Migración Colombia Guaidó

Un liderazgo diferente En medio de las dificultades surge lo imprescindible y necesario para corregir el rumbo. Venezuela es un país donde el lobby financiero del régimen ha arropado la política internacional, haciéndose de un peligroso juego geopolítico para conservar el poder a pesar de la grave crisis social y económica que padecen los ciudadanos. Los propios partidos y dirigentes de oposición han sido cooptados en buen número, estableciéndose como cómplices necesarios en la fragmentación de las estructuras políticas que deberían ser garantes de la lucha por la democracia. El centro de decisión política de oposición comprendido por el Frente Amplio o G4 y Plataforma Unitaria no tiene capacidad de ejercer presión política, poseen tanto cuestionamiento como el régimen en sí mismo. Tales características son un elemento que agiganta la desesperanza ciudadana, que ha preferido huir a otras latitudes.

No obstante, el surgimiento de Juan Gerardo Guaidó en la escena política en 2019 proporcionó una bocanada de oxígeno, que revitalizó la lucha por la libertad, la defensa de los derechos humanos, el combate permanente por los activos de la república, constituyéndose en consecuencia en un auténtico adversario del poder que representa Nicolás Maduro y sus aliados geopolíticos. Desarrolló una confrontación real, donde ha soportado vicios de propios y extraños, traiciones, complicidades y la permanente acción de desmoronar su esfuerzo con la construcción de la narrativa de la corrupción y del fracaso, para ubicar el ataque permanente en la dirección de la tesis de Joseph Goebbels, el ministro de Ilustración y Propaganda de Adolf Hitler, con aquello de “una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”, aplicada de manera exacerbada por el PSUV y sus agentes políticos, para no asumir el peso del desastre y la quiebra del país que ha significado dolorosamente la gestión de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Exculpar a Juan Guaidó no es la intención, los errores han existido y han golpeado, como él bien ha sentenciado en repetidas oportunidades: “No estoy para repartir errores, sino para asumirlos”, y en el futuro sin saber los resultados de esta coyuntura, será insoslayable su figura en torno a su voluntad infinita de alcanzar la libertad, representando a mi manera de ver un factor clave que interrumpe y cambia cual vorágine todo el entramado que ha establecido la tiranía en el propósito de sus intereses.

Todos los líderes de oposición son importantes y necesarios. Acabar con el celo y la envidia mezquina, también es urgente, porque se deberá reconocer que estamos frente al más influyente, con un liderazgo individual que contagia a la población, y alcanza lo que no se ha podido desde las desnortadas plataformas políticas de oposición, que parecen haber perdido el sentido de la misión, que no es más que la sociedad vea la luz, a través de la democracia y la libertad, alcanzando simplemente la normalidad, que se insiste en negar. La acción de Guaidó trae consigo adversidades al régimen. No reconocer la acción disruptiva de Juan Guaidó ante el desarrollo de la Cumbre convocada en días pasados por el presidente Petro en Colombia es una sinrazón.

