A finales de los años setenta El Nacional se propuso la modificación del sistema de información internacional, indudablemente teniendo ya en mente el desarrollo informativo de los medios electrónicos.

Frente a eso, a los medios impresos solo les quedaba renovarse o perecer. Había que superarse técnicamente y modernizarse periodísticamente. En el caso de la noticia internacional ya no podía limitarse al simple cable de las agencias internacionales, afirmaba nuestro recordado jefe de la Sección Internacional, Ted Córdova-Claure.

Se planteaba entonces -decía- la necesidad de ofrecer al lector una información analítica, didáctica, que fuera más allá del mero hecho ya reportado por la velocísima imagen electrónica.

Ese objetivo se alcanzó con la especialización. El Nacional logró entonces la sección internacional más completa del continente.

No había otro periódico latinoamericano que tuviera el mismo desarrollo, tanto en la redacción central, con periodistas especializados y servicios exclusivos de The New York Times y Le Monde, como en su sistema de corresponsales exclusivos, que podían moverse de un lugar a otro según la importancia de la noticia y hasta contar con el apoyo del corresponsal viajero o el enviado especial, comprobaron con orgullo Córdova-Claure y su equipo.

La tendencia a la automatización en la producción de periódicos era entonces decisiva. Editores y periodistas de The New York Times, diario que este corresponsal visitó, lograron completo dominio del sistema en apenas cuatro años a partir de 1976.

En los albores de El Nacional, un redactor de cables recibía copias de las noticias captadas en Morse por las agencias internacionales. El primero de esos redactores fue José Moradell, después nuestro respetado jefe de Redacción, y uno de los pilares de este diario.

El inolvidable amigo Alberto Castrillo -con jerarquización magistral y titulación sin igual del hecho internacional, amante del interés humano de la noticia- también figura entre los históricos.

A través de copias de las noticias captadas en Morse por las agencias noticiosas, o por medio de los modernos terminales de video de computadoras, El Nacional ha cubierto con responsabilidad momentos culminantes de la guerra y la paz.

Hoy en día esa responsabilidad del periodista especializado se acrecienta no solo por las circunstancias de un mundo tan conflictivo, sino también por el reto que plantea el constante y vertiginoso adelanto tecnológico en los medios de comunicación social.

Por ejemplo, la producción automatizada de este periódico comenzó por la Sección Internacional, la primera en hacerse enteramente por medios computarizados desde comienzos de la década de los años ochenta.

Los adelantos profesionales han estado presentes en El Nacional incluso desde sus propios inicios con el nacimiento del diario, el 3 de agosto de 1943.

Como elemento destacado en la aparición de la noticia internacional en El Nacional, desde el primer número, se encuentra la figura del corresponsal exclusivo: Charles Wighton, en Londres. En las ediciones próximas a la primera aparecerá otro corresponsal exclusivo: Harry Bellby, en Moscú.

La noticia con la que el diario abre su primera edición es de índole bélica, y la razón es estrictamente histórica pues El Nacional nació en plena Segunda Guerra Mundial.

Otro elemento importante es la aparición, igualmente desde el arranque del periódico, de una columna de opinión y comentarios del hecho internacional, “Así va el mundo”, firmada por Josefina Palacios.

De los albores de la información internacional en El Nacional también merece mención especial la variadísima columna de comentarios políticos “The Washington-Merry-Go-Round” (El Carrusel de Washington), del destacado periodista estadounidense Drew Pearson.

Todo esto confirmaba la comprensión de los editores del periódico acerca del interés que tiene para cualquier sociedad la información del exterior.

A finales de la década de 1970, El Nacional, con la orientación de Miguel Otero Silva -que ciertamente condujo el periódico al sitial del mejor informado y de miras más altas- y bajo la dirección de Ramón J. Velásquez, le encargó al periodista especializado Ted Córdova-Claure la modificación del sistema de información internacional del diario.

Importante y perdurable es la obra de estos hombres con capacidad profesional, calidad humana y amor por el oficio.

Y es ese espíritu el que nos hará libres, y pese a los intentos por ahogarnos resurgiremos fuertes como un río crecido, para utilizar una imagen de Otero Silva.

Porque, con todo, el servicio objetivo y el cariño honesto de El Nacional por sus lectores ciertamente sigue siendo el mismo.

 


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