María Alejandra Aristeguieta Álvarez

Hace tres semanas escribí en este mismo diario un artículo con el mismo título en el cual me referí al posible escenario en el que actuaría tanto el régimen de Nicolás Maduro como mandatario reconocido por las Naciones Unidas y la de la oposición  —Asamblea Nacional y el presidente interino Juan Guaidó— durante la presente Asamblea General del organismo que dio inicio esta semana. 

En dicho escrito consideré que el régimen reiteraría su discurso de las agresiones imperiales, las sanciones y toda la épica imaginaria  de su “lucha” por la soberanía y la revolución . Por su parte la oposición como aspiración, debido a su limitación de falta de credenciales ante la ONU, debería  continuar haciendo visible la crisis grave y de urgente resolución  de los venezolanos con el fin de lograr una efectiva asistencia humanitaria. Hice la salvedad en dos oportunidades de que estos serían los escenarios a menos que ocurrieran circunstancias extraordinarias o imprevistas como ha sido lo que ha sucedido  durante el  breve lapso transcurrido y a ello me refiero a continuación puesto que se dieron ambas: 

Lo extraordinario: la liberación del diputado Juan Requesens, seguida de cerca de un centenar de presos políticos fue una decisión que tomó por sorpresa no solo a los venezolanos sino a gran parte de la comunidad internacional. La sorpresa, que de inmediato se convirtió en suspicacia, en medio de la natural alegría por ver liberados a venezolanos presos injustamente y las críticas por diversas razones de los aspectos legales, tuvo un efecto perturbador en cuanto a la posición de ciertos actores internacionales, especialmente europeos, por sus declaraciones endebles y tendenciosas  al vincular este acto del régimen con una consideración “benévola” hacia el ilegitimo y fraudulento ad-initium  llamado a elecciones parlamentarias  el 6 de diciembre. Si el régimen pensaba lavarse la cara y lograr reconocimiento, aunque fuese parcial, de la comunidad internacional, el otro hecho anunciado pero no previsible por su alto impacto, tanto que detuvo esa estrategia, fue el informe de la Misión de Determinación de Hechos en Venezuela presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en días recientes y a eso me voy referir: 

Lo imprevisto: hace tres semanas se intuía que la liberación de los presos políticos tenía un objetivo diferente al de la justicia o de la humanidad y el más evidente era  la posibilidad de darle un giro o aminorar la terrible imagen del régimen ante el mundo en los mayores eventos políticos anuales a nivel mundial como son la Asamblea General de la ONU  y el Consejo de Derechos Humanos. Sin embargo, como dije, ha sucedido todo lo contrario con la divulgación del informe. Como recientemente lo señaló el exembajador Víctor Rodríguez Cedeño en su columna en este mismo diario: “El informe es demoledor. Muestra en forma cruda en sus 443 páginas lo que realmente sucede en Venezuela desde hace algunos años, aunque ello debería abarcar los últimos 20 años de régimen chavista que decidió acabar con el país y someternos. Se presentan hechos concretos y se señalan responsabilidades en forma clara de Maduro, Padrino, Reverol, Cabello y otros involucrados directa e indirectamente en la comisión de estos horrendos crímenes”. Hasta ahora no se saben las consecuencias que tendrá ese informe, pero de seguro que de producirse serán también demoledoras para el régimen por la imposibilidad de enmendar crímenes que no prescriben. En este punto considero justo dar un reconocimiento a quienes hicieron posible haber llegado a este momento, a los individuos y organizaciones no gubernamentales que se han mantenido durante largos años en una incansable y sostenida lucha por el respeto de los derechos humanos en Venezuela y hace un año se incorpora la figura  del comisionado presidencial para las Naciones Unidas designado por la Asamblea Nacional. Destaca indudablemente en este logro la exrepresentante de Guaidó ante el gobierno suizo María-Alejandra Aristeguieta Álvarez, quien durante su gestión fue artífice para el nombramiento de la Misión en referencia y recojo palabras del director de Provea con relación a su labor: “En el proceso de negociación de una propuesta que contara con los votos suficientes para su aprobación hubo momentos de tensión, pues había los que estaban convencidos de que o era la Comisión de Investigación, el todo, o era nada. Si la política es el arte de lo posible algunas individualidades, como la venezolana María Alejandra Aristeguieta, coincidieron en el esfuerzo de negociar un mecanismo intermedio, como lo era la Misión de Determinación de Hechos, que lograra sumar las adhesiones necesarias, pero que contara con un mandato suficientemente robusto como para que arrojara el resultado que ya todos conocemos. Hoy, un año después, todo el campo democrático venezolano aplaude el trabajo de la Misión de la ONU”.  

En estos momentos podemos percibir la trascendencia de la gravedad de la crisis en Venezuela  a nivel mundial cuando Una abrumadora mayoría  de presidentes y jefes de Estado han tomado en sus breves discursos virtuales el espacio suficiente para hacerse eco, no solo de las violaciones de los derechos humanos, sino también a las acusaciones de actividades delictivas por parte del régimen, entre ellas el narcotráfico. 

Por su parte, en sus declaraciones ante la Asamblea General ONU la diferencia entre lo expresado por Maduro frente a Guaidó es abismal. Efectivamente, el primero dio un discurso en un grado de cinismo sin límites, como si fuese presidente de un país con un gobierno ejemplar, utópico casi, comprometido totalmente con los valores universales de la Organización, incluidos los del desarrollo, además de su empeño por la paz universal y la “resistencia heroica” ante las sanciones. Por su parte, Guaidó dijo lo que había anunciado en un discurso que me atrevo a considerar será histórico por su descripción de la realidad que vive Venezuela y su llamado a la comunidad internacional para que apoye la libertad y la vuelta a la democracia con estas palabras:  “Hoy les pido a todos los representantes de Estados Miembros que asuman la responsabilidad de asistir al gobierno legítimo de Venezuela en su misión de proteger al pueblo venezolano, y considerar una estrategia que contemple escenarios luego de agotada la vía diplomática. Ha llegado el momento de acciones oportunas y decisivas”. De la misma manera pidió al secretario general una contundente implementación de la Responsabilidad de Proteger, así como su llamado a los diferentes Estados para su apoyo. 

Para concluir me viene a la memoria la obra magistral de Stefan Zweig titulada Momentos estelares de la humanidad. Este momento podría ser el de la oposición liderada por Guaidó toda vez que el informe de la Misión de la ONU se constituye en un punto de inflexión, tanto para la comunidad internacional como para los propios venezolanos, a  fin de salir de esta catástrofe. Ruego que no se constituya en un evento más de los ups and downs de la oposición que hemos padecido los venezolanos a lo largo de estos veinte años.  

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