La llegada a Venezuela el 19 de junio de un avión de la CIA encendió otra vez las alarmas sobre un acercamiento entre Washington y Caracas para un canje de prisioneros que involucraría a Alex Saab, cuando el chavismo insiste en que el retorno del llamado testaferro de Maduro está “cada vez más cerca”.

Pero la banda de Alex Saab curiosamente parece conspirar contra sus propósitos, y reta a la Casa Blanca al atentar contra el derecho humano fundamental de la participación política. “La decisión de hoy priva al pueblo venezolano de derechos políticos básicos”, dijo el viernes el Departamento de Estado para condenar la inhabilitación de María Corina Machado por los mismos que se afanan en lavarle la cara al empresario colombiano.

El régimen de Maduro, que proclama que “todos somos Alex Saab”, respondió a eso diciendo que el sistema electoral norteamericano está mediatizado por “intereses económicos y un profundo racismo institucionalizado”. Y lo malo para el chavismo es que el país que encontró a Osama bin Laden  no suele olvidar afrentas como esa.

También ofende la imagen del presidente Joe Biden de férreo defensor de los derechos humanos y su declaración solemne del 4 de julio de 2021 sobre el lugar de su país en la escena mundial: “Predicamos con el ejemplo, no mostrando nuestra fuerza. Formamos parte de algo más grande que nosotros mismos. Somos una brújula para el mundo”.

Eso autoriza la conjetura de que Biden no frustraría el caso judicial contra Alex Saab, procesado por conspirar para lavar dinero de la corrupción a la sombra del régimen de Maduro. Algo así resultaría costoso para Washington no solo porque ofendería su propio sistema de justicia -pilar de la democracia norteamericana-, sino también porque avergonzaría a Estados Unidos frente al pequeño Cabo Verde, que no sucumbió ante esa pretensión.

Se sabe que tomó años construir la acusación, así como asegurar el arresto y la extradición de Saab, y que la justicia estadounidense siempre sostuvo que tiene un “caso fuerte” contra este. Probablemente por eso el halcón Elliot Abrams le aconseja a Biden que no lo deje ir porque “sí tiene cosas útiles que decir sobre Maduro y Cilia Flores”.

Se conoce asimismo que uno de los documentos desclasificados por orden del juez Robert N. Scola señala que Saab entregó dinero a Estados Unidos y la DEA como parte de un acuerdo de autoentrega para “enfrentar cargos por su conducta delictiva”.

No hay que olvidar que el barranquillero ha alardeado ante la agencia antidrogas norteamericana acerca del enorme poder de la información que posee. “Eso da una idea de cuánto sabe Saab, o cree saber, sobre los secretos del gobierno de Maduro”, ha dicho el periodista de investigación Gerardo Reyes.

Por eso el miedo acosa y persigue al chavismo y parece explicar por qué actúa como el que ha perdido el escudo y ataca, nervioso, para tratar de reparar la desnudez. Y de allí los costosos errores políticos, uno tras otro, de la banda de Alex Saab.


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