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Incalculable es el daño que inflige el régimen de Nicolás Maduro al país; daño que sería reducido considerablemente con opositores probos y dignos, que prediquen con el ejemplo y no utilicen sus habilidades y conocimientos para engañar. Bien lo señaló el Libertador: Simón Bolívar: “el talento sin probidad es un azote”.

La acción recurrente de un pequeño grupo de “opositores” de alistarse al festín del engaño electoral continuado se acentúa toda vez que figuras como Enrique Márquez y Roberto Picón se unen sin desparpajos a la trama de servidores de la dictadura, en el intento de sostener un nuevo fraude electoral, en perjuicio de la población.

La violación sistemática de la Constitución, por parte del régimen y de quienes han sido figuras de la oposición, genera el desprecio de la ciudadanía porque son cómplices de la acción de promover elecciones regionales y un referéndum revocatorio con un árbitro que intenta matizar su posición ante la comunidad internacional, pero que cuenta con figuras claves del PSUV en su junta directiva –Pedro Calzadilla, Alexis Corredor y Tania D´ Amelio– con sus respectivos suplentes, personas que poseen registro histórico dentro del Consejo Nacional Electoral de ser decisores en los últimos eventos que han causado el desconocimiento internacional por ser absolutamente ilegítimos y por lo que han sido sancionados por instancias internacionales, es decir, que son delincuentes electorales al servicio de la tiranía. El nivel de descaro ante el país es sin precedentes, Enrique Márquez incluso afirmó que debemos asumir que iremos a un  proceso electoral medianamente transparente. Un mensaje que nos recuerda el asesinato de Santiago Nazar por los gemelos Vicario, en una de las obras insignes del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada, en la que finalmente todos sabían lo que iba a ocurrir. Así pasa con los eventos electorales en Venezuela, debido a la inefectividad del voto ciudadano por el control y la trampa enquistada en el CNE, que además es ilegítimo, designado por una AN ilegítima e inconstitucional, que termina otorgándole a la tiranía victorias electorales imposibles en una democracia, que han tenido además una desolada participación popular.

Toda la sociedad venezolana debe abrirse a un profundo debate reflexivo sobre los efectos de la mentira y el engaño con la convocatoria a estos procesos electorales; comicios regionales y referéndum revocatorio. ¿Pudiéramos alcanzar la democracia a través de eventos parcialmente transparentes, como dice el rector ilegítimo Márquez? ¿Qué riesgos corre el país con estos engaños sistemáticos? ¿Qué actitud deben asumir los ciudadanos ante estas mentiras? Son algunas de las tantas dudas que abundan en la conciencia de millones de ciudadanos, que desesperadamente ansían un cambio político y ven cómo les dibujan continuamente a través de la manipulación un círculo donde todo continúa dentro del mismo orden beneficioso de la tiranía cruel de Nicolás Maduro.

La política en Venezuela se caracteriza por una carga constante de violaciones de los derechos humanos; persecuciones, torturas, pero toda vez que la presión internacional produce efectos, se ven en la necesidad de crear asociaciones con minorías aparentemente opositoras. Para esto recurren al miedo y el engaño, aparentando normalidades y posibilidades electorales. Sin embargo, la promoción de estos eventos no es más que un discurso lógico y coherente, matizado con autoridad para impulsar la movilización social y una vez alcanzado los objetivos, los cómplices se distancian nuevamente de los hechos para simular nuevas confrontaciones. Esta constante se repite siempre con los mismos factores y el mismo propósito.

Siendo esta la práctica del régimen y sus socios opositores, una estrategia repetida que no expira, podemos leer el presente y también el futuro: la desconfianza que se vierte en la población, el rechazo a los representantes de la tiranía y también de la falsa oposición, sin probidad ética y moral para ser guías hacia escenarios diferentes que depongan a la cúpula que gobierna. Hoy el pueblo posee una inteligencia superior para valorar los asuntos del Estado, por ello no se embarcará en procesos falsos y engañosos como los planteados, la aspiración social es diferente.

Ahora bien, el vertiginoso y doloroso tránsito de la población venezolana por cada evento que ha planteado la dictadura nos ha dejado una sociedad profundamente herida, pero también con una sólida voluntad de superar todo el período de violencia prolongado, de traumas y conflictos, de divisiones extremas producidas por los polos que disputan el poder y que en ocasiones se juntan para compartirlo a conveniencia sin resolver los asuntos fundamentales que se agudizan cada vez más.

En el ánimo de producir cambios resulta urgente el despertar de una ciudadanía crítica, que tome distancia prudente de la ira, el odio, el engaño, la indignación producidos por la constante mentira política e identificar a quiénes mueven estas emociones y arrancarlos de forma definitiva. Una ciudadanía con liderazgo colectivo diferente, capaz de comprender la realidad histórica para que se plante con nueva estrategia, que movilice y adquiera fuerza social, que sea determinante para romper los acuerdos ineficientes con los que se reparten el país y amañan los eventos para sus provechos personales; un movimiento social que se distinga por su empeño de transformar la sociedad y estabilizar la nación para hacerla agradable y sana para su pueblo y no un movimiento político que utilice a la gente para alcanzar el poder sin una clara disposición de dignificación social y moral.

En conclusión salvar a Venezuela lleva intrínseco superar los liderazgos negativos del chavismo/madurismo y superar la oposición falsa, y oportunista que se lucra del dolor del pueblo.


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