Nuevamente hemos sido testigo en los días recientes de la criminalidad y el terrorismo militante de los grupos extremistas palestinos, pero en esta ocasión los ataques se presentan en un momento en el cual se ha creado una gran expectativa tras la posibilidad de un histórico acuerdo entre el  Estado de Israel y el Reino de Arabia Saudita, el cual sacudiría las bases del poder geopolítico en toda la región del Oriente Medio con un giro de 180 grados.

Algunos actores de la comunidad internacional de inmediato han enfilado sus armas diplomáticas en contra del Estado de Israel, actores que por motivos ideológicos trasnochados y retrógradas suelen hacer la vista gorda ante los crímenes de grupos terroristas como Hamás, Hezbolá, la Yihad Islámica, etc., y exclusivamente se reservan el dedo acusador al señalar a Israel como ¡un Estado agresor! La  realidad es que eventos como lo que acontece desde hace dos semanas dan la razón a Israel de rechazar a la Autoridad Palestina y más aún a no reconocerle como Estado de hecho y derecho.

Con acciones terroristas como las perpetradas por Hamás desde hace unos días, la Autoridad Palestina ha demostrado su incapacidad (y tal vez, hasta complicidad) en controlar a estos grupos criminales; planteado desde términos de la Ciencia Política, no puede considerarse un Estado a una burocracia que no controla la violencia legítima en determinado territorio. Una burocracia que ha permitido que Gaza se convierta en una guarida de terroristas que cobardemente se escudan entre las escuelas, hospitales y hogares de la población civil. Ciertamente en el pasado también existieron grupos sionistas radicales tales como la Haganá y el Irgun (la primera, sin embargo, fue una organización paramilitar de autodefensa que posteriormente dio origen a las Fuerzas de Defensa de Israel), pero ambos fueron neutralizados bajo el gobierno de Ben Gurion que se encargó de institucionalizar el Estado israelí luego de su creación en 1948 y convertirlo en la única República moderna y democrática de todo el Oriente Medio.

Nuevamente manifiestan los líderes de Hamás sus intenciones criminales de declarar la guerra, no solamente a Israel, sino a todo lo que representa el mundo occidental, nuestra civilización, nuestro modo de vida. Amenazan con imponer su “verdad”, su religión, con convertirnos a su “Ley” o liquidarnos, porque no permiten otra cosmovisión sino la suya; porque son grupos militantes de la intolerancia y el primitivismo, de la misoginia y la opresión. Odian la libertad individual, de pensamiento, de expresión; odian la cultura y el desarrollo, anhelando la total sumisión o muerte de todo el que no comulgue con sus ideas. ¿Por qué no aceptan el origen humanista de la religión?, pregunta que más de un sociólogo laico de las religiones puede hacerse en cualquier introducción. Nuestra respuesta podría ser que es imposible, pues el Islam no ha sido secularizado, ese es su gran misterio. Todas las demás religiones se han suavizado, han consentido la ambigüedad de los significados y la tolerancia hacia otras confesiones; pero el Islam, y particularmente el Islam radical practicado por estos grupos terroristas jamás ha transitado por ese proceso.

Estamos obligados a replantear nuestra respuesta, a enfrentar la amenaza que estos grupos representan para nuestra civilización, para nuestra seguridad colectiva; es por esto que enérgicamente debemos responder a estos intolerantes, a estos criminales y decir basta a la barbarie y la muerte. Vaya con nosotros todo el apoyo y bendiciones al pueblo y el Estado de Israel.

@J__Benavides


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