Cuando se ofrezcan al lector estas líneas, los hechos referidos en ellas probablemente sean materia ya olvidada, tal cantaba Héctor Lavoe en «Periódico de ayer». Mucha agua habrá corrido bajo los puentes del repudio y la indignación desde el pasado domingo 5 de Julio, cuando la verborragia de la diarquía cívico militar —los diarcas solían ejercer el poder vitaliciamente— derramaba lisuras como «La flor de la canela» y negaba a las mayorías su inalienable derecho a gobernar y ser gobernadas en democracia, y ponía en marcha un perverso mecanismo de espionaje y control de la vida ajena, teniendo como coartada la cuarentena intermitente. Otros sucesos acaecidos en la semana —la publicación de la encuesta Encovi 2019-2020 (UCAB, UCV, USB), cuyos hallazgos nos colocan en el pináculo de la pobreza extrema, situación atroz ni siquiera comparable a las de Nigeria y Haití; la entrega  del partido Voluntad Popular a una dirigencia espuria y corrupta, beneficiaria de la Operación Alacrán; o la prórroga del 7 x 7 hasta quién sabe cuándo, en razón del irrefrenable ascenso de la curva de contagios y fallecimientos a causa de la covid-19— quizá hayan restado contundencia a su impacto inicial; sin embargo, nos sentimos obligados a tratarlos a riesgo de incurrir en más de lo mismo y llover sobre mojado.

El martes 7 de julio, Vladimir Padrino López, vicepresidente sectorial de Soberanía Política, Seguridad y Paz y ministro del poder popular para la Defensa, difundió en la red social del pajarito azul este mensaje: «Un día como hoy nuestro comandante Chávez egresó de su amada Academia Militar con un firme propósito: AMAR Y DEFENDER A VENEZUELA (las mayúsculas son ocurrencia suya, no mía). Tal objetivo lo llevó a liderar una revolución refundando a la FANB para lograr que más nunca, los soldados dieran la espalda a su pueblo». De acuerdo al satánico trino —no confundir con Il trillo del diavolo de Giuseppe Tartini—, secuela de su infeliz declaración a propósito del 5 de Julio, el patrio enamoramiento de Hugo Rafael comenzó al graduarse de subteniente, porque, como sucede a menudo con ídolos moldeados en el barro de las patrañas, los registros atinentes a su formación fueron borrados o adulterados por sus hagiógrafos. Pero esto es harina de otro costal. Interesa más el inocultable empeño del grosero e indocto general, de ascensos ganados en batallas burocráticas y soles forjados en la herrería de la adulación, en atornillarse ad eternum en Fuerte Tiuna, aun cuando ello comporte jalarle al muerto.

El mismo martes Maduro lo ratificó. Así, y con el pase a retiro de los compañeros de promoción del coronaviralizado Diosdado Cabello, su presunto rival en la línea de sucesión, se premió el artero desconocimiento del Estado de Derecho y de la Constitución vigente, implícito en una deplorable deposición alusiva a la oposición democrática: «No pasarán, no serán poder político jamás en la vida mientras exista una fuerza armada nacional bolivariana como la que hoy tenemos, una fuerza armada antiimperialista, revolucionaria y bolivariana». Seguramente, el cuatrisoleado guerrero de escritorio compuso su perorata en negritas y bastardillas subrayadas, con la pretensión de impresionar y contagiar a pat(ri)otas y pat(ri)oteros a su cargo una interpretación de la emancipación venezolana, según la cual ella no fue resultado de un proceso de reflexión humanista en torno a la libertad, el contrato social y los derechos del hombre y del ciudadano, sino producto de una aventura militar liderada por el Libertador, inspirada en el romanticismo del precursor  —«declaración de un sueño, debida a las voces revolucionarias de Bolívar y Miranda», ¡hágame usted el favor!—, próceres de uniforme devenidos en superhéroes de comiquita gracias a esa exégesis ramplona.

El discurso continuista del otro yo del binomio dictatorial entraña un golpe de Estado contra la institución del sufragio o, al menos, la aceptación anticipada de un timo electoral; de allí los plenamente justificados pronunciamientos en su contra. Ovidio Pérez Morales reaccionó con juiciosa e inteligente ironía ante el despropósito cuartelario: «El nuevo presidente del CNE es el ministro de la Defensa. Y es muy eficiente, porque ya cantó los resultados de todas las futuras elecciones de Venezuela. Candidato al premio Nobel de la Paz». (¿Y por qué no; ¿acaso no está el galáctico eterno en espera de su santificación oficial?). El general de división (r) y ex ministro de Defensa Fernando Ochoa Antich, en misiva dirigida al general en jefe irregularmente activo, publicada en este portal, expresó: «Sus palabras no hacen otra cosa sino confirmar que el objetivo político de Nicolás Maduro y su camarilla es mantenerse indefinidamente en el poder, sin respetar la voluntad de nuestro pueblo expresada democráticamente a través de elecciones». A juicio de Carlos Blanco «Padrino López asumió una postura política de alto perfil como para establecer quién manda de verdad y pudiera representar una amenaza al propio Maduro: ¡Cuidado con vainas o te reemplazo!».

