El 6 de febrero se cumplieron siete años de la partida de Pedro León Zapata (1929-2015), una figura fundamental de la cultura venezolana. Zapata se destacó grandemente como caricaturista excepcional, artista plástico de singulares méritos y sobresaliente expositor. No hubo rincón del país donde sus creaciones para El Nacional no fuesen comentadas con fruición. El texto que sigue a continuación, salvo la última línea, lo he tomado de mi libro Zapata y la caricatura, un ejercicio de libertad, aún sin publicar. Espero que lo disfruten tanto como yo al momento de escribirlo.

Candidatura presidencial. Un hecho inédito se produce el 22 febrero de 1987. La encuesta Gallup de opinión, exclusiva para el diario El Nacional, incluyó en su investigación el siguiente asunto: ¿Usted votaría por Pedro León Zapata si fuera candidato presidencial? El resultado sorprendió a muchos: 13,4% respondió que sí votaría por el caricaturista. En la edición del periódico de ese día, una página completa (D/3), bajo el título “La Gallup mira a Zapata”, escrita con particular humor por José Pulido, reseña el asunto. Entre otras cosas, Pulido resalta lo que registró la encuesta al indagar las razones para votar por Pedro León: 29,9% sostiene que “por el cambio”; 20,9% dijo que le daría el voto “porque es bueno” y 15,7% porque “es sincero”. Lo inaudito de aquello obligó al medio de comunicación a dedicarle además (el mismo día) las cuatro páginas de la sección “Cita en la Dirección”, correspondiente a la serie “Las instituciones ante la crisis”. Así, en la primera página se publica la “Proclama del pre-presidente” Pedro León Zapata, en la que leemos lo siguiente:

«Venezolanos

«A mí lo que me gusta es pintar. Creo, con Arturo Uslar Pietri, que aquel hombre todo locura y desnudez llamado Armando Reverón es uno de los seres más importantes que ha producido este país. También me gusta leer. Y en el orden de las cosas que me gustan, el ser presidente de la República ocupa un lugar tan secundario, tan terciario, y tal vez tan cuaternario, que, viéndolo bien, viene a quedar del lado de las cosas que no me gustan.

«Si acepto participar de esta manera en lo que algunos espíritus sombríos llaman el juego político, es porque yo sí creo que además de sueño, como dijo Calderón, la vida es juego. Ánimo de sacrificio, que dicen unos; vocación de servicio, que dicen otros; muchas ganas de echar vaina, que digo yo. Todo se aúna para justificar mi presencia y la de estos amigos míos –que están dispuestos hasta a rebajarse a ser ministro con tal de ocupar un lugar en esta aventura que ellos saben mucho más del espíritu que de la materia- en esta Cita en la Dirección, que nos otorga la oportunidad de sembrar en la memoria del pueblo venezolano, desde hoy y para siempre, los principios políticos de esta pléyade de políticos sin principios.

«Pero que quede claro: yo lo que quiero es ser un Armando Reverón. Aunque a estas alturas tengo fundadas sospechas de que eso no se consigue por medio del voto directo, secreto y universal. Resignación».

El resto de la sección lo ocupan textos escritos por el director del periódico (Alberto Quirós Corradi), Franklin Whaite, el caricaturista “Ras” y una pléyade de amigos y, además, miembros del gabinete ministerial del precandidato pre-presidente: Adriano González León, Rubén Monasterios, Roberto Hernández Montoya, Aníbal Nazoa, Antonio Costante, Manuel Graterol, Ildemaro Torres, Jaime Ballestas y Luis Britto García.

Tiempo después, Zapata se refirió al hecho en estos términos:

«La opción llegó a ser evidente desde el momento en que la encuestadora nos dio una cifra alta después de una brevísima campaña que consistió en muy pocas actividades. Se hizo el acto de proclamación del Aula Magna; un mitin en Valencia y otro en la Universidad Simón Bolívar. Y no recuerdo más. Y la gente o se lo creyó o le gustó la idea de ser engañada en el conocimiento de que estaba siendo engañada; y no como suele suceder que el engaño se enmascara de promesas. También influyó el hecho de que presenté un gabinete de lujo cuyos cargos asigné a personas de reconocida inteligencia. Me refiero a que era una inteligencia reconocida por mí. Entre otros estaban Rubén Monasterios, Grateloracho, Adriano González León, Ras, Antonio Costante, Luis Britto García, Jaime Ballestas (Otrova Gomas) y Roberto Hernández Montoya. La verdadera satisfacción que obtuve de esa candidatura fue la comprobación de que la misma gente a quien se le atribuye un gusto por las malas películas, las malas telenovelas y la mala narrativa, fue la que nos apoyó con su inteligencia y su sentido de ironía.

«La gente captó cabalmente que aquel ejercicio humorístico apuntaba a crear un aparato ficticio para que quedara evidenciado cómo era el aparato mediante el cual la engañaban. Y tuve terror cuando comencé a sentir que de verdad estaban tomando eso en serio; sentí que algunos políticos estaban viendo en aquello una oportunidad para ellos meterse y llegar por esa vía a sus metas, que son muy distintas a las que yo tenía. En ningún momento me planteé un proyecto en serio. Yo no. Y tampoco creo que lo hiciera ningún miembro del equipo que me acompañaba…con una excepción: una persona que siempre manifestó gran satisfacción por haber participado en esta historia fue la que era mi candidata a mi secretaria privada, Irene Sáez».

Muy en serio, otras dos figuras también se refirieron al descabellado episodio: el historiador Manuel Caballero y la dirigente cultural Sofía Ímber.

«Desde luego, se trataba de una gran broma –rememora Caballero-. Pero cuando la cosa comenzó a tomar otro aspecto, Zapata se echó para atrás, como hombre serio que es. De todas formas, no podíamos hacernos muchas ilusiones, el arrastre del candidato, aunque vertiginoso, se limitaba a Caracas y a cierta élite informada del país».

Sofía, por su lado, buceó un poco más al fondo:

«Si Zapata hubiera persistido en su candidatura, quién sabe adónde habría llegado en el terreno político. Me consta que algunos candidatos estaban genuinamente asustados porque, a pesar de que allí no había una maquinaria de autobuses ni de militantes para pastorear a la gente a sus congregaciones, cada convocatoria era respondida por un número importante de seguidores. Se trataba de un singular fenómeno de credibilidad. La gente le cree a Zapata y todo el mundo quería ir a escucharlo».

De algo no tengo la menor duda: Pedro León nos hace mucha falta.

@EddyReyesT

 


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