Ya quedó respondida la incógnita que consumía el tiempo de periodistas, políticos y el público en general. La compañera de fórmula de Joe Biden es la senadora de California Kamala Harris.

Harris, abogada brillante, de penetrante oratoria y verbo aguerrido contra Trump, fue una destacada fiscal general del estado, en su natal California. La marca de la muy carismática Kamala Harris está asociada a las luchas legales para garantizar la igualdad de oportunidades (por ejemplo, durante la crisis bancaria de 2007 se enfocó en defender la vivienda principal de deudores hipotecarios víctimas de prácticas crediticias depredatorias) y por la reforma del sistema penal y penitenciario, a efecto de eliminar injusticias y vestigios de racismo sistémico, incluyendo erradicar la violencia policial, que afectan a sectores vulnerables y a las minorías étnicas, muy especialmente afroamericanos y latinos. Es, a no dudarlo, una autoridad nacional en asuntos sociales y reforma sanitaria, pero en materia económica racionaliza sus planteamientos al punto de que no concita rechazo en los sectores empresariales.

La hija de inmigrantes de Jamaica y la India, con raíces afroamericanas en el Caribe, es también un activo político potente entre los electores latinos. En efecto, la prestigiosa encuestadora Latino Decisions en una reciente investigación (realizada para el Voter Participation Center y Voto Latino) encontró que 59% de los votantes latinos, residentes en estados claves y definidos como “campo de batalla electoral”, dijo que estaría entusiasmado con Harris como vicepresidente, y 52% señaló que la selección de Harris lo haría más propenso a votar por Biden.

Harris, quien fue precandidata presidencial y confrontó al propio Biden con la fuerza que la caracteriza en los debates, se retiró temprano de la contienda, pero más allá de las tensiones propias de una primaria, durante su mandato como fiscal general de California desarrolló una cercana amistad con Beau Biden, el difunto hijo del exvicepresidente, quien era en ese mismo tiempo fiscal general de Delaware, y a quien se le tenía como una de las estrellas emergentes en el Partido Demócrata. Sin duda esa amistad debe haber creado, más allá de los vaivenes de la política, vínculos de confianza y lealtad fundamentales para un político como Joe Biden.

Pero hay un elemento a destacar en esta decisión de Joe Biden. Kamala Harris es la hija de una familia de inmigrantes. Su defensa del sueño americano amplifica la visión del candidato demócrata con respecto a la importancia que tenemos los inmigrantes como parte fundamental del tejido social de Estados Unidos. La historia de Kamala Harris, y su trayectoria, inspira a millones de familias que vinimos a este país para construir un futuro digno, alcanzar la felicidad y desarrollar el potencial que las circunstancias nos negaron por distintas razones en nuestros países de origen. De hecho, como senadora por California se ha involucrado en tres temas de política exterior especialmente relevantes para la comunidad latinoamericana: En primer lugar, es una de las 30 senadoras demócratas que ha presionado al gobierno de Trump para que reactive el programa de cooperación con los países del triángulo norte centroamericano; segundo, como senadora (y también como precandidata presidencial) abogó y apoya la protección migratoria temporal (TPS) para los venezolanos; y finalmente, ha denunciado sin reservas el socavamiento de la institución del asilo por parte del gobierno de Trump, así como la inhumana práctica de separación de familias solicitantes de asilo en la frontera sur estadounidense.

En definitiva, la decisión es muy acertada. Consolida en un solo nombramiento el apoyo afroamericano, latino y simboliza el empoderamiento de la mujer, en este caso, la hija de inmigrantes. Una persona que, además, como ha reconocido el propio Joe Biden, está preparada desde el primer día para ejercer la presidencia misma, así como para ser actora principal en el sistema de delegación del trabajo al que aspira como presidente, repitiendo el modelo que el presidente Obama utilizó con el propio Biden durante su mandato. Como decía un ilustre narrador del beisbol de mi juventud en Venezuela: mi gente, no cambien de sintonía que ya volvemos, este juego ahora es que se pone bueno. Kamala, la hija de inmigrantes, está lista para hacer historia.

 


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