Hans Kelsen

No se ha resaltado con la fuerza que merece, el relevante  papel del gran jurista vienés en el enriquecimiento de la teoría de la democracia.  En efecto, y con razón, se ha destacado su aporte a la teoría pura del derecho, la célebre “pirámide kelseniana”  y la creación de una jurisdicción especial para la interpretación del texto fundamental, el tribunal constitucional, lo que en absoluto opaca su concepción y defensa de la democracia , de mayor valor aún, pues se concibe en pleno desarrollo de los totalitarismos, especialmente el totalitarismo fascista, que muy pronto terminaría imponiéndose en buena parte de Europa.

Sobre nuestro tema Kelsen escribió una obrita, corta en extensión  pero  poderosa  dado su real impacto doctrinario, Esencia y valor de la democracia, aparecida por primera vez el año 1920, revisada y ampliada en su segunda edición, publicada el año 1930, y donde estampó la  célebre frase: “ La democracia, necesaria e inevitablemente, requiere un Estado de partidos”. En  efecto, y siguiendo sus propias palabras, “la democracia  del Estado moderno  es una democracia mediata, parlamentaria, en la cual la voluntad colectiva que prevalece es la determinada por la mayoría de de aquellos que han sido elegidos por la mayoría de los ciudadanos. Así, los derechos políticos  -en los que consiste la libertad- se reducen en síntesis a un mero derecho de sufragio.”  Hoy el aporte a la democracia de Kelsen podrá parecernos un lugar común, si no nos percatamos  que la teoría de la democracia en la construcción de la democracia liberal de nuestros días (y Kelsen era un convencido liberal en toda la línea de su gran tradición), requería de una adecuada conexión de la teoría de la representación, el parlamentarismo  y  los derechos civiles y políticos, con la nueva realidad de los partidos políticos, que se estaban convirtiendo en el eje de la relación entre gobernantes y gobernados en nuestra época, con el predominio de la sociedad y consiguiente democracia de masas. Kelsen, para mayor abundamiento, es el precursor de la llamada  teoría elitista de la democracia,  una teoría de amplio espectro  e influencia en nuestro tiempo, que sostiene que la democracia no es otra cosa que un procedimiento mediante el cual la decisión del pueblo se contenta con decidir mediante el voto cual de las élites en pugna por el poder (los partidos) los gobernará por un período determinado. Por último, en esta apretada síntesis deseo destacar otro aspecto de la mayor importancia, en esta dura época que pretende aplastar el pluralismo y la tolerancia bajo conductas populistas y autoritarias. Y es que para Kelsen, como lo ha destacado Sara Lagi, una lúcida estudiosa de su pensamiento político,   la democracia debería ser presidida por una  Weltanschauung crítico-relativista, donde caben todos los pensamientos, todas las convicciones.

Una centuria ha transcurrido desde la publicación de las sugerentes reflexiones de nuestro autor sobre la democracia, para preguntarnos que permanece de ellas y que se ha transformado. Lo primero que cabe decir es que siguen constituyendo los pilares de la democracia liberal de nuestro tiempo, y así lo recoge el constitucionalismo formal expresado en nuestros textos fundamentales. Sin embargo, las tendencias de larga duración, parafraseando a Braudel, comienzan a erosionar sus postulados y principios de mayor relevancia. Así, la innegable crisis de los partidos en prácticamente todas las democracias de la actualidad, la emergencia de la democracia participativa, la democracia social y sus orgullosos derechos, la también denominada crisis del parlamentarismo, el protagonismo de la sociedad civil, son tantas manifestaciones de un mundo en cambio, cuyas consecuencias no podemos prever para el futuro  del ideario democrático, para no hablar de las permanentes asechanzas de los autoritarismos de la más variada índole.

Como conclusión de estas líneas, y no pretendo otra cosa que un sencillo homenaje al genial jurista austríaco, justo es destacar el inmenso aporte, muchas veces no suficientemente reconocido, de Kelsen a una visión y teoría de la democracia, que como ninguna, ha ofrecido libertad a las pocas naciones que han podido disfrutar de sus bondades.


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