Fin de año, época propicia para hacer inventario de lo acontecido y formular las metas que se aspiran a conseguir.

Salvo el resonante éxito de María Corina Machado en las primarias del 22 de octubre y el avance de las investigaciones  por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional, poco es lo que la oposición democrática puede exhibir.

La infame maniobra que se efectivizó en los primeros días de enero, motivada en ambiciones subalternas que dieron por resultado la defenestración del gobierno interino, dio inicio a una seguidilla de acontecimientos negativos que en el curso del año resultaron en el desmoronamiento del apoyo internacional y del reconocimiento a Juan Guaidó, la debacle en la oposición, la extinción práctica de la Asamblea 2015 como ente representativo de la alternativa democrática etc.etc. Asimismo en el frente externo, si bien se consiguieron algunos éxitos como la sentencia de los tribunales del Reino Unido en el asunto de la titularidad del oro depositado en el Banco de Inglaterra o algunos éxitos parciales en los litigios que cursan ante los tribunales de Estados Unidos más tarde, estos últimos fueron revertidos por decisiones adversas que prácticamente ponen a Pdvsa, Citgo y otros activos de la República en pico de zamuro, más la flexibilización de las sanciones, más el rescate de Alex Saab precedido por el canje de los “narcosobrinos” (octubre 2022), fueron golpes duros a la percepción de que el cese del régimen estaba cerca. Ahora solo falta que por una de esas vueltas de la vida sea que el Pollo Carvajal retorne al redil con recepción de “héroe de la revolución”.

Mientras algunos presos políticos son liberados, otros ingresan como consecuencia de la arbitrariedad para transformarlos en fichas de futuros canjes y otros más siguen irremisiblemente encarcelados.

El asunto del Esequibo frente a Guyana, que tramita en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, va de mal en peor augurando que después de que pase la fecha de abril para la presentación de la contramemoria de Venezuela no ofrezca buen pronóstico y menos aún si se opta por no continuar reconociendo la competencia ya decidida por la Corte y dos veces aceptada por la República.

Paralelamente, el incremento de las acciones que aumentan la tensión amenazando la paz, más la intervención cada vez menos disimulada de Gran Bretaña y Estados Unidos en favor de Guyana abonan un terreno en el cual cualquier incidente pueda desembocar en consecuencias desventajosas para Venezuela, siendo que todos los países de la zona, más el Caricom y hasta Cuba han anunciado expresamente el apoyo a Guyana. Poco duraron las promesas mutuas intercambiadas entre Maduro e Irfaan Ali anunciadas para reducir las tensiones bilaterales y regionales. No llegó a secarse la tinta de la declaración de Argyle (St. Vincent) cuando ya Nicolás  y su “alter ego” Padrino López renovaban las amenazas e Irfaan Ali, por su parte, exhibía el apoyo de Estados Unidos concretado en ejercicios aéreos sobre la zona en disputa más el arribo de un buque de guerra británico a las aguas no delimitadas.

El panorama judicial y arbitral, como se comentó mas arriba, luce poco favorable con el  potencial de tener incidencia sobre los posibles embargos, remate de activos y demás consecuencias poco deseables. A vuelo de pájaro no divisamos ningún contencioso internacional con pronóstico favorable al punto tal de que -según noticias fidedignas recogidas por este columnista- los abogados de algunas de las contrapartes han requerido ya a los de Venezuela que se retiren de su participación en los casos toda vez que -según ellos- su mandante (el gobierno interino) ya no existe.

La Unión Europea, a través de su Parlamento y de algunas autoridades ejecutivas de Bruselas, aún mantienen su respaldo a la alternativa democrática pese al lobby de actores como el Sr. Borrell (representante para las relaciones exteriores) pero ese apoyo se limita a sanciones personales y declaraciones de buena voluntad de escasa consecuencia.

Por otro lado, el arrasador triunfo de María Corina en las primarias anuncia la conveniencia, casi necesidad, de incorporar a la legítima candidata a las negociaciones de México y Barbados toda vez que quienes representan a la Plataforma Unitaria solo ostentan un reducidísimo grado de legitimidad, según quedó demostrado el 22 de octubre en las primarias.

Esta última circunstancia se ha traducido en el guabinoso lenguaje del acuerdo de Barbados cuyo texto reenvía todas las posibles alternativas (levantamiento de las inhabilitaciones) al marco de la “Constitución y las leyes venezolanas”, las cuales, naturalmente, serán interpretadas por el Tribunal Supremo cuyo apego a la legalidad es a todas luces cuestionable.

Así las cosas, se va poniendo de relieve que la dictadura siente una renovada energía fundamentada en buena parte por la idea de que el gobierno de Estados Unidos está sometido a la realidad de la existencia de corrientes internas opuestas respecto de la continuación de las sanciones más el hecho, malo pero entendible, de que la actitud de Mr. Biden no se inspira en el retorno de la democracia a Venezuela sino en su necesidad de triunfar en la elección presidencial de noviembre de 2024. Además, existen influyentes opiniones -que obviamente no compartimos- en el sentido de que Maduro ofrece un mayor grado de estabilidad que la bolsa de gatos que le hacen oposición. Parecería que a la luz de lo que acontece, lamentablemente, se les escucha.

Así, pues, entramos en un nuevo año en el que los buenos deseos que acompañan al tradicional cañonazo de la medianoche del 31 deben ser compatibilizados con las realidades que rodean las situaciones concretas. ¿Políticamente correcto? No. ¿Realista? Sí.

El más ardiente voto que este columnista desea compartir con nuestros lectores es estar equivocado.

@apsalgueiro1


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