Los diversos informes elaborados por los expertos coinciden en señalar que si no se toman ahora las medidas adecuadas, en alrededor de una década el planeta podría estar viviendo una verdadera catástrofe. Se están superando todos los límites que ha definido la biosfera durante miles de años, tal como lo reitera el documento de las Naciones Unidas, Perspectivas del medio ambiente mundial, recientemente publicado. La forma como se ha organizado la sociedad y pautado su desarrollo, sostienen los científicos, ha complicado seriamente la vida humana, haciéndola ecológicamente insostenible, incluso, vale la pena mencionarlo aunque sea de pasada, dentro del marco tecnológico que sustenta la cuarta revolución industrial.

No obstante todo lo anterior, pareciera que los terrícolas no se creyeran la gravedad del problema que confrontan.

Greta Thunberg

Hace ya años que el filósofo Daniel Innerarity planteó que la lucha contra el cambio climático y la defensa del medio ambiente pasaba por sentar al futuro a la mesa de negociación

Hoy es la juventud movilizada en Juventud por el Clima y #FridaysForFuture la que reivindica su espacio en la conversación global sobre este problema. Su figura más carismática es la adolescente Greta Thunberg, una activista ambiental sueca, centrada en los riesgos planteados por el cambio climático y que en diciembre pasado denunció a la dirigencia mundial en un acto plenario de Naciones Unidas, señalándole que “no ha sido lo suficientemente madura para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros, los niños”.

Fue esta adolescente la que actuó como disparador de las masivas protestas que se han venido sucediendo, cuyo epicentro ha sido Europa pero que se han ido extendiendo por otras partes del mundo, teniendo como actores a los jóvenes y a las redes sociales como medio natural para extender su mensaje, desbordando con creces a las organizaciones ambientalistas.

En este contexto, millones de personas en todo el mundo participarán desde este viernes en las huelgas climáticas que se han convocado a lo largo de todo el planeta los días 20 y 27 de septiembre, y en las actividades de los días intermedios, que coincidirán con la celebración en Nueva York de la Cumbre del Clima convocada por Naciones Unidas para impulsar una mayor ambición en las negociaciones de la próxima Conferencia del Clima que se celebrará a final de año en Chile.

Habla la chamita en la ONU

Se ganó  la oportunidad de hablar y lo hizo escueta e inteligentemente.

«Mi mensaje es que los estaremos vigilando.

Todo esto está mal. Yo no debería estar aquí arriba. Debería estar de vuelta en la escuela, al otro lado del océano. Sin embargo, ¿ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven?

Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías. Y sin embargo, soy de los afortunados. La gente está sufriendo. La gente se está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva. Y de lo único que pueden hablar es de dinero y cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¿Cómo se atreven?

Por más de 30 años, la ciencia ha sido clarísima. ¿Cómo se atreven a seguir mirando hacia otro lado y venir aquí diciendo que están haciendo lo suficiente, cuando la política y las soluciones necesarias aún no están a la vista?

Dicen que nos «escuchan» y que entienden la urgencia. Perono importa cuán triste y enojada esté, no quiero creer eso.Porque si realmente entendieran la situación y de todas formas no actuaran, entonces serían malvados. Y eso me niego a creerlo.

Hoy no se presentarán soluciones o planes en consonancia con estas cifras. Porque estos números son demasiado incómodos. Y todavía no son suficientemente maduros como para decir las cosas como son.

Nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a entender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos”.

Falta de gobernanza

El presente escenario internacional está marcado por múltiples vínculos de distinta naturaleza y entidad, en particular respecto a la crisis ambiental. Dentro de este marco, la cooperación y la multilateralidad emergen como condiciones imprescindibles en la gestión de los gobiernos. Estos deben entender que no es el momento de hacer del ombligo nacional el asiento de la perspectiva para mirar las dificultades –y las oportunidades, desde luego–, que trazan los caminos por los que transcurre la presente época.

Resulta, evidente, sin embargo, que no se tienen el liderazgo ni las instituciones capaces de manejar un contexto de tan intensas y diversas interdependencias. Y no solo no se dispone de la estructura organizativa ni de las leyes necesarias para ello, sino que  tampoco se cuenta con los códigos éticos e incluso políticos, que sirvan de brújula y permitan considerar qué efectos tiene sobre toda la humanidad y su futuro, lo que se lleva a cabo en los espacios nacionales.

Cuando se habla de combate contra el cambio climático, la única calificación adecuada a los avances dados es el de insuficiente, como sostienen los jóvenes. Estamos probablemente ante el problema más complejo de negociación al que se ha enfrentado nunca la humanidad; ningún tratado de paz, ni acuerdo comercial o negociación social ha tenido la complejidad de este, en ningún momento había habido tantos intereses de diversa naturaleza (entre países, entre generaciones, entre diversas valoraciones de los riesgos), tanta asimetría entre las causas y también con referencia a los impactos. Y nos toma en medio de un dramático déficit en cuanto a capacidades para gobernarnos a nivel mundial y, cabe reiterarlo, una dirigencia (no hablo solo de Trump, Bolsonaro o Putin, lamentablemente) que no se encuentra a la altura de las circunstancias.

La cuestión ambiental pone de manifiesto la necesidad de edificar una sociedad global, sobre las bases de una institucionalidad y un marco normativo que supere tanto las limitaciones del Estado-nación, como de los mecanismos intergubernamentales con los que se ha tratado de ordenar el planeta.

Se trata, pues, de plantarle cara a una crisis que atañe al mundo de nuestros días y que obliga a repensar muchas de las ideas y creencias que estuvieron vigentes durante largo tiempo. Toca, así pues, asumir la labor de escribir un nuevo libreto político para la convivencia (y para  la sobrevivencia) humanas.

Epílogo

“A ustedes se les acabaron las excusas.  A nosotros el tiempo”

Firmado: la Generación Greta


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