Rusia y Ucrania son pueblos etnónimos o de un mismo origen étnico y han convivido desde el siglo VI a. D. El conflicto que hoy los enfrenta se podría llamar mellizal, una relación que oscila entre el amor y el odio, exacerbada por un hombre que se formó en la cultura y la mentalidad soviética cuyo conocimiento de Ucrania es único. Si a esto le agregamos la circunstancia de que Rusia ha estado gobernada durante 20 años por un antiguo oficial de inteligencia soviética, resulta incomprensible que a los ucranianos los haya sorprendido y alterado los planes de la invasión.

El historiador Norman Dixon, después de estudiar 100 años de historia militar, identifica cuatro factores comunes en todos los fracasos militares: exceso de confianza, subestimar al enemigo, ignorar los informes de inteligencia y despilfarro de recursos. Dixon se centra en los factores psicológicos de los líderes que condujeron ejércitos y demuestra cómo personalidades autoritarias que pueden funcionar durante épocas de paz, en momentos de estrés o crisis son erráticos y provocan tragedias. Concluye que los gobernantes más ansiosos por acrecentar sus glorias son a menudo los menos aptos para el comando de acciones militares.

El poder de fuego, un vistoso protocolo y una estricta línea de mando hacen ver a las corporaciones castrense como superiores a las civiles. En realidad las organizaciones marciales padecen de las mismas ineptitudes, incompetencia, inercia u obsesión por la minucia burocrática de cualquier corporación civil. Charles Vanderpeer, profesor del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional de la Universidad de Oklahoma, sostiene que “los líderes y las organizaciones militares son susceptibles a autopercepciones demasiado optimistas o de minimizar las amenazas y hacer suposiciones inválidas sobre sus propias capacidades. Ese autoengaño tiene consecuencias en el campo de batalla”.

Los erráticos cálculos militares de Putin que anticipaba un completo control de Ucrania en 72 horas resaltan cuando comparamos las bajas rusas sufridas en 5 días de confrontación en Ucrania con las de Estados Unidos en Afganistán. Según las estimaciones más optimistas las bajas rusas en Ucrania se estiman en 1.500 y las más pesimistas en 4.000. Las bajas de Estados Unidos de 20 años en Afganistán fueron en total 2.500.

Guerra económica

Desestimar el poder económico y la capacidad organizativa del sector civil de un país desarrollado en una guerra moderna es más común de lo que se cree. Vladimir Putin, ha incurrido en este traspiés y es muy probable que el costo sea muy alto. La historia nos ha enseñado que la Alemania nazi no sólo se enfrentó con los soldados y sistemas de armas de los países Aliados sino con la industria y las grandes corporaciones de Estados Unidos.

Durante los años cruciales de la II Guerra Mundial sólo la corporación Ford produjo más armamentos que la Italia de Mussolini. La ayuda que la Unión Soviética recibió de Estados Unidos para enfrentar a la Alemania nazi fue invalorable. Además de los miles de aeronaves de combate que Estados Unidos transportó desde California al puerto de Vladivostok en Rusia en 1943 se despacharon 380.000 teléfonos de campo, 360.000 camiones, 43.000 jeeps y 6.000 tanques. 58% del combustible de la aviación de la Unión Soviética fue suplido por Estados Unidos y 53% de los explosivos usados por el Ejército Rojo contra Alemania. Los datos son del historiador Niall Ferguson en su libro The Wars of World. Sin esta ayuda de Estados Unidos a la Unión Soviética, Stalin no habría podido librar con efectividad la “Gran Guerra Patriótica” una vez que la Alemania nazi hizo colapsar al Ejército Rojo en el verano de 1941.

Estados Unidos y Europa han evitado un enfrentamiento militar directo con Rusia, pero han participado con la poderosa artillería de su arsenal capitalista. El conjunto de sanciones financieras han sacudido la economía de Rusia, obstaculiza su acceso a recursos financieros y limita su capacidad para realizar transacciones en dólares y euros, así como acceder a los activos de varios bancos rusos que están aislados del sistema de mensajería Swift a nivel mundial. Los multimillonarios oligarcas del entorno de Putin y él mismo,no tienen dónde poner a salvo sus enormes fortunas que son perseguidas por una unidad especial creada en la Secretaría del Tesoro. El rublo colapsó. ¿Cuánto tiempo puede resistir Putin bajo este fuego incesante de la artillería capitalista?

La doctrina militar rusa

Después de estos reveses iniciales y planes dislocados Putin se ha visto obligado a acudir a un recurso común en la doctrina militar rusa, hacer caso omiso a los daños colaterales e identificar sectores civiles como objetivos militares para obligar a la rendición o un acuerdo favorable. Es este caso bien pudiera limitarse, como una “concesión” a retener la mitad de Ucrania que se encuentra al este del río Dniéper. Entretanto, tendrá que mostrarse como un criminal de guerra. Si bien esta táctica brutal lo ayuda en la coyuntura no se comprende cómo conciliar esta brutalidad con las intenciones de anexar Ucrania a Rusia después de haberlos masacrado. El apoyo casi universal a Ucrania prueba al mismo tiempo la debacle moral de los soldados rusos y las fisuras que ya muestra la relación del gobierno de Putin con la población rusa. El bloqueo de las redes sociales e Internet en Rusia es una señal ominosa.

No obstante, con tomar la capital y decapitar el gobierno de Ucrania no se terminan los problemas de Putin, solo abren una nueva fase del conflicto que elevará el grado de resistencia e insurgencia de Ucrania. En el pasado reciente protestas civiles generalizadas en Ucrania obligaron a renunciar a dos gobiernos prorrusos. Sus líderes se refugiaron en Rusia ¿qué se puede esperar de un gobierno títere impuesto por Putin en medio de un conflicto? Esta insurgencia coincidirá con acciones que ya han unido a grandes corporaciones privadas y a países que se habían mantenido neutrales en todos los conflictos, como Suiza y Suecia. Joe Biden, en su Memoria al Congreso del Primero de marzo, dijo que Putin “no tiene idea de lo que le viene”. Obviamente Putin no calculó la magnitud y el papel crucial que tendría la artillería financiera y económica del sistema capitalista.

En medio de la crisis y el despliegue de sanciones, el crecimiento de Estados Unidos no se detiene. En febrero ingresaron a la fuerza de trabajo 678.000 nuevos empleos y el desempleo cayó a 3,8%, la cifra más baja durante la pandemia y un récord mundial.

Charles Wilson, CEO de la General Motors, al terminar la II Guerra Mundial, resumió el papel del capitalismo en una guerra: “La buena noticia es que nuestros métodos de producción y nuestro know-how en los negocios fueron factores que los países del Eje pasaron por alto”.

Vladimir Putin ha incurrido en el mismo error.

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