Quiero recordar que hace ochenta años, el 19 de julio de 1943, algunos barrios de Roma, especialmente San Lorenzo, fueron bombardeados, y el Papa, el venerable Pío XII, quiso ir en medio del pueblo devastado. Lamentablemente también hoy estas tragedias se repiten. ¿Cómo es posible? ¿Hemos perdido la memoria? El Señor tenga piedad de nosotros y libere a la familia humana del flagelo de la guerra. En particular rezamos por el querido pueblo ucraniano, que sufre tanto (papa Francisco, 16 de julio de 2023, Ángelus).

Hoy se cumple el 80 aniversario del primer bombardeo Aliado sobre Roma, después de que las potencias angloestadounidenses iniciaran la invasión de Sicilia (“Operación Husky”: 9 de julio al 17 de agosto de 1943). Este hecho se reconstruye en la primera escena de dos producciones de la TV: Sotto il cielo di Roma (Christian Duguay, 2010) y Gottes mächtige Dienerin (Marcus O. Rossenmüller, 2011). En la de 2010 se exalta la famosa fotografía donde el papa Pío XII, rodeado de los sobrevivientes, extiende sus brazos y dirige el rostro al cielo implorando el fin de la guerra. Junto al Santo Padre estaba monseñor Giovanni Battista Montini (en ese entonces secretario de Estado suplente y futuro Pablo VI), quien era uno de sus colaboradores más cercanos. Sir Winston Churchill afirma que el bombardeo “provocó una gran confusión y un impacto enorme”, por lo cual ayudó a acelerar la destitución del Duce, que ocurrió seis días después. La guerra llegaba a la capital, aunque el norte ya había sido bombardeado en el pasado. Desde principios de 1943 con la pérdida de sus colonias en África y la posibilidad de la invasión Aliada del suelo italiano (ver nuestro artículo de la tercera semana de febrero); el anhelo de los grupos de poder y la población era el abandono del Eje.

Los dos filmes mencionados al establecer este momento como escena inicial fortalecen lo sostenido por Churchill, y es que desde la Conferencia de Casablanca se buscaba la manera de que Italia se retirara del conflicto sin tener que llegar a la invasión. Esa misma mañana, Mussolini se reunía con Adolf Hitler en el norte de la península. Había hecho la promesa a los altos cargos del Estado que propondría la salida el Eje, pero los informes señalan que hizo silencio y aceptó el construir con los alemanes la línea defensiva “Gustav” en el sur del país: a los pies de Montecassino, y permitir la entrada de nuevas Divisiones del Tercer Reich. El bombardeo fue llevado a cabo por más de 600 aviones de Estados Unidos, escogiendo los depósitos del ferrocarril en el barrio San Lorenzo y el aeropuerto. Las víctimas fueron 1.500 aproximadamente. La “traición” del Duce; y el gesto del Papa: salir de inmediato y sin escolta para “abrazar” al pueblo de Roma, muy probablemente ayudó a que todos los “conspiradores” se animaran, ¡ya era suficiente!

Al mismo tiempo, ese mismo 19 de julio, cuando las tropas de Estados Unidos llegan al pueblo siciliano de Villalba; uno de los mafiosos más poderosos de la isla (Calogero Vizzini, Don Caló, de 65 años) se sube a un tanque Sherman y desaparece. A los tres días, cuando el general George S. Patton conquista Palermo al noroeste, Don Caló será nombrado alcalde de Villalba y la multitud lo recibe coreando: “¡Larga vida a la mafia!”. El historiador británico James Holland lo cuenta y explica en su obra del año 2020: Sicily ’43. The First Assault on Fortress Europe. Así como el Reino Unido facilitó el desembarco con operaciones de engaño, tal como explicamos la semana pasada; Estados Unidos consideró que un pacto con la mafia siciliana a través de su jefe en Nueva York, Lucky Luciano (que estaba encarcelado), reduciría las bajas de sus soldados. Don Caló había sido llevado a otros pueblos para lograr el apoyo popular a los Aliados, y la verdad es que la resistencia de las tropas italianas fue mínima y los estadounidenses eran recibidos con alegría (esta realidad es descrita con mucho humor en la película: What Did You Do in the War, Daddy? de Blake Edwards, 1966). Es paradójico que la propaganda nazi sostenía que el triunfo de la potencia americana sería el dominio de la mafia… Otra de las acciones que realizó el U.S. Army fue el incremento del número de combatientes italoamericanos con familiares o antepasados en la región que participaron en la campaña. Esta etnia sumaba en el Ejército más de 1 millón, y ayudó a ganarse la confianza de los vencidos; además de ser usados como traductores y proveedores de información sobre el terreno.

