Los tristemente célebres narcoguerrilleros colombianos Iván Márquez y Jesús Santrich (a este último el diario Últimas Noticias, de Caracas, lo “graduó” de “poeta”) han anunciado urbi et orbi que retoman las armas y regresan a la guerra popular prolongada contra el sistema democrático colombiano. Una decisión con la que dan la espalda a los acuerdos de paz que condujeron a las FARC a convertirse en un partido para la participación pacífica y legal en la vida política del vecino país: Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común con Timoleón Jiménez a la cabeza como máximo líder representativo de las viejas estructuras políticas y organizativas fundadas por el legendario Marulanda o Tirofijo.

Es altamente sintomático que a pocas horas de las infaustas declaraciones de este par de “joyas” del narcoterrorismo colombiano, anunciando que volvían (¿es que alguna vez se pacificaron?) a la guerra en el nombre de Marx, Bolívar, Lenin, y del socialismo bolivariano del siglo XXI, una ofensiva del comando de operaciones especiales del ejército colombiano da de baja a 9 facinerosos narcoguerrilleros del ELN y de la facción traidora de las FARC/EP en los territorios de San Vicente del Caguán.

Es vox populi que durante las sesiones del Foro de Sao Paulo, recientemente celebrado en Caracas, los dos rufianes, últimos mohicanos del lucharmamentismo latinoamericano, recibieron sendo espaldarazo por parte de la oligarquía roja fasciototalitaria del tardochavismo anacrónico venezolano.

En un infructuoso e inútil esfuerzo de “justificación política”, Maduro trata de culpar al Estado colombiano por el regreso de Márquez y Santrich a la lucha armada, como si con ello tratara de crear las condiciones subjetivas para expandir la crisis y el holocausto venezolano allende los mares venezolanos y  regionalizar el conflicto que padecen los venezolanos reeditando una especie de Vietnam en la frontera colombo-venezolana con la anuencia del socialimperialismo ruso y del expansionismo comercial chino. Pero se equivoca la revolución socialista y su fracasado proyecto del socialismo del siglo XXI al enarbolar y cohonestar unas formas de lucha reprobadas por la historicidad constituyente y los sujetos que hacen y padecen la historia  en toda su aurea mediocritas y sus provisorios esplendores.

Para asombro y estupefacción de la sociedad latinoamericana, Jorge Arreaza, ¿educado en Cambridge?, ¿acaso Carlos Ilich Ramírez Sánchez no estudió en la Universidad Patricio Lumumba?, sostiene que la culpa de que Márquez y Santrich se rearmen y vuelvan a la guerra popular prolongada es del Estado colombiano porque, es su argumento, desde que se firmaron los acuerdos de paz en La Habana y la posterior reinserción de los 15.000 hombres de las FARC/EP en armas a la vida civil colombiana, supuestamente han muerto cientos de activistas y líderes sociales “pacificados” ex faracos en toda la geografía colombiana.

En medios colombianos e internacionales ya existe la oferta del Estado democrático colombiano de conceder a quien suministre información que conduzca a la captura de Márquez y Santrich una cifra de 870.000 dólares o 3.000.000 de pesos colombianos.

 


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