Hace más de un año, en abril de 2020, publiqué un artículo aquí en El Nacional que explicaba la relación entre David Quammen, Bill Gates y Hans Rosling con respecto al SARS-CoV-2.

Allí demostré que Quammen y en 2012 fue el primero en escribir –y hablar en entrevistas relacionadas con su libro– sobre una pandemia para la cual el mundo no estaría listo. El libro de Quammen se tituló Spillover: Animal Infections and the Next Human Pandemic, mismo que fue traducido luego al español como Contagio: la evolución de las pandemias.

La palabra en inglés spillover (desbordamiento, derrame) significa algo que fluye fuera de o se extiende más allá de un contenedor, espacio, área, etc. y es usada con frecuencia en enfermedades infecciosas para denotar aquellas donde el agente causal surge a partir de un foco animal y se extiende o transmite al humano.

Precisamente y relacionada con el tema del derrame está la GeoVet 19, una conferencia que tuvo lugar entre el 8 y el 10 de octubre de 2019 en la Universidad de California que está ubicada en la ciudad de Davis (California, Estados Unidos). Allá, 10 científicos y un consorcio (Predict Consortium) hablaron sobre la herramienta «Spillover». De hecho, el título de la conferencia de estos científicos fue «Derrame: una nueva herramienta para jerarquizar el riesgo de infección viral del animal al humano, utilizando grandes volúmenes de datos» (Spillover: A new tool for ranking the risk of viral spillover to humans using big data).

La conferencia GeoVet es la única conferencia internacional, interdisciplinaria, especializada en epidemiología espacial, estadísticas espaciales y la aplicación de sistemas de información geográfica (SIG) a la salud animal, la salud pública y la seguridad alimentaria.

Posteriormente, el 12 de febrero de 2021, este grupo de conocimiento publicó un trabajo titulado «Jerarquizando el riesgo de infección viral del animal al humano para nuevos virus descubiertos» (Ranking the risk of animal-to-human spillover for newly discovered viruses).

De acuerdo con el mencionado trabajo, el número de muertos y las pérdidas económicas resultantes de la pandemia del síndrome respiratorio agudo severo causado por el SARS-CoV-2 son claros recordatorios de que somos vulnerables a las amenazas virales zoonóticas. El término zoonótico significa una enfermedad que normalmente existe en los animales pero que puede infectar a los humanos.

En el proceso de materializar el trabajo, los científicos consultaron la opinión de 65 expertos provenientes de 13 países. Los expertos determinaron 31 factores de riesgo relacionados con el huésped y factores virales y ambientales que contribuyen al derrame (spillover) y propagación del virus zoonótico en humanos.

En la siguiente etapa desarrollaron un marco de clasificación de riesgos y una herramienta web interactiva llamada «Spillover» (https://spillover.global/) que estima un puntaje de riesgo para los virus de origen salvaje, creando una evaluación de riesgo comparativa de virus con potencial de propagación zoonótica no caracterizada, junto con aquellos que ya se sabe que son zoonóticos.

Utilizando datos de pruebas de 509.721 muestras de 74.635 animales como parte de un proyecto de descubrimiento de virus y registros públicos de detecciones de virus en todo el mundo, estos científicos jerarquizaron el potencial de propagación de 887 virus: 38 conocidos y 849 con potencial zoonótico desconocido.

En su trabajo publicado, en la página 7 de 8, se ubica la extensa Tabla 1. Allí se listan en orden de mayor a menos riesgo, los derrames (spillover) potenciales de los 50 virus así decantados por la metodología ya descrita y los 3 primeros lugares, en orden de mayor a menor riesgo de derrame son: el virus de Lassa, el SARS-CoV-2 y el Ébola. El segundo y tercero mencionados ya son ampliamente conocidos, no así el primero, al menos aquí en nuestro país. El origen de la fiebre de Lassa fue descubierto en 1969 y está fundamentalmente diseminada en África Occidental.

Ahora bien y en mi humilde opinión como lector informado, lo preocupante de la mencionada tabla, más allá del riesgo, es la combinación del riesgo con la forma en que fue detectado el virus en el hospedador. La Tabla 1 mencionada, clasifica la detección en 4 formas: nacional-larga, regional, semiglobal y global. En la forma “global” se listan 8 virus y en orden de mayor a menor riesgo son: Seúl, Hepatitis E, rabia, coriomeningitis linfocítica, espumoso del simio, virus del murciélago Rousettus, leucemia murina y espumoso del macaco.

Aunque una cosa es un derrame y otra es la transmisión por vectores, el tema es importante porque en Venezuela, particularmente desde el año 2015 y según lo reportó Transparencia Venezuela, el repunte de enfermedades de transmisión a causa de vectores (dengue, malaria, varicela y zika) se agudizó y las medidas implantadas por el gobierno para desacelerar la propagación fueron poco efectivas.

Relacionada con la anterior conclusión está otra perteneciente al trabajo en el que participaron 9 profesionales venezolanos, entre ellos el médico internista e infectólogo Julio Castro, titulado «Las marcas de la crisis humanitaria venezolana en la primera ola de la COVID-19: escasez de gasolina y migración fronteriza» (Signatures of the Venezuelan humanitarian crisis in the first wave of COVID-19: fuel shortages and border migration) y la cual cito a continuación: «La baja conectividad dentro del país probablemente retrasó la epidemia en la mayoría de los estados, excepto en los que limitan con Colombia y Brasil, donde la alta inmigración generó brotes. Las intervenciones no farmacéuticas desaceleraron el crecimiento epidémico temprano y la escasez de combustible posterior pareció ser responsable de limitar la propagación del COVID-19 en todo el país (https://www.mdpi.com/2076-393X/9/7/719).

Entonces, si el éxito con relación a la propagación limitada del virus del SARS-CoV-2 se debe a la situación Venezuela y, a su vez y según afirma el oficialismo, la situación Venezuela es consecuencia de las sanciones internacionales, ¿no resulta un pensar racional el concluir que tales sanciones más bien nos beneficiaron en el tema del SARS-CoV-2?

 


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