La convocatoria a elecciones regionales por el régimen dictatorial venezolano ha despertado humores controversiales en el país. Las estructuras de los partidos políticos de oposición,  denominados G4 y los usurpados por mandato del TSJ, distinguidos con el nombre  de la Alianza Electoral Democrática, hoy no se diferencian, por cuanto sus características opuestas se expresaban en la disposición de los primeros de no convalidar procesos electorales sin garantías, de ello la ilegitimidad de Nicolás Maduro y el andamiaje internacional de apoyo a las estrategias trazada por la AN constitucional y legítima del año 2015.

Ahora bien,  en el espectro social toda vez que ambos sectores avalan el proceso del 21 de noviembre, configurándose homogéneamente, se reafirman conceptualmente como amigos y cómplices del régimen por mostrarse ambicionando espacios políticos que no se traducen en la libertad del país, posibilitando a su vez la legitimidad cuestionada de Nicolás Maduro, y de las instituciones nacionales que son desconocidas por parlamentos e instituciones democráticas del mundo, como lo son la Asamblea Nacional de Jorge Rodríguez y el Consejo Nacional Electoral.

Este singular momento histórico que se vive en Venezuela, en el marco del debate de la conveniencia de participar o no, abre cause a una exigencia realizada desde sectores de la sociedad civil, de reclamarle al presidente interino Juan Guaidó la independización de su liderazgo,  y la ampliación de su influencia, para finalmente poder lograr una convocatoria inclusiva para salvar al país, es indiscutible su diferenciación de la política del G4, rompe definitivamente con la intencionalidad de llevar al pueblo a un nuevo fraude electoral y pone de contraste nuevamente, la necesidad de adecentar la política venezolana.

Su expresión diplomática y serena no lo aleja de la confrontación de la propuesta, un sector llama a votar, y califica de irresponsable a quienes establecen que no hay condiciones, y Juan Guaidó en correspondencia de lo que ha venido dibujando nacional e internacionalmente insiste en resaltar; que no existen condiciones aun en el país para participar electoralmente, y para lograrlas debemos navegar las profundidades de un acuerdo integral, y por ello se realizan las negociaciones en México, en lo medular de este asunto se renueva insistentemente dentro de la sociedad venezolana el debate de lo ético-moral con relación a la conducta de los lideres políticos, no solo por la imperiosa necesidad de hacerle frente a la corrupción generalizada que ha acabado con el país, y atender la dura crisis social, sino por el hecho magnificado de representar la posibilidad de liderazgos con verdadera honestidad y establezcan la oportunidad de converger nacionalmente para desplazar definitivamente a quienes controlan el poder político y lo utilizan de forma totalitaria para menoscabar la integridad de los venezolanos.

La inmensa mayoría del país, acompaña ese planteamiento, y desean confiar en la posibilidad de un acuerdo en el que se sientan realmente representados, tanto se ha sufrido, que hoy se ha renunciado a parcialidades,  el liderazgo político encontrara el respaldo toda vez que se actué conforme con lo que se expresa, por ello es importante que Juan Guaido evidencie con su comportamiento y actuaciones la narrativa que ha venido desbordando, de esta forma su política no solo será concebida como coherente, mas importante aun denotara alto contenido de honestidad.

Separarse definitivamente de la política del fracaso, de lo momentáneo, de los efímero, esa política mal intencionada, desprovista de principios, donde todos juegan, todos tapan, donde conciben la viveza como acto de superioridad política, cuando en realidad es la nefasta practica de la mediocridad, en la que suprimen la ética, la moral, la decencia y la honestidad de la política, esas no son herramientas para consolidar un movimiento para la democracia y la libertad de Venezuela, mantenerse con firmeza en la búsqueda de los objetivos procurando la participación efectiva de todos los factores, debe enrumbarnos con absoluta tranquilidad hacia el éxito, y de todo esto desprenderse la opción de la refundación del país, donde las capacidades y los principios estén por encima de las cuotas partidistas que tanto daño nos han hecho.

De esta forma la posición que exhibe Juan Guaido en este momento, no es poca cosa, y de seguro se desarrollará un espacio donde intentaran descalificarlo para beneficiar la equivocada aventura electoral empujada por intereses acomodaticios de los partidos, aupados para este acometido por la propia dictadura, momento en el que podemos aferrarnos al pensamiento de Martin Luther King; “Nunca, nunca tengas miedo de hacer lo correcto, especialmente si el bienestar de una persona o un animal esta en juego, los castigos de una sociedad son pequeños, en comparación con las heridas que infligimos a nuestra alma, cuando miramos para el otro lado”.

Si la mayoría del pueblo venezolano se expresa como desde ya lo hace, brindándole soledad a quienes trafican con su voluntad para convalidar una nueva farsa electoral, entonces no solo estamos al borde del surgimiento de un nuevo liderazgo, sino que la gloria de la libertad esta próxima, y todo esto que vivimos son vestigios que ya se hacen notar como estigmas espirituales.


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