Después de la toma de Palermo el general Patton se dirigió con gran premura a la toma de Messina bordeando la costa norte; no tanto para atrapar el mayor número de alemanes, los únicos que resistían y significaban un verdadero peligro, sino para obtener prestigio, ¡para ganarle al general Bernard Law Montgomery “Monty”! En la película Patton (Franklin Schaffner, 1970) se relata perfectamente la absurda competencia entre los dos, aunque Monty lo tuvo más difícil porque se enfrentó a la Wehrmacht en una zona que facilitaba la defensa: Catania, por no hablar del brote de malaria que no solo enfermó sino que también mató a muchos de sus soldados. Al final el enemigo (más de 100.000) pudo escaparse por el estrecho de Messina a la punta de la bota italiana, para seguir resistiendo un tiempo más, justo antes del 17 de agosto, cuando Patton lograba su meta personal de ser el primero en llegar a Messina. A pesar de las bajas civiles en los bombardeos, las de los Aliados (28.000 aproximadamente) y la terrible masacre de 64 prisioneros italianos por parte de estadounidenses; se logró la victoria en 39 días. El Eje perdió 170.000 combatientes, principalmente prisioneros de guerra. Estos resultados favorecieron la tesis de Churchill de ocupar la península, porque de inmediato se empezaron a diseñar sus planes.

La caída de Mussolini se logró de la noche del 24 a la madrugada del 25 de julio por un medio institucional: la votación del Consejo Fascista (19 a favor, 7 en contra y una abstención). Previamente se había ganado la mayoría gracias a la acción de uno de sus miembros: Dino Grandi, y la presión del rey Víctor Manuel III. Se destituyó al Duce (en la tarde sería apresado y enviado finalmente a una estación de esquí custodiada en Campo Imperatore de los Alpes) y se le entregó el poder al mariscal Pietro Badoglio, quien de inmediato inició negociaciones de un armisticio con los Aliados. Ese mismo día los italianos salieron a celebrar a las calles, y Hitler iniciaba los preparativos finales de la “Operación Alarico” para ocupar Italia en caso que abandonara el Eje.

En tiempos recientes, según el historiador Umberto Giovagnoli, la foto del Papa con los brazos extendidos no corresponde al momento y lugar, sino al bombardeo de Roma del 13 de agosto de 1943 frente a la basílica de San Giovanni, en la cual el Papa volvió a salir a consolar a las víctimas. En todo caso, hay una prueba gráfica de la visita del Papa a las ruinas de San Lorenzo el 19 de julio de 1943 en la revista francesa Semaine Hebdomadaire illustré publicada diez días después de los hechos, y en la que se puede ver al Sumo Pontífice en medio de la multitud. Lo relatado por ambas producciones cinematográficas siguiendo los testimonios de las personas que lo vivieron confirman la veracidad: el Papa rezó con la gente (Eugenio Archidiácono, 19-07-2017, “La verità sulla foto di Pio XII nella Roma bombardata”, en la página web Famiglia Cristiana). La semana que viene, si logramos asistir al estreno del filme de Christopher Nolan Oppenheimer, nos dedicaremos a comentarlo junto con el análisis del Proyecto Manhattan (1942-46).


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