Es nuestro deber conocer un poco más de Irán, familiarizarnos con el país, con su sistema político, con su religión, con sus costumbres y no diré con su idioma, porque allí la cosa se complica, aunque usan el mismo alfabeto arábigo, la lengua que se habla en Irán es completamente diferente al árabe, pero, en todo caso, suponemos que las instrucciones y directrices vendrán en español.

Uno -equívocamente- suele englobar todo el Medio Oriente, bajo la denominación de árabes. Para medio orientarnos, allí coexisten muchas culturas. Irán, por ejemplo, tiene como grupo étnico mayoritario el persa. Sí señor, la legendaria cultura persa, que alguna vez intentó conquistar a Occidente y fue contenida por los antiguos griegos en las llamadas guerras médicas, no porque en ellas participaran los profesionales de la medicina, no, el nombre tiene que ver con los “medos”, un antiguo pueblo de Persia, con el que los griegos denominaron a los invasores.

Las polis griegas, que eran independientes unas de otras, se aliaron para derrotar al enemigo común. Las batallas fueron memorables y cambiaron el destino de la cultura occidental: Termópilas, donde el general espartano Leónidas, con sus 300 valientes defendió el estrecho paso del mismo nombre. Ya el oráculo había dicho que o los persas someterán a Esparta o moriría un rey. Leónidas entendió el mensaje y escogió para que le acompañasen en la irreversible aventura  solo a soldados que  tuviesen hijos. Ya lo dijo Churchill: “nunca tantos debieron tanto a tan pocos”.

También la batalla de Maratón (el nombre viene del lugar donde se desarrolló) y de allí también la denominación del maratón que se corre hoy en día rememorando a Filípides, el corredor que supuestamente recorrió los 42 kilómetros que separan el campo de  Maratón de Atenas. Había que avisarles a las mujeres de la ciudad, porque si los persas ganaban ellas tenían instrucciones de matar a sus hijos y suicidarse para evitar el sometimiento y la deshonra que hoy día a otros tanto agrada y celebran.

Otra gran batalla fue la de Salamina, una contundente victoria naval contra la inmensa flota persa, gracias a la brillante estrategia (del griego “strategos”, que quiere decir general) de Temístocles. Jerjes contempló la destrucción de sus portapersas y la derrota fue tal que el invasor tuvo que bajar la persiana de sus ambiciones de conquistar el mundo  y los barcos persas, hasta el sol de hoy, no se habían atrevido a retar de nuevo a Occidente.

El Irán actual, desde el derrocamiento del último  Shah Mohammad Reza Pahlevi en 1979, es lo que se denomina una teocracia, que es aquella forma de Estado en la que se juntan el poder político y el religioso. La religión oficial es el islam en su corriente chiita, así que nunca está de más saber orientarse hacia el lugar donde se encuentra La Meca, porsia. En el sistema político iraní, puede decirse que -como en la Venezuela de Gómez- “aquí vive el presidente y el que manda vive enfrente”. Aunque hay un presidente de la república electo, el poder real lo ejerce la autoridad religiosa. Durante mucho tiempo (hasta su muerte) el célebre  ayatolá Ruholá Jomeini y hoy día el ayatolá Alí Jamenei (entre Jomeini y Jamenei, la diferencia no es más, que el uno se llama Alí y el otro Ruholá).

Menester es decir, que frente a la imagen de sometimiento que se tiene de la mujer en el medio oriente, la mujer en Irán goza casi de los mismos derechos que el hombre, que tampoco goza de muchos, por lo cual la situación es bastante igualitaria.

Artículo publicado en TalCual


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