Irán y Venezuela son países con culturas diferentes y ubicaciones muy distantes. El primero es un Estado de Oriente Medio, orgulloso de su civilización de 2500 años. El segundo formó parte de la Gran Colombia y, en 1830 (junto con Ecuador) declaró su independencia, dando nacimiento a tres estados diferentes: Nueva Granada, Ecuador y Venezuela. A pesar de las singulares circunstancias, tanto los iraníes como los venezolanos tenemos algo en común: el amor y apego a las libertades. Curiosamente, en este momento histórico, ambos países padecen el terrible desafuero de gobiernos tiranos y retrógrados, en grado extremo.

En un artículo publicado recientemente por Karim Sadjadpour, miembro senior del Carnegie Endowment for International Peace, donde escribe sobre Irán y el Medio Oriente, el autor en cuestión apunta lo siguiente:

“Las protestas en Irán ya van por su tercer mes, son una batalla histórica en la que se enfrentan dos poderosas fuerzas irreconciliables: una población mayoritariamente joven y moderna (…) y desesperada por el cambio frente a un régimen envejecido y aislado, decidido a mantener su poder y con 43 años de barbarie a sus espaldas”.

Eso de régimen envejecido y aislado aplica también al actual de Nicolás Maduro, en Venezuela. El solo hecho de que importantes sectores latinoamericanos, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y la Comunidad Europea, cuestionen abiertamente a la dictadura del conductor de Miraflores, pone de manifiesto el pérfido talante de dicha tiranía. La arritmia que experimenta nuestro país tiene razón de ser. ¿Qué caminos les quedan entonces a Irán y Venezuela?

Sin duda, la ruta inevitable es la lucha sin cuartel. Tomará tiempo, tendrá costos inevitables, como ese de la emigración imparable, pero el objetivo a alcanzar justifica todo lo que se pueda hacer. Siempre debemos ser rotundos en nuestras posiciones; la razón para ello es muy clara: sin un giro democrático los países están condenados al atraso y al estado de mengua. Los gobiernos fallidos de Hugo Chávez y el actual conductor de Miraflores son ejemplos patéticos de lo que no debe ser. El estado de derecho es y será siempre el objetivo a alcanzar.

Una noticia reciente da cuenta de una de las tantas anomalías que enfrentan a cada momento los venezolanos: de acuerdo con datos de Médicos por la Salud, en los primeros seis meses de 2022 fallecieron 225 personas en hospitales debido a fallas en los equipos de trabajo y ascensores de los centros sanitarios. Lo anterior ocurre bajo un gobierno fallido que se hace llamar “revolucionario”.

Alexis de Tocqueville fue contundente al señalar que el momento más peligroso para un mal gobierno suele ser aquel en el que empieza a reformarse. Por tanto, los venezolanos y los iraníes debemos tener presente que los dos regímenes autoritarios culminarán cuando el aguerrido bravo pueblo de los dos países los echen. Lo demás es llover sobre mojado. ¿Estamos claros?

Deseo una Feliz Navidad a mis lectores.

@EddyReyesT

 

 


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