El canciller de Colombia, Álvaro Leyva, planteó el viernes “una interrogante muy grande que hay por esclarecer” sobre la presunta muerte en Venezuela del jefe de la Segunda Marquetalia.

Pero la caída de Iván Márquez de algún modo era un hecho desde que junto con sus aliados del Cartel de los Soles perdió la guerra de guerrillas en Apure a comienzos de 2021 frente a sus rivales en el negocio de la droga.

Más allá de la confirmación de que se encontraba malherido en un hospital militar de Caracas, en julio de 2022 también había que indagar por qué el narcoguerrillero dejó la casa segura que le habían proporcionado para salvarlo del acoso y la persecución de enemigos comunes.

La muerte en diciembre de 2021 del Paisa y Romaña, lugartenientes de Iván Márquez, no podía verse aislada de la derrota que ese grupo sufrió el mismo año en el estado llanero a manos del Frente Décimo de las FARC. No le valió el apoyo del régimen de Nicolás Maduro y su inepto Alto Mando Militar encabezado por Vladimir Padrino, que entregaron territorio nacional al enemigo.

Sin lugartenientes que generaran financiamiento, alias Iván Márquez y sus socios del chavismo se arriesgaron a que el jefe de la alicaída Segunda Marquetalia dejara la guarida en la que contaría incluso con escoltas pagados por el Estado venezolano.

Pero tal vez otro mal cálculo, como el que los precipitó a la derrota y la rendición incondicional en Apure, los hizo pensar que era tiempo de probar suerte. Posiblemente desestimaron que el Frente Décimo de las FARC de Iván Mordisco había jurado “buscarlos hasta debajo de las piedras”.

La alianza entre el régimen y las FARC data de 1999, cuando Hugo Chávez y esa guerrilla decidieron “inundar” de cocaína Estados Unidos.

Hay razones para suponer que esa vieja alianza en el crimen organizado fue la que a la postre hizo que el Cartel de los Soles se afanara en resolverles a sus socios de las FARC de Iván Márquez la competencia que les planteaba el adversario, y que para ello arrastrara a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a la guerra de guerrillas.

Esa constituyó una penosa demostración de impotencia técnica y errores estratégicos que arrojó al suplicio a jóvenes soldados y empañó el prestigio del uniforme de la institución. Por eso el descontento probablemente pervive en los cuarteles y está pendiente la rendición de cuentas de los culpables, como ha sucedido siempre después de toda derrota.

Luego de esa desastrosa aventura militar y la necesidad de esconder al jefe de la Segunda Marquetalia, se complicó la obtención de efectivo para seguir aferrándose al poder. Al final, esa necesidad apremiante habría sido lo que impulsó al socio de Maduro a dejar la casa segura. El canciller Leyva dice que “no hay acta de defunción, no hubo día de entierro”, pero no hay duda de la caída de Iván Márquez.


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