La Cámara de Comercio porteña arriba a sus 127 años de existencia. Próximos a cumplir el centenario de su fundación, la Junta Directiva presidida por Richard Th. Römer y conformada, entre otros, por Ítalo Pizzolante Balbi, Oscar León Uzcátegui y Ernesto Dao Castillo, siguiendo la gentil recomendación del entonces Cronista de la ciudad don Miguel Elías Dao, nos encomendó una investigación sobre la fundación y trayectoria de la institución, tarea que asumimos con entusiasmo, rindiendo como fruto la obra Historia y Presencia de una Cámara Centenaria (1997), volumen de 405 páginas del que -con cierta sorpresa, lo confesamos- emergió un gremio mercantil de dilatada actuación y consustanciado en extremo con la ciudad. Concluíamos en el epílogo del libro, escribiendo: “Hoy, cuando el puerto se vislumbra como uno de importancia en el área del Caribe e, indiscutiblemente, vital para la economía nacional, la ahora centenaria Cámara de Comercio tiene frente a sí nuevos retos, que habrán de redundar no sólo en beneficio de sus agremiados, sino también en provecho de la ciudad que le ha visto crecer. Esa es una responsabilidad impuesta por su trayectoria, y cuyos resultados serán juzgados por las generaciones futuras…”. Y transcurridos algunos años desde que viera luz nuestro relato histórico, aquélla puede ufanarse de haber asumido esos retos con creces en beneficio de sus agremiados y en provecho de la ciudad, todo ello en medio del período político y económico más complejo de nuestra vida republicana.

El 22 de noviembre de 1893 marca el comienzo de la actividad gremial organizada del empresariado venezolano, con la fundación de la Cámara de Comercio de Caracas. Se había adoptado para su organización el modelo inglés de carácter privado,  asociativo y autónomo, por tanto, sin participación gubernamental.  En otras palabras, los comerciantes se organizaban en defensa de sus intereses y la búsqueda de reglas claras que regularan su actividad, haciendo sugerencias a la normativa legal, proponiendo políticas públicas y exponiendo sus opiniones respecto de la política económica en general. Fundamental resultó para la cámara caraqueña, sin embargo, fomentar la creación de sus homólogas en la provincia, enviando en marzo del año siguiente una circular a los comerciantes de Valencia, Puerto Cabello, Maracaibo, Ciudad Bolívar y Carúpano, instándoles a formar sucursales y corresponsales para hacer más efectiva las gestiones que pudiera adelantar la cámara capitalina. La respuesta de la provincia fue la constitución de las primeras Cámaras de Comercio del interior el año 1894, esto en Maracaibo, Valencia y Puerto Cabello. La Cámara local se instala formalmente el 10 de julio, una vez que sus estatutos redactados por Miguel A. Römer, Carlos Brandt, Antonio Braschi, Carl F. Lind, Jorge Rivas, Ricardo Kolster y R. V. Beselin fueran aprobados por la comisión redactora. Por tanto, la nuestra será la cuarta fundada en el país, correspondiendo a don Miguel Alejandro Römer ocupar la primera presidencia.

Aun cuando pareciera que su establecimiento era solo una respuesta a la exhortación hecha desde la capital y las gestiones adelantadas a nivel local por las casas Blohm & Cía., Boulton & Cía. y Leseur Römer & Cía., comisionadas por la Cámara de Comercio de Caracas para tal fin, la lectura de algunos ejemplares de El Correo Porteño, diario que circuló en la ciudad a finales del siglo XIX, sugiere que ya desde 1891 se venía gestando en el puerto el establecimiento del ente empresarial. Lo anterior constituye un interesantísimo antecedente, pues coloca a los comerciantes porteños a la vanguardia en la defensa de los intereses del gremio. Así, en la edición del 26 de septiembre, el editor de ese órgano informativo –M.E. Urosa– dedica un suelto al tema de las cámaras de comercio incitando al establecimiento de una en la localidad. El editorial informa sobre un “individuo miembro del alto comercio” —quizá el mismo Römer— que venía trabajando en un proyecto de estatutos para organizar el futuro ente empresarial, ofreciendo los mejores esfuerzos de ese órgano informativo para promoverlo. Pocos días más tarde, el editor se quejaba del poco interés del comercio local por concretar la idea: “Y no se nos diga –escribe irónicamente Urosa– que se hace difícil tener una reunión para realizar el útil pensamiento: porque el club lo desmiente. Si ahí se congregan para recreo y solaz porque no tomarse una cuarta parte de este tiempo para instalar y fomentar una institución de que derivaría grandes bienes para el comercio de la localidad”. Aquella iniciativa, entonces, habría de esperar tres años para materializarse en nuestra cámara de comercio, institución de muchas y meritorias ejecutorias en la ciudad.

