Las enfermedades infecciosas en el mundo tenían una importancia secundaria para muchos hasta que llegó este microorganismo emergente a colocarlas sobre el tapete. La futura vacuna de la covid-19 viene cargada de esperanza aunque no exenta de algunas pesadillas. Nunca antes tantas vidas, medios de subsistencia y economías dependían tanto de una sola intervención de salud, la competencia internacional para lograr una vacuna para covid-19. El esfuerzo global por una vacuna representa el mayor ejercicio mundial de innovación científica de la historia, una especie de olimpiada de las vacunas, con países colocando ingentes cantidades de dinero y esfuerzo en una sola enfermedad.

Dicho esto, la comunidad internacional debe entender que encontrar una vacuna es solo el primer paso.  Para poner fin a esta pandemia es necesario que miles de millones de dosis se produzcan de manera asequible y se pongan a disposición de todos, especialmente en aquellos países de bajos ingresos, una hazaña nunca antes intentada.

Es una carrera contra el tiempo para salvar vidas, es una carrera por la gloria del descubridor. A esta competición se le exige esta vez que sea de corta distancia, cuando históricamente la pugna por una vacuna ha sido más parecida a un maratón.

Para beneficio de la humanidad, es fundamental que los ni los intereses nacionales ni las ganancias sean las que impulsen el esfuerzo para el mayor despliegue de vacunas de la historia. Es evidente que estamos ante un desafío y una oportunidad para reafirmar el orden mundial. La “Operación Warp Speed” de vacunas en Estados Unidos ha sido señalada como «uno de los mayores logros científicos y humanitarios de la historia” y promete procurar 300 millones de vacunas para 2021. Simultáneamente, Chen Wei, la llamada “diosa china de las vacunas”, dijo, buscando eclipsar a Estados Unidos: “Si China es la primera en desarrollar esta arma con sus propios derechos de propiedad intelectual, demostrará no solo el progreso de la ciencia y la tecnología chinas, sino también nuestra imagen como una gran potencia». Alemania realizó una inversión sin precedentes en CureVac,  una compañía poco conocida hasta el momento. El presidente Emmanuel Macron, invocando al «genio de Louis Pasteur», anunció su gran apoyo a la francesa Sanofi, recordando a su país como «un gran país vacunador». Cruzando el Canal de la Mancha, la Gran Bretaña celebra los avances de los científicos de su mejor universidad para estudiar medicina: la Universidad de Oxford.

¿Qué tan rápido tendremos acceso a una vacuna viable? El proceso de producir vacunas no es hacer castillitos de arena en la playa. En circunstancias normales, el proceso de desarrollo de una vacuna ha tomado de 5 a 10 años, con inversiones millonarias que pueden ir desde 500 a más de 1.500 millones de dólares. Pero en el caso del coronavirus, el tiempo apremia. En ciencia nada es definitivo hasta que se comprueba y el proceso de validación de seguridad y efectividad de la vacuna, pese a que se ha apresurado, no ha finalizado.

Para el momento, el portafolio de vacunas en desarrollo contra la covid-19 está alrededor de los 200 candidatos, encontrándose en diferentes estados de desarrollo. En general, el ensayo de una vacuna tiene varias fases. En la primera fase se prueba la seguridad, se determinan las dosis y se identifica cualquier posible efecto secundario en un pequeño número de personas. En la segunda fase, se explora aún más la seguridad y se comienza a investigar la eficacia en grupos más grandes. En la fase 3,  a la que pocas vacunas llegan, las pruebas  involucran decenas de miles de personas, para confirmar y evaluar la efectividad de la vacuna y probar si hay algún efecto secundario raro que podría solo evidenciarse  al ser administrada a una población mayor.

La demanda excederá la oferta, por lo que mientras más vacunas mejor, por lo tanto, necesitaremos todas las vacunas candidatas que vayan cruzando la meta. No debe ser una carrera con un solo ganador sino una premiación compartida. Por eso es plausible no poner todos los huevos en una misma cesta.

Hay otros retos adicionales: las plantas de producción tienen que seguir en la elaboración de las  otras vacunas, hay que resolver  el dilema del material de vidrio para producir viales y jeringuillas y el cómo llenarlas a máxima velocidad. Además, es vital mantener la cadena de frío a una temperatura  entre 2 y 8 grados centígrados, durante todo el trayecto a su destino. Las primeras vacunas se utilizarán al principio, de manera prioritaria, en el personal de salud y la tercera edad, entre otros grupos de alto riesgo.

Entre las vacunas con resultados preliminares prometedores y que buscan marcar un hito en la historia, tenemos la de la Universidad de Oxford, en colaboración con el laboratorio AstraZeneca y múltiples alianzas globales; la americana Moderna-NIH, el principal favorito en la carrera de vacunas covid-19; el gigante farmacéutico Pfizer está coproduciendo una vacuna con la ayuda de la compañía alemana BioNTech; y, por otro lado, está la también alemana firma de biotecnología CureVac. Estas tres últimas, están utilizando por primera vez una nueva plataforma de tecnología llamada ARN mensajero.

Siguen las vacunas chinas CoronaVac de Sinovac-Biotech del Colegio Imperial, Sinopharm y CanSino Biologics. Otros candidatos incluyen grandes farmacéuticas como Johnson y Johnson, GlaxoSmithKline con Sanofi y la del instituto Gamaleya de Moscú, entre otras.

La OMS ha diseñado el Centro COVAX de la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI) e implementado el “acelerador del acceso a las herramientas contra la covid-19 (ACT) y  el Repositorio de Derechos del covid-19 (CAP) para plantear que las vacunas y la propiedad intelectual  deben estar disponibles universalmente como bienes públicos globales, para países de medios y bajos ingresos.

Las vacunas se basan en la confianza de la gente, por lo que varias organizaciones sin fines de lucro se están organizando para contrarrestar la eventual desinformación de los grupos antivacunas, que dificulten una futura vacunación masiva.

El mundo nunca ha necesitado una vacuna segura y efectiva tanto como ahora. Ojalá todos los países consideren que vivimos una pandemia de dimensiones globales y no una epidemia regional.

Solo una visión global inteligente sin nacionalismos puede hacer de este esfuerzo un éxito para estar todos seguros. La primera generación de vacunas contra el coronavirus será la más rápida de la historia y la ciencia ha demostrado estar a la altura, uniendo como nunca esfuerzos en una gran cooperación internacional. ¿Lo estarán los políticos?

@santiagobacci


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