“La moquerie est souvent indigence d’esprit» * (JEAN DE LA BRUYÈRE)

Parece ingenuo pensar que la Tierra duerme. El planeta debe de estar sufriendo mucho el daño que le hace la artillería pesada empleada contra sí por los seres humanos que lo habitan. Hoy en el mundo que vivimos sigue habiendo guerras, gente que huye de su tierra, injusticias, violencia, robos, abuso de poder, maltrato a las mujeres, cinismo, oscuridad y mentira.

Resulta obvio que la Bestia dormida se ha despertado. Aceptemos el cambio climático. No somos los mejores. No sabemos todo. No controlamos el sol ni la luna. Mañana puede temblar furiosa la Tierra, agrietarse y romperse. Esto no está en nuestras manos porque solo somos seres humanos y nada más. Quizás podemos hacer algo. Podemos tratarla bien, cuidarla y respetarla. También podemos hacer lo mismo con nosotros: respetarnos, no hacernos daño, tratarnos bien.

__

 

Y, sin embargo, algo debemos de estar haciendo mal. Hay noticias que duelen. Esta última semana de septiembre en un instituto de Jerez de la Frontera (Cádiz, España) un alumno de catorce años apuñalaba a dos compañeros de clase y hería a tres profesores que intentaron evitar esa agresión (Un menor apuñala a varios profesores y alumnos en un instituto de Jerez de la Frontera (Cádiz)”, El Español, 28.09.2023)**. El chaval padece Asperger y, al parecer, había sido molestado continuamente por un grupo de abusones. No sé si voy a dar la impresión de bicho raro por lo que escribo a continuación, pero me preocupa la pérdida de respeto entre la gente en general, y la desaparición del concepto de autoridad de los profesores frente a los alumnos en particular. Creo que quienes nos dedicamos a enseñar en la escuela vivimos a diario en un entorno de vulnerabilidad e indefensión ante situaciones extrañas con alumnos sin vergüenza ni conocimiento de valores mínimos de modales. Me refiero a esos alumnos incapaces de callarse cuando habla el profesor. Me refiero a esos alumnos que mientras un compañero lee en voz alta ellos hacen burla y se ríen por lo bajo. Me refiero también a esos alumnos aparentemente aburridos de la vida que no han vivido y ponen cara de hastío al profesor que explica la lección. Esos adolescentes que no quieren estar ahí, que no saben ya cómo incordiar más. Esos alumnos a quienes sus padres no les han hablado nunca en serio, no les han educado en el respeto (ya no digo, la bondad) o les han educado mal ofreciéndoles como modelo su mala conducta. Permítame, amable lector, contarle algo. Siendo yo adolescente, mis padres me obligaban a ir a la iglesia todos los domingos y demás días de cumplimiento. A mí me aburría pensar en ese tiempo de domingo en el que tenía que recogerme en el templo. No diga que fuera malo, pero yo prefería estar fuera. A pesar de no considerarme afortunado por estar allí, lo que no hacía nunca era faltarle al respeto al sacerdote ni a los fieles. Me comportaba. Estaba en silencio y seguía la misa. Al llegar a casa había interrogatorio. Mi madre me preguntaba de qué había tratado el sermón -no lo hacía siempre- y yo procuraba estar preparado y recordarlo.

Afortunadamente, hay alumnos a quienes no se les llama la atención por su actitud, alumnos que ya vienen con la lección de buenos modales bien aprendida; pero, están los otros alumnos, socios clandestinos del smartphone que cuestionan lo que su profesor dice porque creen que no sabe nada o que ellos son más listos que nadie. Estos alumnos disponen de celulares que esconden detrás del estuche (algunos ya ni siquiera lo ocultan) y mantienen conversaciones de Whatsapp con los otros que están fuera para avisarles de que van a realizar un examen, por ejemplo. Hay alumnos que chatean con los que están en clase y les comunican que no podrán llegar a tiempo porque tienen una cita médica u otra cosa. Esperan que el profesor acepte cualquier contingencia. De todas las excusas, la cita médica resulta la más corriente y, extrañamente, la hora más solicitada ocurre casi siempre en horario escolar. La honestidad es un valor que los alumnos deben aprender. Y si no la aprenden, que por lo menos, admitan que la sociedad respeta este valor. Los chavales -que ya sabemos que tienen derechos- también deben asumir sus faltas y sus obligaciones, como suele decirse,‘be stronger than your excuses‘.

La sociedad necesita el buen ejercicio de la socialización primaria del niño durante sus primeros años en la familia, enseñar a controlar sus esfínteres, a saber callarse y a saber hablar. El niño y el adolescente debe aprender a no interrumpir, no gritar. Debe aprender la importancia de los buenos modales.

La sociedad necesita hacer efectiva la socialización secundaria que tiene lugar en la escuela y en la vida laboral a lo largo de toda la vida. Los niños y adolescentes han de aprender a convivir en esa pequeña sociedad que es la escuela y la otra sociedad casi infinita que es el mundo. A veces, cuando se cometen injusticias, uno debería entender lo que significa ser disidente

__

*“La burla es la marca de una mente pequeña” (Le Bruyère)

**Un menor apuñala a varios profesores… (El Español, 28.9.2023)

elespanol.com/joven/apuñala/alumnos/jerez/


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!