La COVID-19 ha puesto de manifiesto el rol fundamental de los gobiernos locales en las políticas públicas urbanas. No es que antes no se advertía su importancia (de hecho, es copiosa la información disponible al respecto, con diferentes fechas, enfoques y experiencias alrededor del mundo), sino que ahora lo local ha cobrado mayor relevancia, entre otras razones, porque son las instituciones más cercanas al ciudadano y en el contexto de la actual pandemia, la primera línea de acción para la contención del virus.

Las experiencias de los gobiernos locales para abordar la COVID-19 han sido diversas y van desde cómo evitar la propagación del virus hasta la asistencia social y económica. Pero también es en el ámbito local donde el impacto del virus se concreta en negocios cerrados, poca recaudación tributaria, desempleo, saturación de red de salud primaria, por mencionar algunas dificultades. Según el Banco Mundial, las autoridades locales perderán entre 15 o 20% de sus ingresos en este 2021, lo que se traduce en 120 millones de empleos alrededor del mundo.

Pero la pandemia no solo evidenció la importancia de entender la ciudad desde lo local y lo municipal, sino que incluso comenzó a discutirse y aparecieron experiencias alrededor del mundo en relación a una ciudad mucho más micro. A medida que las medidas de confinamiento, distanciamiento social y restricciones a la movilidad eran implementadas para la contención de la COVID-19, la proximidad como política urbana comenzó a cobrar fuerza y popularidad.

Este concepto no es nuevo y tiene un sinfín de aristas, pero entre otros aspectos aboga por  una ciudad a escala más humana, en el que las necesidades básicas del ser humano puedan ser satisfechas en el rango de espacio más cercano posible. Este tipo de políticas impacta de forma positiva en el medio ambiente, en la salud de las personas y sus relaciones interpersonales, entre otros beneficios.

Por ejemplo, durante la pandemia la Ciudad de los 15 Minutos copó las discusiones académicas de urbanistas, arquitectos y responsables de políticas públicas. Este modelo, diseñado para realidad de París, propone que el ciudadano realice sus necesidades cotidianas básicas en un rango de 15 minutos desde su hogar, caminando o en bicicleta. Trabajo, educación, esparcimiento, alimentación, salud, cultura, deportes, son algunas de las necesidades que el ciudadano podría satisfacer desde esta escala de proximidad.

Aún más: ahora se habla de la ciudad de 1 minuto. Se trata de un experimento gubernamental en Estocolmo, Suecia, que consiste en reemplazar el espacio que ocupa el vehículo, por mobiliario para el esparcimiento de las personas. El proyecto, por un lado persigue determinar el impacto del espacio urbano sin vehículo; y por el otro, se inscribe en una propuesta más amplia para convertir a Suecia en un modelo de sostenibilidad para el 2030.

La experiencia parisina tuvo gran acogida en Latinoamérica y de ella se habló en universidades y las principales metrópolis adoptaron medidas en ese sentido. Se ensancharon aceras, se construyeron más rutas para bicicletas, más mesas en las calles donde antes era espacio reservado para el vehículo.

Pero esa proximidad europea creo que ya comienza a ser mirada con más cautela en esta parte del mundo, al menos. No hay duda de los beneficios que apareja el urbanismo de proximidad, las evidencias son indiscutibles. Ahora, en el contexto del continente más desigual del mundo, con grandes aglomeraciones urbanas precarias y debilidad institucional, por citar algunos de los tantos retos que enfrentan nuestras ciudades- esos modelos de ciudad mínima necesitan ser adaptados.

Otra razón para ver con cautela la proximidad como política urbana: la ciudad en sí misma es tan compleja que no es posible entenderla desde lo mínimo con exclusividad. Nuestras ciudades, como bien plantea Sonia Lavadinho, son al mismo tiempo de 5-10-20 minutos. Y en Latinoamérica, la ciudad próxima con seguridad se presenta en rangos de 30-40 minutos o incluso horas.

Las ciudades pospandemia no están definidas en lo absoluto y todavía se están reacomodando. Conceptos o estrategias que al inicio de la pandemia eran vistas como paradigmáticas, un año después comienzan a ser analizadas con más calma. En el caso de Latinoamérica, la proximidad sin duda permitirá fortalecer nuestros gobiernos locales o desalentar el uso del vehículo, pero sin duda necesita ser adaptado a la realidad de nuestro continente y su complejidad urbana.

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@jaimemerrick

 


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