Los demócratas del Senado parecen estar decididos a obtener victorias legislativas para compensar la falta de acción que frustraba a sus bases. A principios de agosto la bancada demócrata aprobó el segundo proyecto importante de legislación económica en dos semanas, esta vez prometiendo 370.000 millones de dólares para la fabricación nacional y la producción de energía verde, dinero que apoyará desde nuevos paneles solares hasta actualizaciones de la red eléctrica y vehículos eléctricos.

Los dos pilares de este avance son la Ley de Creación de Incentivos Útiles para la Producción de Semiconductores, conocida en inglés por el acrónimo CHIPS, que el presidente Joe Biden promulgó el 2 de agosto y la Ley de Reducción de la Inflación o IRA, que ahora se dirige a la Cámara de Representantes después de que los demócratas la aprobaran por unanimidad en el Senado. Juntos, los dos proyectos de ley supondrían más de 630.000 millones de dólares en nuevas inversiones, incluyendo más de 50.000 millones de dólares para la producción de semiconductores, 60.000 millones de dólares para desarrollar infraestructuras de energía verde, incluyendo nuevos paneles solares y turbinas eólicas, y cientos de miles de millones para nuevas investigaciones científicas.

Tanto la Ley CHIPS como la Ley IRA pretenden aliviar el alza de los precios que han impactado a los estadounidenses en los últimos dos años. La pandemia del covid 19 provocó una grave escasez de semiconductores que rápidamente condujo a una escasez de automóviles nuevos, que normalmente requieren docenas de chips informáticos por vehículo. Con la escasez de autos nuevos, los precios se dispararon. Entre marzo y diciembre del año pasado, el precio de los automóviles usados se disparó cerca de 27%, mientras que el precio de un vehículo nuevo subió cerca de 14% en el transcurso de 2021. Al fabricar más semiconductores, el gobierno puede ayudar a los fabricantes de automóviles a aliviar esa presión sobre los precios y contribuir a reforzar la economía mundial frente a otras perturbaciones imprevistas de la producción.

El aspecto más importante de la Ley CHIPS y de la IRA para combatir la inflación es el gasto: los proyectos de ley están diseñados para reducir los precios aumentando la oferta y desviando la demanda de los combustibles fósiles.

Los nuevos ingresos fiscales promulgados para reducir el déficit y mayores impuestos a los ricos y a las empresas no tienen mucho que ver con la inflación. Pero esas disposiciones fiscales siguen siendo una buena política. Los multimillonarios y las empresas deben pagar más impuestos. Y el Servicio Interno de Recaudación de Impuestos, mejor conocido como IRS, necesita el aumento de fondos que proporciona la IRA para llevar a cabo la aplicación básica de los impuestos.

Esto representa un giro sorprendente de los acontecimientos. Apenas el mes pasado, la presidencia de Joe Biden parecía naufragar, condenada al fracaso legislativo por la obstinación de los autodenominados moderados de su propio partido a considerar inversiones serias en el futuro económico del país. Pero con el repentino e inesperado apoyo de los senadores demócratas Joe Manchin de Virginia Occidental y Kyrsten Sinema de Arizona, los demócratas parecen haber pasado por fin la página de un cuarto de siglo de política comercial disfuncional e intentan desarrollar un nuevo modelo de política industrial verde en Estados Unidos.

Para ser más específicos, los legisladores centristas han cambiado su forma de pensar. Por muy frustrante que sea para la izquierda del partido demócrata ver a Manchin y Sinema hacerse los héroes ante los medios de comunicación después de haber hecho tanto daño a la presidencia de Biden, su cambio de tono es, en última instancia, una buena noticia para las iniciativas políticas progresistas. El hecho de que Biden esté aprobando propuestas mucho más ambiciosas con 50 votos en el Senado que el presidente Obama con una amplia mayoría de 59 al inicio de su presidencia, demuestra que ante el riesgo de una posible derrota electoral los senadores demócratas han decidido cohesionarse y apoyar la agenda legislativa de Biden.

En resumen, los demócratas han decidido poner su bancada en orden en el Senado, para avanzar legislaciones importantes, e intentar ganar las elecciones al congreso en noviembre, o al menos evitar una derrota aplastante, algo que hasta ahora parecía una meta imposible de lograr.

El empeño de los líderes republicanos en defender a Donald Trump ante su desprestigio entre los votantes independientes y moderados, como resultado de las investigaciones del comité especial del congreso sobre los acontecimientos del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2020, los está perjudicando.

El expresidente y posible candidato para las primarias presidenciales republicanas no solo está siendo investigado por su papel de acción u omisión en aupar o no querer detener las acciones terroristas de las turbas supremacistas, nacionalistas y neoconservadoras que irrumpieron violentamente e interrumpieron la sesión del congreso que certificaba los resultados electorales que otorgo el triunfo al presidente Biden, sino que hay investigaciones judiciales en curso en relación al manejo irresponsable de documentos e información clasificada, y sus negocios inmobiliarios.

La decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de eliminar el derecho constitucional al aborto fue una de las sentencias más trascendentales dictadas por el máximo tribunal en la época moderna. La anulación del caso Roe contra Wade, que en 1973 legalizó el aborto en todo el país, pone de manifiesto el papel fundamental del tribunal en la vida estadounidense, y abre un debate si se debe aumentar el numero de jueces o si estos deben servir de por vida.

El máximo tribunal es un panel integrado por nueve juristas, actualmente dominada por seis jueces conservadores, tres de los cuales nominó Trump y con ello dejó su influencia en el sistema judicial por décadas. Esta decisión no cuenta con el apoyo de la mayoría de mujeres estadounidenses, según varias encuestas 70% de las votantes se oponen a la eliminación del derecho constitucional al aborto y esto será un factor de movilización electoral en unas elecciones de medio termino que se realizarán el 8 de noviembre y que siempre se han caracterizado por la baja participación.

Agosto trajo buenas noticias para el partido demócrata en su intento de retener la mayoría en la Cámara de Representantes y conservar al menos la paridad en el Senado, faltan dos meses y medio para las elecciones y es muy temprano para saber si tendrán éxito y lograrán evitar el resultado histórico de que un presidente casi siempre pierde la mayoría en el congreso a la mitad de su mandato. Al menos los demócratas han logrado avanzar parte de la agenda legislativa de Biden, que será totalmente descarrilada en el Congreso, si los republicanos obtienen la mayoría en ambas cámaras, y obstruida si recuperan el Senado.

 


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