaba en un hotel para estar calmados y enfocados. Nixon no se quiso poner maquillaje porque John le había dicho que no se iba a poner, pero sí se colocó. Los focos eran muy calurosos y Nixon sudaba litros por minuto que lo hicieron ver aún más nervioso de lo que estaba. Todo jugó en contra de Nixon, aparte de que antes de ingresar al estudio, bajando de su vehículo, se volvió a golpear en la rodilla que tenía indispuesta. En cuanto al discurso, el de Nixon estuvo mucho mejor, lo que decía era lo que el americano sentía, pero, lamentablemente, el lenguaje corporal lo enterró políticamente después del debate. Es interesante mencionar que, para los televidentes, Kennedy ganó el debate y para los radioescuchas el gran vencedor fue Nixon, pero así empezó el fin de la campaña republicana. Este debate lo analizaremos en otro artículo con profundidad y teniendo con contraste el debate entre Trump y Biden.

Uno de los sucesos más importantes que ocurrieron fue cuando a Martin Luther King Jr lo arrestaron 3 semanas antes de las elecciones. Los republicanos históricamente siempre han sido los que han apoyado la lucha por los derechos civiles, los demócratas son el partido de la secesión, el partido del Ku Kux Klan. Nixon era gran amigo de Martin, pero en esta ocasión llegó tarde. Kennedy, tomando una decisión personal, sin el respaldo de su campaña, decidió llamar a la esposa de Martin Luther y le ofreció su apoyo. Los gobernadores demócratas no estaban de acuerdo con el accionar de Kennedy y la jefatura de campaña decidió correr hacia delante; ese mismo día Bobby Kennedy llama al juez para solicitar la liberación de Martin Luther King Jr. Este suceso hizo cambiar la intención de voto de muchos electores afroamericanos que da un margen de victoria mucho más amplio, pero Nixon guarda la jugada magistral para el final de la campaña, tiene al presidente de su lado.

Las últimas semanas de campaña el presidente Eisenhower asume un rol protagónico, el general que derrotó a Hitler ahora busca a los Kennedy. Esta estrategia hizo que los números en todo el país se emparejaran y la batalla por la Casa Blanca fuera una de las más estrechas de la historia contemporánea.

Llegó el 8 de noviembre, el día de las elecciones y toda la prense predice que será un final de infarto. Los primeros indicios dan ganador a Kennedy, pero entrando la noche el candidato demócrata sufre un revés al perder Ohio; la prensa tenía razón, estaba siendo un final de infarto. El medio oeste se convirtió en republicano, pero al perder en Illinois, la campaña demócrata cobra fuerza.

Después de horas en vela, los resultados llegan: John F. Kennedy es el presidente electo de los Estados Unidos de Norteamérica. Uno de los presidentes más icónicos del siglo XX por cómo llegó y lamentablemente cómo terminó. Un presidente que cometió muchos errores, pero logró estancar la guerra que se avecinaba.

El resultado: con 61% de participación Kennedy obtuvo 34.220.984 votos populares y Richard Nixon 34.108.157. Un resultado sumamente estrecho que le da la victoria en Texas y en Illinois a Kennedy y así logró su presidencia.

Esta historia nos hace entender un poco cómo funcionan las elecciones americanas, no es la persona que toque a más personas ni que recorra miles de kilómetros la que gana una elección; son pasos inteligentes que van creando confianza en los votantes. Si actúas como presidente en la campaña, si logras darnos esperanzas de cambio y si trabajas en pro de los intereses de la nación y no solo de tu partido, ganarás la elección.


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