Las muertes del Paisa y Romaña, segundo y tercero de Iván Márquez en la banda narcoterrorista disidente de las FARC colombianas, complica aún más la posibilidad de sus socios venezolanos del Cartel de los Soles de obtener dinero ilícito de las drogas para mantener las finanzas en su afán por aferrarse al poder.

La caída de los lugartenientes de Iván Márquez a comienzos de mes no puede verse aislada de la derrota que ese grupo ─apoyado por el régimen de Nicolás Maduro y su inepto Alto Mando Militar─ sufrió en Apure este año a manos de sus rivales del frente décimo de las FARC de Gentil Duarte e Iván Mordisco, probablemente los verdugos en el golpe de gracia.

Las mafias que secuestraron las instituciones en Venezuela para traficar con drogas arrastraron a la FANB a la guerra de guerrillas en el estado llanero, que muy pronto desembocaría en la rendición incondicional y la cesión de territorio nacional a sus adversarios en el negocio del narcotráfico a costa del suplicio de soldados venezolanos. Un día, como ha ocurrido siempre después de las derrotas, los culpables tendrán que ser juzgados y sancionados para zanjar el ultraje a las Fuerzas Armadas.

Las denuncias renovadas acerca de las operaciones en Venezuela de una trama criminal extremadamente peligrosa encienden las alarmas frente al terrorismo y exponen otra vez la amenaza del narcotráfico, que lleva consigo miseria e incluso muerte a miles de jóvenes en Estados Unidos y otros países del mundo.

Por eso no conviene olvidar por ejemplo que la alianza entre el régimen y la guerrilla de Iván Márquez data de 1999, cuando Hugo Chávez y las FARC decidieron “inundar” de cocaína Estados Unidos. Así se enriquecían y de paso le hacían daño al “imperio”. A ese grupo se le ha dado dinero y espacio en Venezuela para traficar con drogas. Un primer laboratorio fue instalado en 2003 precisamente en Apure, cuando a Jesús Santrich le entregaron 300.000 dólares. Para facilitar aún más las operaciones, Chávez expulsó la misión de la DEA en 2005.

El narcotráfico desde Colombia, una fuente vital de efectivo del régimen de Maduro, cuenta con luz verde de militares en territorio venezolano. Pero las muertes del Paisa y Romaña abren un flanco sumamente ingrato al Cartel de los Soles porque ambos eran los jefes de la Comisión de Frontera, con base en el estado Apure, encargada de mover  cocaína que se procesa en el país vecino y pagar los “impuestos” a las mafias en el poder en Venezuela para garantizar el envío a los carteles mexicanos.

Hasta hace poco la Segunda Marquetalia de Iván Márquez utilizaba a su antojo la Alcaldía del municipio Páez del estado Apure como epicentro de operaciones con cabecillas de ese grupo, que toma su nombre de la localidad colombiana de Marquetalia, en el municipio Planadas, departamento de Tolima. Considerada la cuna de las FARC, Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas se alzaron allí en armas y en 1964 fundaron la organización, conocida al comienzo como Bloque Guerrillero del Sur.

Con esas banderas, Iván Márquez y sus socios del Cartel de los Soles han pretendido camuflar su conexión criminal. Elorza se convirtió en base de operaciones del colombiano, también solicitado por la justicia en Estados Unidos como sus socios venezolanos. Su área de influencia se extendía por Arauca, Vichada, Guainía y el estado venezolano Amazonas, en la frontera con Brasil, desde donde ha controlado con redes brasileñas la explotación ilícita del coltán, también conocido como el oro azul.

Pero si Maduro no llevó recientemente al jefe narcoterrorista en su avión a Cuba para salvarlo de enemigos que lo acosan, el mundo de Iván Márquez ─derrotado en el terreno militar junto con sus aliados venezolanos y ahora sin lugartenientes que generen financiamiento─ probablemente esté reducido al escondite que le provee el régimen con todo y funcionarios de seguridad del Estado venezolano, una de las llamadas casa segura.


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