El canciller colombiano Álvaro Leyva es el rostro de un desatino de irreversibles reacciones, que se harán presente en la política de Estados Unidos y de Europa, a los cuales les han hecho antesala sin parar cual lisonjero, precedidos por la ambición inocultable de sostener la crueldad del madurismo en América Latina, apetencias además que deberán evaluar con fino bisturí, a la hora de sopesar los compromisos de Moscú en la región y la vigilancia sostenida de Sergei Lavrov para preservarlos. Siendo considerable el doble rasero de Petro, gestionando con Estados Unidos, pero garantizando los espacios a Rusia. Presentándose nuevamente para desestabilizar los escenarios Juan Guaidó, quien más allá de la búsqueda personal y legítima de erigirse otra vez como el líder absoluto de la población venezolana, siendo la voz altisonante de la verdad, que desnuda y disloca toda la estructura de la dictadura, posicionando nuevamente a Venezuela en los debates internacionales, en la investigación de la Corte Penal Internacional, proliferando las reacciones de los medios de comunicación que sacuden la opinión del mundo, obligando a reconsiderar decisiones económicas de orden estratégico, como las concernientes a Chevron Texaco y sus operaciones en Venezuela con Pdvsa. Se llegó a considerar como la mano que mece la cuna en las relaciones políticas y comerciales entre la administración Biden y Miraflores; sin embargo, la constancia de Guaidó y sus acciones fuera de los rieles de las negociaciones y cumbres infructuosas que solo dilatan acciones verdaderas de presión al agotado sistema del madurismo, provocan la proliferación de distintos factores de la política internacional en rechazo a las comodidades y flexibilizaciones que han pretendido algunos. El más reciente, Petro a la hora de trabar las soluciones inmediatas y contundentes a la grave extinción de los derechos humanos en Venezuela. Política interna con un temporal avecinándose para el régimen venezolano, la unidad política de los dirigentes de oposición sigue siendo la gran deuda, y al parecer están bastante lejos de asumir sus debilidades. Estamos plagados de dirigentes políticos que no dan la talla, sin capacidades para impulsar la restauración nacional, que celebran la persecución de un connotado líder y hasta acompañan la narrativa del madurismo de desprestigio, si esa política les genera la percepción de cosechar a su favor en algún momento, soñando con ejercer el contrapoder político sin trabajar para ello, con una dirigencia política de esta naturaleza es inaudito creer que avanzaremos y no solo se trata de miopía política, sino de compromisos establecidos con la otra orilla, con el opresor. De tal manera que la acción cortante y diferente de Juan Guaidó da señales de vida y responsabilidad de asumir lo que se nos viene encima, y tranquiliza a la población, demostrando que en el cuaderno de su bitácora política hay capacidad de reacción y de consuelo a la vez, con una experiencia de vida, que se origina desde perderlo todo en la tragedia de la vaguada de Vargas, hasta luchar por todo, arriesgando una y otra vez para alcanzar la libertad, adquiriendo así dotes particulares de conocimientos, experiencias, y audacia, que hacen pensar a millones de venezolanos que es el ideal para desencallar la nave y llevarla a puerto seguro.

El enredo del gobierno con Juan Guaidó en una constante ofensiva, el régimen no ha podido presentar una narrativa de respuestas. ¿Dónde están? Desde Colombia el mensaje ha sido confuso, el canciller tuvo trastornos al justificar la posición, aunque no es típico en la dictadura venezolana asumir errores y dar la cara, no han podido explicar qué plan sostienen. El petitorio de suspender la investigación de la CPI es una confesión de culpa, mientras naufragan sin crear fórmulas para restañar las heridas. Parar la hemorragia que los debilita en el contexto internacional se les hace urgente, mientras se hunden en un vacío de ausencias, sin canciller consolidado, sin respuestas a las acusaciones de los senadores de Estados Unidos, sin planteamiento lógico en la fracasada cumbre colombiana, y con un escenario creciente de enfrentamientos internos producto de la corrupción de su propio núcleo en lo que han llamado Pdvsa-Cripto.

Al madurismo se le viene encima la agudización de la crisis económica, las exigencias laborales de los trabajadores. Su lucha interna es poliédrica y desenfrenada amenazando por primera vez con su caída, es el momento adecuado para que el liderazgo opositor se reunifique y convoque a la población. Si Guaidó logra encauzar la narrativa internacional y presionar aún más y desarrollar la movilización nacional desde el principio de la lealtad que ha mantenido con la causa de la conquista de la democracia, podrá recomponer desde su espíritu el equilibrio dentro de todos los aspirantes y suspender las ambiciones y concentrarse en hacer frente a la tiranía, rompiendo una vez más los esquemas y provocando escenarios no previstos que les deja sin capacidad de respuesta por diversas variables que experimenta el gobierno en su actual y debilitada composición. Ejerciendo el liderazgo Juan Guaidó, sin dudas, ha tenido errores, hoy posee nuevamente una oportunidad histórica de empinarse sobre ellos, fue rehén de la equivocada y antidemocrática política del G4, ha sido rehén de su partido Voluntad Popular y de Leopoldo López, que no acompañan y probablemente no creen plenamente en su liderazgo o lo aprecian con recelo por sus ambiciones a futuro.

No obstante, cuando las circunstancias se complican nacen las necesidades de ejercer con mayor ánimo las misiones, teniendo la particularidad de que los liderazgos muchas veces traen consigo aportes y beneficios que son intangibles, que se deberán valorar en la compensación de las cargas, en todo caso la figura de Guaidó posee la gran opción de la pluralidad, de la unificación sin castigar, sin pase de facturas, del encuentro verdadero, simbolizando que se equivocan todos al creerlo prescindible, porque no se trata de llenar espacios sino de ocuparlos con calidad de contenido, con alta responsabilidad social que eleva su razón de ser en este momento histórico de la nación, pudiendo ser el factor clave para destrabar el nudo que nos separa de la democracia.

@jufraga12


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