Por Dr. Pablo Kaplún Hirsz

Me escribe un buen amigo: “A mi padre le tocó vivir momentos en su vida bastante curiosos. Él inventó unas jeringuillas de vidrio con las que tuvo poco éxito comercial. Cuando las patentó y sacó al mercado, una empresa italiana importante hizo caso omiso de la patente que protegía las jeringas que fabricaba mi padre. Tuvo energías para llevar a juicio a los italianos y ganó al cabo de cuatro años. La sentencia obligó a los italianos parar la fabricación de jeringas de vidrio con el procedimiento de mi padre (antes se ajustaba a mano cada émbolo con la hembra; mi padre consiguió que todos los émbolos y hembras fuesen intercambiables gracias a su invento de fabricación).

Hasta ahí todo bien, pero la justicia española protegía más las patentes introducidas en el país que las nacionales, así que no tuvo derecho a indemnización y durante esos cuatro años los italianos, con una gran fábrica, hicieron buen negocio. Al concluir el juicio, el italiano le dijo a mi padre: ‘Ha ganado usted señor, tal como era de esperar, pero, ¿a qué ha perdido? ‘¡Y tanto!´, le respondió, ´porque tengo que cerrar la fábrica”.

“Durante ese período habían aparecido las jeringas de plástico, mucho más baratas que las de vidrio. El posible negocio se había volatilizado”.

Y continúa mi amigo:

«La historia de los monos enjaulados que expusiste en tu columna[1] sobre cómo los simios impiden que sus semejantes alcancen un racimo de plátanos porque heredan la creencia de que eso es malo sólo porque alguna vez entre ellos uno fue castigado al intentarlo permite extrapolar lo descrito a cómo reaccionamos los humanos para rechazar a quienes intentan innovar es dramáticamente real. Somos primates y eso se nota en miles de aspectos. El asunto aquí, en este country, es que existe una trama subyacente no explicitada pero altamente operativa, que cuesta trabajo descubrir. No me extraña que encuentres todo tipo de dificultades. Si Kafka hubiera nacido aquí jamás habría escrito La Metamorfosis, porque ya está escrita en la vida del día a día. Yo he ido aprendiendo su existencia a lo largo del tiempo y sobre todo por haber trabajado en Canarias; el carácter isleño hace más visible la trama. Pero está en todas partes, y en la gran ciudad te la encuentras cuando subes por las ramas y rameras de las relaciones sociales de las élites. Yo no te sé dar recetas de cómo manejarse en ellas, mis habilidades sociales son un tanto limitadas. Debo decir que he tenido mucha suerte y me he ido escurriendo entre los entresijos del sistema. Pero miro hacia atrás y casi da vértigo. Eso por otra parte ha hecho que no desarrolle ataduras sociales, que son daños colaterales imposibles de evitar cuando formas parte de la trama. Así que soy un mono libre, que mira casi en silencio desde un rincón cómo se desarrolla la película”.

“Como guía, piensa que en Latinoamérica habéis heredado más cosas que el lenguaje. La aparente modernidad de la madre patria es en gran medida un barniz, pero debajo estamos unidos por la misma mierda. En realidad, todas las culturas huelen mal cuando las conoces en profundidad. Un amigo mío, compañero de carrera decía: ‘Voy a poner un anuncio en un periódico sueco: español harto de país y de familia busca sueco, harto de país y de familia, para intercambio”.

Las leyes españolas ahora tienen que acomodarse a las europeas, lo cual está haciendo cambiar positivamente algunos aspectos de la trama, pero es muy resiliente, lleva siglos sobreviviendo».

Mi amigo es un visionario y un pedagogo con la pluma. Le conozco desde hace mucho y sigo sus escritos con interés, porque es común que aporte ideas que me tocan vivir en carne propia. Hoy estoy intentando innovar en educación ambiental, lo que resulta tanto o más difícil como me costó en su momento en Venezuela, sólo que en sus buenos tiempos mi país daba mínimos de piso económico a los innovadores más fácilmente que lo que cuesta obtener aquí siendo útil aclarar que esos mínimos no suponen la existencia de becas ni aquí ni allí…otra amiga decía que mi esposa y yo somos una pareja que consumimos menos que un Volkswagen escarabajo apagado. Entre mi austeridad y obtener sueldos en trabajos que nos permitan tener tiempo libre para dedicarme a aquello que me apasiona ha transcurrido mi felicidad.

Pero siempre he chocado con lo kafkiano como techo para mis innovaciones educativas en pro de un mundo sostenible. Lo interesante es que la metamorfosis puede ser leída como drama o como texto de humor. Cito[2] «Este relato escrito por Franz Kafka y publicado en el año 1915, narra cómo una mañana, sin saber cómo, Gregorio Samsa despierta convertido en un horrible insecto. Había sufrido una misteriosa mutación aquella noche.

A partir de ese momento su vida cambiaría por completo, puesto que su familia rechazaría firmemente su nuevo aspecto.

