La relevante presencia en Venezuela de inmigrantes de diferentes procedencias ha contribuido  con la evolución de nuestra sociedad. Durante la época colonial, y hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de los inmigrantes europeos que llegaron a Venezuela fueron españoles originarios de las Islas Canarias, su impacto cultural fue significativo. Ya lo diría Arturo Uslar Pietri al afirmar: “La historia de mi país no se concibe ni puede escribirse sin que en ella ocupen largos capítulos los hombres de Canarias” (Arturo Uslar Pietri, Lecturas para jóvenes venezolanos, 1958)

En el siglo pasado, especialmente a partir de la década de los cincuenta, se estableció una política de puertas abiertas con el fin de desarrollar la economía, a través del incremento de las producciones agropecuaria e industrial, así como de la construcción con la ejecución de obras civiles de alta envergadura. El presidente Marcos Pérez Jiménez promovió la inmigración europea, de tal manera que en esa década más de 300.000 italianos llegaron a Venezuela, representando para la época el 7% de la población nacional. En 1952, fue importante la presencia de muchos italianos para desarrollar la Colonia agrícola de Turén, la más ambiciosa experiencia de este tipo jamás realizada en un país caribeño para entonces.

En el censo de 1961 los italianos formaban la comunidad europea más grande de Venezuela (delante de la española y portuguesa). En 1976 la Dirección de Estadísticas de Venezuela declaró que había más de 250.000 italianos provenientes de las diferentes regiones de la geografía de ese país, de los cuales más de 25.000 ya habían obtenido la ciudadanía venezolana. Y para los ochenta la escritora Marisa Vannini afirmaba que los ítalo-venezolanos (italianos y descendientes) superaban los 520.000, lo que representaba el 3% de la población venezolana. Santander Laya-Garrido estimó para principios del siglo XXI la presencia de casi un millón de italianos y descendientes de italianos. El embajador de Italia en Venezuela en 2010, señor Luigi Maccotta, indicó que entre 5% y 6% (1.500.000 o 1.800.000) de la población venezolana tiene origen italiano.

Durante el franquismo fueron muchos los españoles que eligieron a Venezuela como destino. Primero llegaron los hombres en búsqueda de trabajo, después vinieron los familiares, padres, esposa e hijos, para establecerse definitivamente.

En su libro Al suroeste la libertad, Javier Díaz Sicilia, venezolano nacido en La Palma, España, narra las historias de cientos de emigrantes clandestinos canarios que, entre los años 1948 y 1951, se vieron impelidos a salir al mar, por razones políticas, económicas o afán de aventura, en frágiles embarcaciones, veleros empleados inicialmente en la pesca entre las islas Canarias  y las costas africanas. Este contingente de inmigrantes españoles ha contribuido a que Venezuela se considere el país del mundo con la mayor población canaria, y es común decir, hasta en las islas, que “Venezuela es la octava isla de las Canarias”.  La comunidad gallega representa el segundo grupo de inmigrantes españoles, aparte de vascos, aragoneses, etc.  (Javier Díaz Sicilia, Al suroeste la libertad, 2003).

Según los datos del Padrón de Residentes en el Extranjero del Reino de España, de  fecha 1° de enero de 2018, Venezuela es el tercer país en número de españoles, detrás de Argentina y Francia.

En cuanto a la inmigración proveniente de Portugal en el pasado siglo, sólo algunos llegan al inicio de la primera guerra mundial, 1914. Se trata de una migración escasa, individualizada, o de pequeños grupos, espontánea, mayormente de la isla de Madeira, con intenciones de trabajar en los incipientes campos petroleros. La Segunda Guerra Mundial representa un período de interrupción de las actividades, de tal manera que una vez culminada la contienda, en 1945, comienza de nuevo la llegada de emigrantes europeos. El número de inmigrantes crece considerablemente, los portugueses ocuparon numéricamente la tercera posición, después de los españoles e italianos. De acuerdo al estudio realizado por Carvalho Arroteia, (Carvalho Arroteia, Jorge. A Emigração Portuguesa. Suas origens e distribuição, 1983) la mayor parte de los inmigrantes portugueses entre 1950 y 1959 procede de la isla de Madeira (56%) cuya capital es Funchal, y de Ponta Delgada; seguidos por los de Aveiro (30%), región central litoral del Portugal Continental, cuya capital es Aveiro; y el resto de Oporto (14%), región norte costera del Portugal Continental. Venezuela tiene la segunda mayor diáspora portuguesa en América, después de Brasil. (Emigração, Observatório da. «Observatório da Emigração», 2017).

La actual composición multicultural de la sociedad venezolana no es más que el resultado de la incorporación en el siglo XX de las numerosas migraciones procedentes de países cercanos y lejanos. Sin subestimar el papel de los inmigrantes de Latinoamérica, que han sido los más numerosos, así como los inmigrantes procedentes del Medio Oriente, los menos numerosos, el papel de los tres países europeos mencionados en la transculturación de la sociedad venezolana en el siglo pasado ha sido trascendental. La gran mayoría de los españoles, italianos y portugueses que llegaron a Venezuela han hecho vida estableciéndose para siempre, integrándose en forma definitiva, asimilando y aportando hábitos, usos y costumbres, incluyendo la gastronomía, de tal manera que han cambiado y asimismo han inducido cambios en la sociedad.

Venezuela ha representado históricamente una patria para los inmigrantes que buscaron  construir un porvenir provechoso. En particular, los europeos han encontrado en Venezuela mucho más que una fuente de empleo. Han constituido familias, han hecho vida. De manera tal que, esta tierra venezolana se ha convertido en lugar de encuentro de comunidades donde han nacido fuertes lazos de hermandad, uniendo las diversas características culturales, con la prevalecencia identitaria de la venezolanidad.


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