Piense usted. Como quiera y pueda, pero piense. Luego razone su pensamiento con los demás, para pensar mejor”. Fernando Savater

La incertidumbre, aclaro de una vez que no voy a dedicar esta nota a hablar exclusivamente de la pandemia; suficiente con lo que se ha dicho sobre ella. Solo son unas cuantas líneas de manera introductoria. Iba a decir antes de la digresión, que la incertidumbre ha sido una atormentadora preocupación que afecta a la mayoría de los venezolanos. Si nos atenemos a las cifras suministradas por los informadores, digamos oficiales, el coronavirus ha sido bastante benévolo con nosotros si lo comparamos con países como Italia, España o Estados Unidos, por ejemplo. Sin embargo, los habitantes de estos países y otros que han sido lastimados por este mal, tienen la seguridad de que dentro de unos meses más saldrán a flote y se recuperarán de los daños ocasionados; incluso hay sociólogos y antropólogos que afirman que hasta beneficios podrán extraer las sociedades que han vivido estas amargas experiencias.

En nuestro caso, que no es la pandemia lo más tormentoso, la situación es diametralmente dispar. Nuestra crisis no se limita a un lapso de unos pocos meses; no tenemos un tiempo aproximado de cuándo vamos a superar esta crisis ocasionada por un grupo de individuos que se aferraron al poder con la finalidad de enriquecerse a cualquier costo, la genuina pudrición. La preocupación del gobierno de Nicolás Maduro no se centra en cómo solucionar las carencias de los compatriotas: darle lo básico como agua, electricidad, gasolina, eso dejó de preocuparles hace algún tiempo. Cabe preguntarse luego: ¿es qué acaso a estos individuos les preocupó eso en algún momento? Sí, el ser humano más perverso tiene algunas partículas de compasión con aquellos que están bajo su responsabilidad. El caso es que ya ellos perdieron ese soplo de virtud. Todo su tiempo, todos sus recursos, están puestos en la búsqueda de la fórmula mágica que les permita no tanto mantenerse en el poder para seguir medrando de él, ya tienen en abundancia, sino como lograr salvarse del cerco, del yugo tenaz de la primera potencia mundial; esa es la mayor preocupación del régimen en estos tiempos. También, a los partidos de oposición y su dirigencia política dejó de preocuparles, por la sencilla razón de que sus dirigentes repentinamente enmudecieron, fueron atacados por una afonía irresponsable e injustificada. Con unas ínfimas excepciones que, por cierto, yo no sé exactamente cuáles pudieran ser. Solo lo hacemos porque alguien pudo haber pegado un grito por allí que desconozcamos. Esa lesión en las cuerdas vocales ha afectado del mismo modo a dirigentes regionales permitiendo que funestos gobernadores de estado procedan sin mayores obstáculos, incluso en hechos tan graves como el tráfico de drogas.

Afortunadamente, las piezas más importantes se apuntan sin señales autistas del lado de la democracia. Nadie discute dentro, ni fuera del país, que Juan Guaidó es el líder incuestionable de este movimiento. Asimismo, se cuenta para cualquier proyecto político de grandes dimensiones con el respaldo mayoritario de cerca de 90% de los venezolanos que no tienen militancia partidista. Del apoyo internacional, donde se encuentran alineados los países más poderosos de la geografía planetaria. Es de destacar que, del mismo modo, los dos países limítrofes —Colombia y Brasil— apoyan el establecimiento de un gobierno de emergencia nacional como única opción para salir del agujero negro donde nos encontramos circunstancialmente, sumidos.

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