Definitivamente si algo en términos políticos es una afrenta contra quienes se atreven a retar la historia es el discurso si este es manipulado en su praxis, o intenta generar sobre sus huestes una especie de adoctrinamiento incólume, máxime cuando se destila un verbo lleno de bazofia con los más putrefactos aromas del averno.

En efecto, si un individuo del madurismo al que podemos catalogar de bocón y a quien tendríamos que recordarle cuando Hugo Chávez decía que «perro que ladra no muerde», es precisamente uno de sus autodenominados «hijos», es decir, Diosdado Cabello, a quien también habría que recordarle el refrán: «La lengua es el castigo del cuerpo».

¿Y por qué la referencia de tales expresiones? Es simple. Aunque salgan los ventrílocuos maduristas a decir que «nada» pasó con el retorno de Juan Guaidó a Venezuela, la verdad es que pasó de todo, cuando vimos desde colectivos armados junto con mal llamados «guardias nacionales bolivarianos» impidiendo la llegada de diputados a Maiquetía para recibir al líder opositor, al punto de que se fueron caminando al aeropuerto; hasta una grúa colocaron para bloquear el acceso de vehículos en el túnel Boquerón I, un ridículo de tal magnitud que tuvieron que quitarla a los pocos minutos porque simplemente bloqueaban todo el acceso de los visitantes nacionales e internacionales que utilizan esa vía de manera obligatoria.

Por ello, cuando Diosdado Cabello dijo que nada iba a pasar cuando llegara Guaidó, porque este «nada» significa para Venezuela, sus declaraciones demostraron todo lo contrario. Y aquí vienen otras interrogantes: ¿Si alguien «nada» implica» para el régimen, por qué tienen que movilizar equipos de guerra como hicieron en la sede de La Carlota? ¿Si Guaidó es la «nada», cuáles fueron las razones para mover huestes de la policía política al aeropuerto de Maiquetía? No vengan a decir que era para «proteger» a esa «nada». Y lo peor es que las propias declaraciones del presidentucho de la ilegal e ilegítima «constituyente» sobre la «nada» que sería la presencia de Juan Guaidó, pues terminaron dejando en ridículo a otros «constituyentes» como Saúl Ortega o Mario Silva, quienes pedían que fuera detenido apenas pisara territorio venezolano, sin obviar que el fiscalucho Tarek William Saab aseguró que Guaidó tenía investigaciones en su contra por delitos contra la nación.

En tal contexto, lo que ha quedado en evidencia, además del fatuo y pueril discurso del madurismo, es la debilidad de un régimen que es incapaz de tocar a Juan Guaidó porque no cuentan con apoyo del pueblo para ejecutar semejante acción. También, en cierta medida, el temor de una respuesta inmediata de Estados Unidos, lo que también dejaría al desnudo que el neototalitarismo tampoco confía en el apoyo de Rusia, y menos en el de China -esta nación azotada por el coronavirus- en caso de generarse un conflicto de carácter geopolítico si decidieran colocar tras las rejas a quien viene de realizar una exitosa gira internacional, cuyo cierre tuvo el apoyo del propio Donald Trump en su discurso anual ante el Congreso de ese país y una reunión en la Casa Blanca, encuentro que por cierto ha suplicado Maduro con intensidad en los últimos meses.

Además, la llegada de Juan Guaidó ha comprobado que el madurismo teme que el coronavirus llegue a Venezuela -si no resulta cierta la información que dos personas estarían aisladas en el hospital militar de Caracas, supuestamente por tener una «neumonía»- cuando vemos a los funcionarios de emigración e inmigración con tapabocas, al momento que este ingresaba al país (1); aunque, por supuesto, no faltará alguno que por su fanatismo irracional nos dirá que ese funcionario solo se colocó tal protección porque era quien según Diosdado Cabello no tenía «nada» de importancia en su llegada a Venezuela.

Diosdado Cabello y el madurismo han quedado en ridículo, porque no se hizo ni lo uno ni lo otro, o sea, la «nada» ni pudo ser detenida, y peor aún, esa «nada» paralizó todo un pais, que hasta las propias crápulas maduristas impedían el acceso hacia Maiquetía. ¡Irónico!

La «nada» ha dejado en plena implosión a la cúpula del madurismo. Unos han quedado convertidos en nada en sus opiniones cuando exigían que Guaidó fuera llevado a la cárcel y este sigue en libertad, y los otros al decir que esa misma «nada», nada haría en el país y resultó que fueron los propios maduristas que la convirtieron en todo un suceso político con una llegada triunfal. Es más, si alguien volvió a quedar hecho nada con el excremento de sus declaraciones ha sido Pedro Carreño, quien suponemos el machete con el cual siendo capitán había ordenado a un generalucho -que hasta se le coloca en posición firme- para que se lo plantara a Guaidó en su zona trasera, es obvio que fue el propio Carreño, también por bocón, quien terminó hundiéndose ese machete en la sima -con s- de sus espacios de retaguardia (2).

El retorno de Juan Guaidó a Venezuela dejó en la nada a Diosdado Cabello, quien funge como el presidentucho de la «todopoderosa, omnipotente y supraconstitucional» asamblea nacional «constituyente» junto con el resto de la cúpula madurista, los cuales ni siquiera con semejante «poder» son capaces de llevar a esa «nada» hasta los espacios de El Helicoide o Ramo Verde. En síntesis, si la «nada» les propina semejante derrota política ¿Cómo sería si un país convertido en un todo, también se convierte en una brisa bolivariana acompañando a esa «nada»?

(1) https://twitter.com/jvivassantana/status/1227360051477798912

(2) https://twitter.com/jvivassantana/status/1225823202749960194

 

 


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