El Nacional, en su editorial del miércoles 8, dejó en el aire varias preguntas: «¿consultó Padrino López a los amos cubanos del régimen, a sus estrategas políticos, sobre lo que pretendía decir? ¿Sometió con la debida anterioridad sus palabras a la consideración de Maduro, entre otros? ¿O fue acaso su intervención producto de la improvisación, la imprudencia o cierta falta de malicia política?». Sin respuestas a tales interrogantes, un iracundo feisbuquiano de identidad oculta tras un seudónimo, se limitó a llamarle «monigote con uniforme de espantapájaros».  Y si se trata de espantajos y aves de rapiña, apremia averiguar antes de que emprendan vuelo, cuál es la opinión de Henri Falcón, Claudio Fermín, Felipe Mujica, Timoteo Zambrano y demás zamuros de la disidencia consentida respecto a la arrogancia del administrador de la violencia autorizada. El país espera explicaciones, mientras inquiere, una cosa lleva a la otra, si Rafael Simón Jiménez renunciará a su decorativa rectoría, pues de no hacerlo será cómplice de un fraude cantado.

¿Es la de Padrino temeraria iniciativa de un lobo solitario o de un peligroso mono con hojilla? No pareciera. Casi en paralelo a su insolencia, Tarek William Saab —este apellido suena en Cabo Verde— ,«brazo ejecutor de las políticas de terrorismo judicial y persecución en contra de los miembros de la Asamblea Nacional y del gobierno legítimo», y  avatar de Antoine Quentin Fouquier de Tinville —el implacable acusador público que condujo al cadalso a María Antonieta y Carlota Corday, y a decenas, si no centenares, de girondinos y  jacobinos, entre ellos a Saint Just y al  mesmesemo Robespierre, y  a la larga , ¿justicia poética?,  fue decapitado—, libró órdenes de captura contra los miembros de la junta directiva ad hoc del BCV, Ricardo Adolfo Villasmil, Giacoma Cuius Cortesia, Manuel Rodríguez Armesta, Nelson Andrés Lugo y Carlos Antonio Suárez; los funcionarios de la Procuraduría Especial de la República, José Ignacio Hernández (quien renunció recientemente a su cargo), Irene De Lourdes Loreto y Geraldine Afiuni; así como Vanessa Neumann, embajadora en Reino Unido, Julio Borges, comisionado presidencial para las Relaciones Exteriores, y Carlos Vecchio, embajador en Estados Unidos.

Acosó y acusó de delitos imaginarios el Fouquier Tinville bolivariano a 11 funcionarios del gobierno interino ¿Por qué precisamente 11? Porque 11 fueron los funcionarios afines al dictaduro sancionados por la Unión Europea —¿Casualidad? ¡Miii!—. Tampoco fue casual la creación de las «brigadas de prevención popular de líderes y lideresas del partido socialista unido de Venezuela (psuv)» —las minúsculas son intencionales, las comillas no—, anunciada por el zarcillo el día de la apoteosis de Vladimir, las cuales «tendrán la tarea de desplegarse en todas las comunidades del país, para informar (¿sobre qué?) en tiempo real y proteger casa por casa a la familia venezolana». Pero en realidad, la misión de los flamantes duplicados de los CDR fidelistas (comités de defensa de la revolución) será espiar, intimidar y sobornar a los más necesitados con un par de bolsas CLAP, a objeto de contar, no con sus votos —ya estos han sido escrutados—, sino con su asistencia a los centros de votación y, así, con fines meramente propagandísticos, superar a la abstención, por primera vez en 21 años. Y hasta aquí llegamos, disculpándonos con quienes hayan prestado atención a las divagaciones de hoy, Día Mundial de la Medicina Social y de los santos Paterniano de Fano y Procio de Ancira, y creyeran haber leído un periódico de ayer. Lamentablemente, la crónica del nicochavismo es disco rayado: ¡empújele, empújale la aguja!, cantaba Cheo García con la Billo´s Caracas Boys.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!