Es cierto que había pasado la mayor parte de su vida trabajando diligentemente para así poder mantener tanto a sus padres, como a su hermana, sin embargo, a partir de ese momento parecía carecer de importancia todo el esfuerzo realizado en un pasado, al cual considerarían ya inaccesible. En un principio Grete (su hermana) se armó de consideración y decidió alimentarle, pero a medida que pasaban los días se planteaba la existencia de su hermano, ya que lo veía como un monstruo y consideraba que aquella cosa no podía poseer sentimiento alguno.

De modo que el protagonista finalmente tendrá un final trágico, pero a la vez paliativo para aquellos que le rodeaban.

La soledad y la falta de atención harán que su muerte se convierta finalmente en la única escapatoria del protagonista.

El hecho de poseer dicho aspecto al protagonista no es lo que más le preocupa, pero a medida que transcurre la obra el personaje se va percatando de la cruda realidad, ya que experimenta sensaciones de soledad y frustración al sentirse desplazado y absolutamente rechazado por aquellos que primeramente parecían quererle.

Cabe destacar las similitudes entre el autor de la obra y la misma, puesto que, este, muestra rasgos de su vida a través de dicha obra. La transformación de Gregor sería, por lo tanto, una metáfora en la que refleja la propia infancia del autor, cargada de un gran sentimiento de inferioridad y rechazo producido por parte de su padre”.

Dentro de la obra pueden encontrarse fragmentos humorísticos que a simple vista pueden resultar absurdos o incoherentes.

Puede que parezca extraño que desde un primer momento el humor se encuentre a flor de piel, si bien, por otro lado, se podría pensar que dicho humor pretende amenizar tan trágica historia.

Lo cierto es que la obra incorpora el humor como una técnica en la que se proyecta la crueldad sufrida por el protagonista. De este modo se le resta importancia a tan violenta situación en la que nadie es capaz de ver lo que realmente es y si su aspecto. Gregor al despertar y verse con semejante aspecto, hace referencia a sus extrañas patas, lo que parece restar importancia a una situación en la que su vida no volverá a ser igual.

El hecho de que su padre arroje manzanas a dicho insecto, que es su propio hijo, resulta cómico; aunque visto desde otra perspectiva es verdaderamente espeluznante. También es trascendente citar cuando Grete toca el violín y Gregor aparece en la sala o cuando la señora que acudía a limpiar la casa le amenaza con una escoba, y mismamente el final del relato en el que encuentran muerto a Gregor se añade cierto humor.

De modo que el argumento de la metamorfosis muestra el rechazo social que sufren aquellas personas que son consideradas “diferentes” al resto.

Tanto a mi amigo como a mí y otros compinches de mis aventuras ambientalistas es el  sentido de humor -que alguno ha calificado de «negro», apelativo que tiene más de racista que de preciso- la cual yo más bien llamo capacidad de ironizar son los que nos han permitido subsistir en medio de unas estructuras legales e institucionales diseñadas desde antes de la Edad Media para aplastar a la arácnido de «la metamorfosis» o al funcionario protagonista de la también kafkiana novela El proceso, en la que un rutinario funcionario pasará su vida defendiéndose de un delito por el cual es acusado y el que ni siquiera sabe cuál es.

A los ambientalistas nos sucede algo similar: luchamos por una causa que nadie tiene la desfachatez de calificar ni de ilegal ni de innecesaria, pero el aparato del Estado sí se encarga de volverla irrealizable, a pesar de que el mismo Estado firma tratados de «sostenilbilidad y mitigación y adaptación al cambio climático» que velará por nunca aplicar.

Tengo compañeros ecologistas que ponen en duda el cambio climático; a ellos les digo que da un poco lo mismo: al fin y al cabo unos y otros deseamos parar este modelo de civilización unidimensional, consumista como la calificaba  Hebert Marcuse allá por 1964; sea por una vía o por la otra. El modelo actual de desarrollo es probadamente inviable, tanto por su ímpetu extractivista como por generar cantidades gigantescas de basura o contaminación. Más que estos ecologistas me preocupan aquellos que echan culpas al cambio climático para evadir responsabilidades sobre las crecidas terriblemente destructivas que han estado asolando recientemente a comunidades del Valle del Mocotíes y el litoral venezolano.

Decía también mi amigo citado al principio  que las Naciones Unidas no son un megagobierno trasnacional: esto es cierto, pero también es verdad que se han constituido en una megaburocracia internacional. Es precisamente la burocracia y la inoperatividad la que ironiza Kafka con sus obras; si volviera a nacer su obra no tendría sentido, ya está escrita y vivenciada. La implementación del problema del Acuerdo de París precisamente y los intentos por aplicarlos con las respectivas trabas que encuentran quienes impulsan esos intentos son realmente kafkianos. Topamos con el interés no escrito, pero sí mal disimulado de que no se llegue a ningún avance en la materia. La COP 26 o Conferencia de las Partes próxima a realizarse en Glasgow, Escocia, ¿cambiará algo al respecto?

[1] Ver: https://www.elnacional.com/opinion/como-reinventarse-en-tiempos-de-sostenibilidad-epoca-en-que-ya-esta-todo-inventado/

[2] https://www.lecturalia.com/libro/10756/la-metamorfosis


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