Conceptualizar y comprender a la gran masa social que acompañó a Hugo Chávez en sus albores se hace urgente en la actual dinámica política del país. Establecer definiciones del chavismo en cuanto ideologías ha sido controvertido desde que Hugo Chávez irrumpió en la escena latinoamericana hace dos décadas, las opiniones son diversas y van desde quienes no contemplaron ideología alguna, sino una mezcla enrarecida, con el único objetivo de justificar la toma del poder y la permanencia en él, de forma abiertamente populista, hasta un sector minoritario; quienes lo defienden como una forma novedosa y creativa de reactualizar el socialismo del siglo XXI, terminando en quienes simplemente lo ubican como una imitación cubana del socialismo del siglo XX igual de fracasado, hoy hundido en Venezuela por la mano totalitaria del régimen de Nicolás Maduro.

El exchavismo como fuerza social que se divorcia de sus orígenes y se mueve en sentido creador es necesario interpretarlo y la vez ubicarlo en propósito altruista y democrático, algunos intentos han existido, lamentablemente con motivaciones de aprovechamiento que han sido el motor del error, la más pronunciada quizás respondió al surgimiento del Frente Amplio, también desdichado e ineficiente, concibiendo al sector proveniente del chavismo meramente como factor disidente; tesis empujada por la exfiscal, exministros de Hugo Chávez entre otros dirigentes de menor calado, todos sin capacidad de determinar el activo social organizativo de ese sector del país, que los rechaza porque simbolizan lo mismo que los engañó y los atascó en el actual calvario de penas.

Siendo en consecuencia, la credibilidad de sus proponentes y el concepto erróneo organizativamente el responsable de la inamovilidad y no inserción de ese grueso social en propuestas que determinen a los verdaderos factores inmersos en lo que fue el chavismo; movimientos sociales, red de comuneros, campesinos y largos etcéteras, y en esencia el enfoque de la democracia participativa y protagónica como eje transversal de las decisiones del Estado, y finalmente las FANB en su vinculo social, que no es el expresado en el Alto Mando, sino el de la tropa y los mandos medios.

Ahora bien, toda recuperación del país requiere la incorporación del sector proveniente del chavismo, de lo contrario es negar que la percepción de la población sobre Hugo Chávez y el movimiento que encabezó ha ido cambiando en la medida demostrativa del propio chavismo devenido en el madurismo, en su ejercicio del poder de forma dictatorial.

Las diferencias son notables, el exchavismo constituido en una fuerza más allá de lo que fue el gobierno de Chávez, con narrativas acentuadas en algunas características esenciales de este fenómeno político: el extravío actual con relación a la etapa anterior a la propuesta de socialismo (1992-2006), cuando la combinación de ideas originarias de diversas fuentes era más cercana al pueblo; y en ello, una capacidad extraordinaria para eclosionar emociones, de apoyo o rechazo, que afectan el concepto político que podamos asumir de Hugo Chávez y sobre todo quienes fuimos de sus seguidores.

En otro orden de ideas, pero igual de importante, la percepción del liderazgo de América Latina en este justo momento histórico, en vista de que Hugo Chávez estableció alianzas con el resto de los gobiernos que llegaron al poder en América Latina a inicios del siglo XXI, influenciándolos de diversas formas, bien por la vía de la caracterización ideológica o mediante subsidios petroleros; sin embargo, son importantes las distancias con ellos, pues Chávez profundizó más que Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa e incluso Evo Morales en el objetivo de destruir el capitalismo.

Aspecto que en realidad ninguno asumió de tal forma, y hoy enriquecidos son una imagen propia de ese sistema, que Hugo Chávez consideraba pilar de la democracia liberal burguesa, pero esta particularidad abre cause a una verdad agigantada del pueblo ex chavista, que entiende la necesidad de repensar el liderazgo de Latinoamericano, y no negar la verdad de los pueblos por conveniencias políticas, promover la verdad con soportes; ejemplo el nuevo liderazgo en Venezuela debe ser cauteloso en apoyar sistemas rechazados por sus pueblos, casos inminentes; Jair Bolsonaro de Brasil e Iván Duque de Colombia, de lo contrario no es ningún cambio democrático, sino asistido por intereses desprovistos de  ética y de moral, en palabras del medico psiquiatra Walter Boza; se debe tener la razón de la fuerza y la fuerza de la razón.  A la hora de exigir cambios.

Concepción que en nada tiene que ver con respaldar a unos u a otros con sus particulares características, sino en respetar la expresión de la sociedad como característica absolutamente democrática.

El chavismo, lejos de ser un fenómeno inesperado en la historia, reunió y sintetizó muchas corrientes de pensamiento presentes en Venezuela a lo largo del siglo XX, que si bien ensayo la construcción de una fuerza inédita en el país, también ha significado una gran estafa y en consecuencia una honda e irreversible ruptura, con las corrientes de las cuales en principio se alimentó. No se trata de negar, la enorme influencia de Chávez sobre sus seguidores, y la capacidad de renovar el movimiento político en repetidas oportunidades, el chavismo en cuanto movimiento debe ser visto más allá de las ideas de un hombre, soportando incluso el hecho de que algunas logró imponerlas en perjuicio del país, lo que debemos sentenciar, en todo caso; es el fracaso del modelo, y a partir de allí una narrativa inclusiva para quienes con ese origen lo entendemos de esa forma.

En ese espacio es donde encontramos al exchavismo, de identidad propia y sin negar toda la historia que le antecede, porque para algunos factores de oposición, todo fue malo en ese proceso y allí se presenta una incompatibilidad, al intentar plantear la necesidad de restaurar la democracia representativa que Hugo Chávez estimuló a desmontar por la población, poniendo en la escena la democracia participativa y protagónica que se diluyó igualmente, es por ello que toda narrativa al país expresada en lo adelante debe llevar implícita la posibilidad genuina de dar un salto cualitativo y superar la cuarta y la quinta república para adentrarnos sin más interrupciones en la Venezuela democrática del futuro, de progresos y transparencias.

Para ello se debe incorporar al exchavismo como categoría superior, como una masa existente e irrenunciable, con su propia identidad, y que no niega sus orígenes,  pero apuesta por democratizar el país, ese sector tiene voz, y presencia en toda Venezuela, y se hace urgente sumarlos sin complejos sociales, o políticos, como le he escuchado a la periodista Sebastiana Barráez; “quienes vienen del chavismo, lo conocen bien porque lo vivieron y eso les permite hablarles, algunos los odian, pero otros los oyen y sobre todo los respetan”.

De tal forma es ineludible hablarles a los dos factores que instituyo el chavismo; el popular y el militar (alianza cívico-militar), quizás allí la clave de nuestra libertad; en el encuentro de todos los factores sin que unos invisibilicen a los otros, con la pluralidad como factor transversal de todos los acuerdos para finalmente en la propuesta de la iglesia católica; refundar el país.

@jufraga12


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