(Mantén la calma y sigue adelante)

El título proviene  de un lema motivacional usado por el gobierno británico en el año 1939, al inicio de la II Guerra Mundial, para estimular el buen ánimo y moral de sus ciudadanos. Fue poco conocido hasta que en el año 2000 fue ampliamente usado para propósitos comerciales y para formular parodias o lemas comerciales, como el famoso Keep Calm and Keep Walking.  En mi caso particular, lo complemento con una orden clara y precisa que recibí de mi instructor de vuelo cuando  –ante mi desconcierto– apagó el motor de la nave de entrenamiento a mitad del campo en el patrón de aterrizaje: “Vuela el avión. Pase lo que pase, no dejes de volar el avión”. Los pilotos experimentados pueden confirmar que, por el tamaño del avión, la altitud sobre el campo, la distancia lateral de la pista y la longitud de la misma, esta maniobra es muy fácil de sobrellevar y aterrizar con éxito (quizás no tanto si hubiere viento cruzado, pero no fue el caso). Igualmente, podrán confirmar también que para ellos es la primera regla de entre todas: pase lo que pase, vuela el avión.

Enfrentamos a personas muy rudas, crueles y de propósitos individuales asombrosamente inmediatos, vivimos en circunstancias crueles y extremadamente difíciles y experimentamos emociones terribles como (1) la ira y sus 14 manifestaciones, (2) la tristeza y sus 10 manifestaciones, (3) el temor y sus 13 manifestaciones, (4) la sorpresa y sus 3 manifestaciones, (5) el disgusto y sus 7 manifestaciones y (6) la vergüenza y sus 7 manifestaciones. No las enuncio todas, puesto que son 40 manifestaciones y se haría demasiado largo, pero quizás entre las 6 categorías y las 40 manifestaciones encontrarás todo lo que un individuo de la cultura judeo-cristiana puede llegar a sentir negativamente. Esto es así porque omití enunciar las dos categorías de las emociones positivas y sus manifestaciones: (7) el placer y sus 17 manifestaciones y (8) el amor y sus 9 manifestaciones.

Así como hay emociones, también existen las virtudes. Aunque desde hace mucho las he conocido como virtudes morales humanas, también me refiero a ellas como «las herramientas». Me da la impresión de que algunos sectores han hecho lo posible y lo imposible para desprestigiar el término virtudes y curiosamente han acuñado el verbo satanizar cuando se les reclama conductas inapropiadas.

Las virtudes o herramientas que he logrado compilar hasta ahora son (por orden alfabético): (1) la amistad, (2) la alegría, (3) la audacia, (4) la compasión, (5) la comprensión, (6) la constancia, (7) el coraje, (8) la disciplina, (9) la discreción, (10) la flexibilidad, (11) la fortaleza, (12) la generosidad, (13) la

honestidad, (14) la humildad, (15) la justicia, (16) la laboriosidad, (17) la lealtad, (18) la obediencia, (19) el optimismo, (20) el orden, (21) la paciencia, (22) el patriotismo, (23) la perseverancia, (24) la prudencia, (25) el pudor, (26) la reciedumbre, (27) el respeto, (28) la responsabilidad, (29) la sencillez, (30) la sinceridad, (31) la sobriedad, (32) la sociabilidad y (33) la templanza. Todas ellas giran alrededor de cuatro virtudes que han sido categorizadas como las virtudes humanas cardinales: la fortaleza, justicia, prudencia y templanza.

Es curioso que las personas que integran el régimen usurpador y su minúsculo número de fanáticos –porque la verdad es que son la minoría– no tienen emociones relacionadas con el amor, aunque desbordan más litros de las emociones relacionadas con la ira que el agua que pasa por las compuertas totalmente abiertas de la represa de Guri. También es curioso que ellos son incapaces de ejercitar las 33 virtudes mencionadas arriba.

No tan curioso, sino asombroso –y muy bienvenido– es que para sentir amor y ejercitar las 33 virtudes no se requieren de títulos de educación u ostentar grados académicos, militares o eclesiásticos. Lo único que se requiere es ser “buena genta y de la buena”.  La “buena gente y de la buena” en Venezuela es la mayoría. De lo contrario, ya nos hubiéramos canibalizado todos los unos a los otros.

Político, empresario, trabajador, estudiante, lo anterior no es proselitismo religioso, ni recursos de New Age, ni tesoros descubiertos en las tumbas de visitantes extraterrestres. Es la verdad. Las virtudes morales naturales son virtudes adquiridas que mejoran la vida de la persona a nivel natural. Son las herramientas que podemos usar para vivir en bienestar. No son santas, sino útiles. Ninguna de las virtudes te llevará al Cielo, o al Paraíso, o a la Valhalla en la ciudad de Asgard, o a Valinor. Piénsalo: si fueran dominantes en el modo de conducta normal, podrías dedicarte con ahínco y fervor a ejercer tu vocación, sin tener que cuidarte las espaldas, ni temer por traiciones ni maniobras. Dicen que la educación es la salvación de Venezuela. Sí. Definitivamente sí, siempre y cuando la educación incluya el ejercicio del amor, la práctica de las virtudes y la instrucción y práctica para  anular las emociones negativas.

¡Ah! Un último detalle. Ya casi que se me olvidaba. No es contigo. Es para Perencejo & Cia. Pero bien se lo pudieras decir si te parece y estás de acuerdo. En la United States Military Academy – también conocida como West Point– existe un monumento ubicado en un lugar privilegiado, prominente y de tránsito obligado. Se le conoce como el “Honor Code Monument” (Monumento al Código de Honor) y dice muy claramente en idioma inglés lo siguiente: “A cadet will not lie, cheat, steal, or tolerate those who do” (Un cadete no mentirá, engañará, robará o tolerará a los que lo hacen). Perencejo, zutano, fulano, mengano, perengano, robiñano, es con ustedes: a buen entendedor, pocas palabras.

Lo que más nos conviene es preservar nuestra autoestima, mantener el buen ánimo y el buen humor, aplicar las herramientas, mantener la calma, seguir adelante y, pase lo que pase, volar este avión.

(La compilación de las categorías de las emociones la tomé de la obra La inteligencia emocional de Daniel Goleman y la compilación de las virtudes proviene de las obras La educación de las virtudes humanas de David Isaacs y El libro de las virtudes de William J. Bennett).

Dios guarde a V. E. muchos años.

@Nash_Axelrod

 


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