por la ciudad camino, no preguntéis adónde” (Joaquín Sabina)

Oslo, Noruega

Estoy preocupado por el cariz que están tomando las cosas en la movilidad de las ciudades. Yo soy un peatón. Los peatones somos vulnerables al tráfico rodado de los automóviles, las furgonetas, los camiones, los autobuses, las bicicletas y, desgraciadamente, ahora también, las patinetas eléctricas.

Está claro que los vehículos de motor contaminan la atmósfera, consumen gasolina, necesitan demasiado espacio para estacionar y, a veces, causan accidentes con heridos y víctimas. La velocidad, la confianza ciega del conductor en su dominio de la máquina o la imprudencia de un peatón se encuentran entre los motivos más comunes de estos percances.

Oslo, la capital noruega, se toma en serio la vida de sus ciudadanos cuando decide, entre otras cosas, ensanchar las aceras de 2,5 metros a 3 metros para tranquilidad y disfrute de los peatones, cierra calles al tráfico de autos, y visibiliza los pasos de cebra sobreponiendo bultos (bump outs) junto a estos. En la ciudad escandinava se fijó un límite de velocidad en el centro urbano a un máximo de 30 km / h, un trazado de carriles unidireccionales que permite al peatón cruzar la calle mirando solo hacia un lado. Intente cruzar una calle en Londres: Look left, look right, look left.[1] Adele Peters cuenta cómo hacen las cosas los noruegos en este artículo: «Zero bikers or pedestrians were killed by cars in Oslo last year: What can the U.S. learn from its success?«[2] (Fast Company, 1.09.2020) y compara los resultados de víctimas de accidentes de tráfico entre dos ciudades tan distintas como Nueva York y Oslo:

«In New York City, as of late December, 114 pedestrians had been killed in 2019, and there were more than twice as many cyclist deaths as the year before.

In Oslo, Norway, by contrast, there were zero pedestrian deaths in 2019. There were also zero cyclist deaths».

Hablaba yo ahí arriba de las patinetas eléctricas incluyéndolas entre el tráfico rodado de la ciudad. Pues bien, determinados usuarios de patinetas y también jinetes de la bicicleta constituyen un riesgo creciente en la vida de los caminantes debido a la conducción temeraria de algunos de ellos. Supongo que todo depende de la educación de los ciudadanos. Por un lado, la templanza de cada Johnnie Walker que guarda las buenas formas y no grita una barbaridad al usuario de la patineta veloz que usurpa su territorio -la acera- y, por otro lado, la de los otros, las patinetas y ciclistas que saben ocupar los carriles propios y se apean para caminar al lado de los peatones en caso de necesitar su espacio.

No deberíamos olvidar que todos llevamos dentro un peatón.


[1] mire a su izquierda, mire a su derecha, mire a su izquierda

[2] «Sin víctimas ciclistas ni peatones a causa de atropello en Oslo el año pasado. ¿Qué puede aprender EE UU de este éxito?» (Adele Peters, Fast Company, 1.09.2020)

 

 

 


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