Me llevó mucho tiempo comprender mi admiración por el general José Antonio Páez, a pesar de toda la lectura que tengo de distintos autores y de su autobiografía. Lo entendí después de viejo. Páez maduró, evolucionó. Logró transformar su alma guerrera a pesar de una vida de penurias y sobrevivencias, en el sentimiento espiritual más noble que se inspiraria, a los más insignes creadores del arte de la historia universal.

«Dadme un Páez, Majestad, y mil lanceros del Apure y pondré Europa a vuestros pies». Mariscal Morillo al rey de España luego de perder en Las Queseras, 3 de Abril de 1819.

José Antonio Páez fue un muchacho pobre, sencillo y noble que padeció según algunos historiadores de Epilepsia. Condición que no afectó su sagacidad y genialidad. El Centauro de los Llanos. El león de Payara. El Taita. El Aquiles criollo. El Lancero. El catire José Antonio. El Héroe de las Queseras. El que grito “Vuelvan Caras”. El militar patriota a quien Simón Bolívar ascendió a General en Jefe en el Campo de Carabobo, son los más conocidos calificativos.

Esos calificativos bien merecidos en enfrentamientos y batallas parecieran no ser endilgados al mismo venezolano que siendo justo, quizás un poco generoso, lo designaría como: El Mozart de Llano adentro. El Pavarotti de Payara con fondo musical de Verdi representó al Otelo de Shakespeare al lado de Carlos Soublette en el papel de Yago, solo para agradar a su amada Barbarita. Puro romanticismo.

 

El General Daniel Florencio O’Leary, fue un militar y político irlandés, conocido como «El Cuarto Evangelista» que se unió a la causa libertadora gracias a su amistad con Simón Bolívar. Soldado con talento en la escritura, fue pilar fundamental para relatar los sucesos de la historia y para lograr la unificación de Bolívar y Páez. Para el General O’Leary, José Antonio Páez había desarrollado gustos y cualidades “enteramente literarias

Con esa perspectiva nunca coincidió el profesor José Antonio Calcaño al ensayar en su coro la obra vocal “Escucha, Bella Maria” pieza musical escrita en partitura y letra por José Antonio Páez. Según el autor de “Las Sabanas de Barinas” El Capitán Vowel, luego de Páez hacer el brindis habitual expresando  ¡Por Simón Bolívar y Venezuela Libre!  Se pleno la sala de versos y cantos que alaban al libertador creación del General Paez.

¡Gloria! ¡Gloria! Bolívar / ¡Gloria, Libertador! /

De Ceballos espanto, / De Araure Vencedor.

La evolución intelectual de Páez hacia las artes es histórica: Páez con 78 años, poseía una voz poderosa con la que cantaba el Miserere del “Trovador” con agilidad increíble. Dr. Adolfo Carranza. Argentino

Enviado por el Libertador en 1.826 a conferenciar con José Antonio Páez, en momentos del proyecto separatista conocido como la “Cosiata” lo encuentra en casa del Coronel Cornelio Muñoz tocando un Violín, en compañía de un “negrito” sentado en un “taburete” en el teclado de un Piano. “me pareció ver a Nerón tocando el laúd, mientras ardía Roma” Florencio O’Leary

Las lentas armonías que preceden al recitativo, son de nobleza imponderable. Richard Wagner.

El recitativo, exordio del aria, es de sencillez elegante y expresiva. El aria, propiamente dicha, al cambiar de modo adquiere tintes de tierna dulzura, y a sus puros contornos clásicos se adhiere un romántico espíritu. El Interludio es de una sobriedad tan lipida y tan bella, que haría suspirar a oyentes de sensibilidad exquisita. Y finalmente el coro, por medio de su elocuente homofonía, apostrofa al amor con la más tierna delicadeza. Vicente Emilio Sojo.

Imaginarme una figura de caudillo que se transformaba por instantes en un excelente violonchelista. Logra darme esperanzas en que con esfuerzo, disciplina, sacrificio y patriotismo, podamos transformar a un país rural, en la Venezuela culta y noble que deseamos. Ya Páez lo logró.


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