Está “más clarito que el agua de manantial”, la mala intención del régimen dictatorial que impera en Venezuela de desmontar el ánimo de los venezolanos. Para eso no tienen miramientos ni contemplaciones. Apelan a lo que les sea útil, sin reparar en el daño que les infligen a seres humanos a los que obligan, mediante todo tipo de presiones, a admitir en público cosas que no han hecho o a acusar a quienes han sido sus compañeros de lucha contra esa tiranía y al mismo tiempo a pronunciar palabras de elogios para ensalzar a esa falsa revolución.

Como lo hemos venido sosteniendo en estos escritos, para esa tarea cuentan con los maestros de la impostura: sus tutores castristas. Esos son expertos en convertir en victorias sus derrotas y en confeccionar narrativas que escondan las realidades que se esmeran en ocultar, mientras van pintándonos un mundo de fantasías. Así tenemos que Maduro sigue escondiéndose, no se atreve a aparecer en público salvo en ocasiones en las que está rodeado de centenares de guardaespaldas y en lugares despoblados, tal como se le vio en el acto de inauguración del nuevo estadio de Caracas. Fue un espectáculo patético ver a aquel personaje lanzando una bola desde un solitario montículo mientras las gradas no eran ocupadas por nadie. ¡Así será el miedo!

Pero a todo tratan de sacarle puntas, incluso a esos entretenimientos que son, por cierto, uno de los favoritos de los venezolanos, el beisbol caribeño. No dudo que todo fue muy bien planificado y calculado. Se escenificará la Serie del Caribe en dos espacios muy modernos, como los son el estadio de La Rinconada y el de La Guaira. Es de suponer que cualquier visitante desprevenido se asombre viendo aquellas instalaciones modernas, impecables y de seguro exclamará “si así están los campos deportivos, cómo estarán las escuelas y los hospitales”. Pues la verdad es que esas edificaciones deportivas son una tapadera de la tétrica situación de la planta física de escuelas, universidades, pedagógicos, hospitales, ambulatorios y carreteras.

Veamos algunos ejemplos basados en datos que nos llegan desde Venezuela: la Escuela Básica José Zapico, la Escuela de Niños Especiales Oswaldo Mijares y la Escuela Básica Lander, ubicada en el casco central de San José de Barlovento, del municipio Andrés Bello del estado Miranda, están en pésimas condiciones. Y qué decir de la carretera del sector Piñango de ese mismo municipio.

En el estado Zulia está la escuela Equirrajukay y por otro lado el hospital en el noroeste de Maracaibo, ambas instalaciones en pésimas condiciones. Mientras que la circunvalación uno y circunvalación dos, sencillamente intransitables.

Un panorama nada diferente se nos pinta desde el estado Monagas, en donde la Escuela Básica Fanny Centeno, de la parroquia La Pica, en Maturín, tiene de todo menos buenas condiciones para albergar a los alumnos. No tiene pupitres suficientes, no hay agua potable y las aulas estropeadas. Nada diferente a lo que se ve en el hospital central de la capital de Monagas, el centro de salud Dr. Manuel Núñez Tovar, en donde las operaciones están suspendidas, los ascensores dañados y por lo tanto fuera de servicios, además escasea el gua potable, se han denunciado brotes de contaminación por la falta de recolección de la basura y desechos médicos.

Así está el país por los cuatro costados, mientras Maduro juega pelota, de espaldas a realidades como las que nos relatan desde Mérida, cuya carretera Rafael Caldera está despedazada por los efectos de las lluvias y el Hospital Universitario funciona a duras penas por la falta de personal médico, enfermeras y obreros. Otro estado andino como lo es el Táchira, tiene su principal Hospital Central de San Cristóbal sin insumos y la troncal 5 accidentada, drama que se agrava por la matraca que aplican a los viajeros los funcionarios corruptos de los cuerpos policiales.

Un estado que conozco muy bien, porque lo recorrí varias veces con Antonio Ledezma, Guárico, sigue con las principales vías en malas condiciones, es el caso específico de la carretera Paso Real de Macaira que conecta con San José de Guaribe, o la que entrelaza a Guayabal con Cazorla, está igual de mala que la vía que conecta a Tucupido con Zaraza y Onoto, eso es una humillante vergüenza.Uno de sus liceos emblemáticos, el Gil Fortoul de Valle de la Pascua, luce desvencijado, mientras que el hospital Francisco Urdaneta de Calabozo ya no está en capacidad de atender a los pacientes como Dios manda.

Así está la verdadera Venezuela, esa que está recorriendo esa valiente educadora, Elsa Castillo, llevando la voz de todos los venezolanos que no nos rendiremos jamás. Esos venezolanos que están saliendo, como siempre lo han hecho, enarbolando banderas de libertad como demostración de que los venezolanos no se dejarán arrebatar ni sus esperanzas ni sus ilusiones, ni mucho menos la fe en que sí será posible salir de esa tragedia.


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