La agenda sobre el cambio climático de Joe Biden fuerza una transición energética en Occidente que amenaza su seguridad. Para 2030, Estados Unidos se comprometió con disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero entre 50% y 52%; Japón, 46% –significativamente más de lo prometido anteriormente–; y Canadá entre 40% y 45%, en lugar del 30% anterior.

Hace 2 semanas un tribunal holandés dictaminó que la petrolera Royal Dutch Shell debe acelerar la reducción de las emisiones de gases de dióxido de carbono para 2030.

El mismo día, el fondo de cobertura activista Engine N° 1 consiguió la elección de 2 de los 12 miembros de la junta directiva del gigante petrolero ExxonMobil Corp., alineados con los movimientos globales para combatir el cambio climático. Para rematar, los accionistas de Chevron Corp. votaron a favor de una propuesta para reducir las emisiones generadas por el uso de los productos de la empresa, una medida que subraya la creciente presión de los inversionistas en las compañías energéticas para reducir su huella de carbono.

Ese día se conoce como el «miércoles negro» en el mundo petrolero. En 24 horas las tres grandes empresas recibieron una buena dosis de la agenda globalista por parte de los accionistas y de un tribunal.

La semana pasada continuó la tendencia, los inversores ambientalistas aseguraron un tercer puesto en la directiva de ExxonMobil.

El apoyo de los inversionistas al cambio climático podría obligar a las empresas petroleras y de gas a replantearse la rapidez con la que se orientan hacia otras formas de energía. Por ejemplo, British Petroleum Plc, que recientemente se comprometió a consultar a sus accionistas sobre sus objetivos climáticos, podría ser la próxima prueba de esta oleada.

En esta misma línea de acción, la Agencia Internacional de la Energía propuso recientemente en su informe Net-Zero by 2050 que no se invirtiera más en petróleo y gas.

Sin embargo, la AIE acaba de solicitar a la OPEP+ el incremento de la producción de petróleo para contrarrestar el aumento de la demanda en 2022.

El organismo con sede en Francia ha pedido al mundo que redoble su apuesta por las renovables y se comprometa con el Acuerdo de París, al tiempo que admite que la economía mundial sigue demandando grandes cantidades de hidrocarburos. Como lo indica en su último reporte sobre el mercado petrolero, la demanda aumentará en 5,36 millones de barriles por día en 2021 y otros 3,07 millones de bpd en 2022. A finales del próximo año se espera que el consumo mundial se sitúe en una media de 99,46 millones de bpd.

En consecuencia, el crudo seguirá teniendo una gran demanda durante esta década por los combustibles que se requieren para el transporte y por los productos petroquímicos que se utilizan para plásticos o con fines domésticos. Por ello, la preferencia de Wall Street por la agenda verde reducirá la inversión en la extracción de petróleo, preparando el terreno para la escasez de suministro y el aumento de los precios. La caída del capital en combustibles fósiles es tan grave que las grandes empresas internacionales de la energía podrían tener dificultades para seguir supliendo el 14% actual de la demanda mundial de petróleo en los próximos 10 años.

El año pasado, los recursos para la extracción de crudo cayeron a 330.000 millones de dólares, menos de la mitad del total de su récord de 2014, según la consultora Wood Mackenzie. Una cifra que aumentará ligeramente este y en los próximos años.

 

Para el banco de inversión JPMorgan Chase & Co., el capital previsto en el suministro de petróleo a nivel mundial está por debajo de 600.000 millones de dólares al que se necesitará para satisfacer la demanda prevista para 2030.

La agenda verde 2030 de Biden podría crear la base de la próxima crisis petrolera ante el incremento del consumo después de 2022, como se prevé, y la incapacidad de las grandes empresas de energía de satisfacer la demanda por la retirada de Wall Street de la industria de los combustibles fósiles, provocando un déficit de suministro.

Por lo tanto, se puede prever que los precios del barril de petróleo se dispararán en los próximos años, pues el consumo superará la capacidad de producción por primera vez en la historia y alcanzará el crudo WTI valores de 80 dólares este año y 100 dólares en 2022.

Con este escenario, la situación para los productores de la OPEP+ no puede ser más radiante. Y, con el aumento de los precios y la demanda, los ingresos también se dispararán.

En conclusión, la agenda verde de Biden coloca la seguridad energética de Occidente en manos de Rusia y la OPEP.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!