Resulta difícil resumir el desarrollo de aquel pujante gremio mercantil, en el que distinguimos claramente dos etapas: 1894-1934, caracterizado por un funcionamiento intermitente en ocasiones pero con claros logros institucionales, entre los que se cuentan, por citar solo algunos, la refacción del faro de Punta Brava, el mejoramiento de vías de comunicación y construcción de nuevos caminos; y la etapa que abarca desde 1934 hasta la actualidad, período en el que la institución ha funcionado ininterrumpidamente consolidándose como un ente clave en el desarrollo económico de la ciudad y que, incluso, en ocasiones ha llenado y llena los vacíos dejados por el gobierno local y las fuerzas vivas, siendo abanderado de campañas de importancia, entre ellas, la declaratoria de Puerto Cabello como Puerto Libre (propuesta que lamentablemente no se concretó), la construcción del Ferrocarril Puerto Cabello-Barquisimeto, la privatización de los servicios portuarios, la eliminación del Instituto Nacional de Puertos (INP) y la descentralización del puerto.

A pesar del complejo período político y económico que atraviesa el país, en las dos últimas décadas la institución ha sabido sortear las dificultades con logros ostensibles en su haber, destacando la activa participación en el proceso de modernización aduanera iniciado con la implantación  del Sistema Aduanero Automatizado (Sidunea) y en las actividades de la Comisión Presidencial contra el Fraude Aduanero, esto a través de la Comisión Puerto-Aduana, así como la reforma legislativa portuaria que concluye con la promulgación de la Ley General de Puertos (2001); el rescate, adecuación y sostenimiento de actividades bandera tales como el salón de artes, el clásico ciclístico, la edición del Diario Informes, la revista Puerto y el otorgamiento de los galardones, lo anterior a pesar de las difíciles condiciones económicas; un proceso sostenido de recuperación y mantenimiento de sus activos, en particular del edificio sede, que permite hoy ofrecer sus diversos espacios renovados, a pesar de su antigüedad; la permanente presencia en los organismos empresariales cúpula como Fedecámaras, Consecomercio y Fedecámaras Carabobo en beneficio del gremio y en la ciudad de Puerto Cabello, cuya gente e instituciones se benefician permanentemente de su acción social; y el oportuno pronunciamiento en situaciones que menoscaban los intereses de los agremiados, así como los de la ciudad misma, tales como el proceso de reversión portuaria, la inseguridad, las fallas en el suministro del agua, la crisis eléctrica, entre muchos otros problemas.

Con el correr de los años, la Cámara de Comercio de Puerto Cabello ha crecido con la ciudad en una relación simbiótica, que se mueve al ritmo del comercio como común denominador. La institución ha visto crecer a la ciudad y también verla abatida por la dramática caída en el tráfico y volúmenes de carga que maneja su puerto. Son tiempos complejos para las instituciones, pero indudablemente llevaderos para aquellas bien establecidas, curtidas por décadas de existencia, experiencia y trayectoria, pues están mejor preparadas para afrontar esos tiempos difíciles, sobreponiéndose a las adversidades, asegurando así su permanencia y la defensa de sus agremiados. Como lo afirmamos en una oportunidad, nuestra Cámara y sus homólogas han visto  pasar revoluciones, dictaduras, golpes de estado, gobiernos democráticos y autocráticos, y aún así allí están abiertas y con voz propia. La iniciativa y la perseverancia, animan el progreso local, y la Cámara porteña juega y jugará un papel relevante. Se trata de las pocas instituciones centenarias de la localidad que permanece en pie, reinventándose, siempre comprometida con el gremio empresarial y los porteños.

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@PepeSabatino


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