impuesto dólar

Cuestan grandes cantidades de dinero, son pesados mamotretos, hablan más paja que un libro de primaria y hacen lo que saben hacer mejor: meditar sobre el sexo de los ángeles, elucubrar de la encubierta majestuosidad en la narración de un chisme, discursear el papel valioso de la libídine mundial y cualquier otra estulticia de novedad. Dialogan demasiado entre ellos y ante ellos; van, vienen, sin premura, aunque el tiempo se mida en vidas humanas; se reúnen una y otra vez, congregan a otros para informarles lo que se discutió en la reunión anterior.

Desayunan, almuerzan, meriendan y cenan sin apuro ni agobio, con calma, reverencian a extremo la sana absorción, descansan en hospedajes con referencia en estrellas que dan cuantía y monta; sin jamás olvidar comedores reputados, cortejados de refinadas mezclas vivificantes y estimulantes que, por cierto, no cancelan. Lo hacen los ciudadanos ingenuos, carentes de malicia, considerados de poco valor, que responsables pagan impuestos; vellos prorrumpen en zonas púbicas, que sólo reciben lo desechado en repartos ilícitos de colocados enchufados, además de los millones que destinan para afiliaciones a un sinfín de organismos internacionales que, la verdad sea dicha, poco o nada hacen. Salvo consentir la vida holgazaneada, sosegada en Washington, París, Nueva York, Bruselas, Ginebra y otras capitales deslumbrantes, de ensueño, con sublime manducatoria excelsa para el derroche de exquisitos paladares, que con estrellas Michelin indican su cocina excepcional. Y si fuera poco, otorgan impecable calidad de vida, plena de comodidades, y la asistencia poco útil a embajadores, secretarios, personal diplomático, que -dicen- ocupar un lugar de relevancia y preeminencia en la comunidad internacional.

¿Cuántas dictaduras, tiranías, violaciones a derechos humanos, ostracismos masivos, muertes, torturas, abusos y guerras han evitado? ¿Qué arreglos han propiciado y logrado en la ONU con sus Secretarías y Organismos dependientes, así como, la OEA y tantos multilaterales internacionales? que exigen desembolso y como retribución ofrecen una silla, un micrófono que desaprovechan, casi nunca lo usan y un ambiente, de poder vivir sólo del mucho hablar y poco hacer. Han demostrado irresponsabilidad, pobreza de espíritu, falta de principios éticos y moral, al persistir en prolongar la miseria y desgracia. Sin rubor promueven la diplomacia como excusa dilatoria, y a la vez, sin pudor, la vergüenza de una pausa por la limosna interesada y el beneficio conveniente. Son vulgares atracadores del futuro.

Se debe criticar la permisividad venezolana para con rusos e iraníes que se asolean en playas y pasean sin restricción la frontera venezolana. A los cubanos los infiltraron consentidos, logrando perfeccionar la tortura y el interrogatorio asesino, olvidando el combate rural, ¿porque no saben a quién ayudar? a los militares venezolanos o a los narcoterroristas a quienes se les ha permitido vivir, delinquir, controlar y robar a todo lo ancho del territorio.

Pero la buena vida que se dan en Venezuela es problema de ayatollahs y camaradas del Kremlin, mientras que el costo de traslado entre La Habana, Moscú, Teherán, Ankara y Caracas; el mantenimiento de sukhois y la chatarra militar que sólo sirve para hacer ruido en desfiles de conmemoración nacional, o los individuos que abundan en la interminable variedad de cuerpos diplomáticos, sus estipendios y gratos fines de semana, cuestan a los ciudadanos, con paupérrimos salarios y crecientes costos de vivir más o menos bien.

Sin dejar de mencionar a blandengues adversarios, traidores alimañas y sabandijas ambidiestras, que con excepciones, disfrutan placenteros, sin angustia ni mortificaciones. Gastos inútiles mientras el policía, bomberos, médicos, enfermeras, ancianos, jubilados y en general, más de 90% de la población, sobreviven como pueden, en la miseria, desdicha e infortunio.

Para que luego de tanto sacrificio, abnegación, duelo y muerte, terminen a merced de hábiles mañosos, honorables excelencias diplomáticos con inútiles conversaciones y lobby de abogados en sedes burocráticas nulas, inoperantes, desprestigiadas e impopulares que no sirven a los intereses de los ciudadanos libres y democráticos. Hay que prescindir, rehacerlos, no cumplen su deber, son disfuncionales. Y, por si faltara peor, caer en manos de un senil que indecoroso busca un acuerdo con enjuiciados en la CPI, que han sido catalogados por el mismo, como dictadores delincuentes, además de aliados que nunca dejaran en la estacada a Rusia, y sobre todo, a Cuba, que ataca sin piedad a una nación pequeña, pero sobria, gigantesca en dignidad, coraje y valentía.

@ArmandoMartini

 

 


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