Con mucha vergüenza, hemos visto como innumerables artículos recientes en medios de comunicación, así como en las redes sociales, refieren rasgos de una nueva urbanidad de nuestros connacionales en la ciudad de Nueva York. Representan nuevos problemas para una ciudad ya de por sí convulsa.

Como ejemplos podemos observar una nueva cultura de mendicidad resaltada por influenciadores criollos, o los recientes decomisos de artículos provenientes del hurto y hasta la promoción de nuevos guetos urbanos criollos donde impera el “hago lo que me dé la gana”, propio de quienes emigran desde un país donde eso es posible sin sanciones. Entre la última moda, que esta nueva tribu de indeseables connacionales ha sembrado, está la introducción y conducción de motos sin ningún control, que opinan les deben ser permitidas por derecho propio.

Imposible no apoyar a quienes por falta de oportunidades ven más allá de la frontera de nuestro país una oportunidad para vivir con dignidad. En el entorno de la crisis republicana más importante de nuestro país, más de 7 millones de venezolanos lo han hecho, sembrando el mundo de alegría, trabajo y responsabilidad; emigrar significa perder y ganar y en el tránsito supone adquisición de nuevos valores, de nuevos derechos y de nuevos deberes. A eso se refiere el concepto de ciudadanía.

La ciudadanía es la condición que se otorga al ciudadano o la ciudadana de pertenecer a una comunidad organizada. Es un concepto que nació en Grecia con el desarrollo de la democracia cuando los ciudadanos pudieron participar en los asuntos del Estado. Es relevante en nuestro caso porque implica que los venezolanos emigrantes deben relacionarse con los distintos países y culturas que le dan cobijo.

El matemático y filósofo colombiano Antanas Mockus, harto conocido por su participación política, así como por las excentricidades en su conducción pública, decía que la ciudadanía es un mínimo de humanidad compartida. Cuando decimos que alguien es ciudadano, pensamos en aquel que respeta unos mínimos, que genera una confianza básica. Ser ciudadano es respetar los derechos de los demás. El núcleo central para ser ciudadano es, entonces, pensar en el otro.

En ese relacionamiento, el vínculo de relación son los derechos y deberes que se deben respetar; ninguna de las naciones receptoras está en la obligación de permitir conductas y nuevos hábitos que le son indeseables, impropios y en ocasiones hasta ilegales. Quienes emigran de esta manera deben ser expulsados de manera inmediata, contando además con la solidaridad de la mayoría, quienes han decidido integrarse desde el respeto, el trabajo y la dignificación de la venezolanidad.

Referencias de este artículo:

Ministerio de Educación de la República de Colombia (2004). ¿Por qué competencias ciudadanas en Colombia?  Altablero. Febrero – Marzo 2004.

 

 


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