La emigración árabe hacia América Latina se inicia en la segunda mitad del siglo XIX. Los árabes que vienen son de Siria y Líbano, y después de Palestina. Llama la atención la llegada de árabes a estas tierras por dos circunstancias, primero el largo y difícil trayecto entre el Medio Oriente y el oeste de América, atravesando completamente el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, considerando las dificultades para navegar este derrotero en esa época. El segundo dato curioso es que, si bien los países americanos hacían entonces campañas para atraer mano de obra para la agricultura y la construcción de trenes, estas acciones nunca llegaron al Medio Oriente, siempre iban dirigidas a países europeos, especialmente Italia y España

A medida que avanzaba el siglo XIX la emigración de europeos hacia América Latina era cada vez más numerosa, y en toda Europa, especialmente en Italia y España, se comentaba mucho del fenómeno América. Al llegar la noticia al Líbano y Siria, no tardó en aparecer la corriente migratoria procedente de esos países, y luego de  Palestina. Esta emigración árabe se produce principalmente por causas económicas porque el Medio Oriente se encontraba bajo el dominio del Imperio Otomano, que estaba en franca decadencia, y padecía una tremenda crisis productiva en campos y ciudades, que obligaba sobre todo a los jóvenes a buscar alternativas en otros horizontes. “Hacer la América” era el slogan del momento, la intención era emigrar hacia algún país americano, trabajar algunos años, y regresar con suficiente capital para emprender un proyecto propio.

Hasta comienzos del siglo XX la emigración árabe hacia América Latina fue modesta. A partir de la primera década del siglo XX empiezan a aparecer oleadas de migraciones hacia Argentina, Brasil y Chile, esta vez por razones políticas, dado que se produce un hecho importante en el Imperio Otomano, surge en 1908 la Revolución de los Jóvenes Turcos,  rebelión que también fue causante del genocidio armenio de dos millones de personas entre 1915 y 1923. Este movimiento había prometido darles libertades y cierta autonomía a las provincias árabes, lo cual no se cumplió, surgiendo las protestas por parte de los nacionalistas árabes, con las consecuentes detenciones y ejecuciones. Esto motivó en forma determinante la emigración de los árabes. La emigración por razones políticas se incrementó más aun en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en la que el Imperio Otomano se había aliado con el Eje Central (Triple Alianza formada por las Potencias Centrales: Alemania, Austria y Hungría), países derrotados en la guerra.

A continuación una breve reseña del proceso económico por el cual transitaron algunos  exitosos inmigrantes árabes en América Latina.

Los países del cono sur americano requerían mano de obra para trabajar en la agricultura y la construcción de rieles, para lo cual Argentina y Brasil, tal como se mencionó, los traían desde  España e Italia, les pagaban pasajes, les asignaban parcelas para ser trabajadas, y les privilegiaban con créditos, semillas y herramientas. Los inmigrantes árabes no participaron en  ese proceso, llegaban por cuenta propia y lograban a duras penas sobrevivir. Se desempeñaron en una actividad lucrativa que los identificaría para siempre, procedían a adquirir mercancías para ser negociadas en los barrios y pueblos cercanos, iniciando así una ocupación que caracterizaría a esos inmigrantes y predominaría en ellos a lo largo del tiempo y en toda América Latina: fueron mercaderes ambulantes. Primero en las ciudades portuarias donde arribaban, se instalaban y permanecían allí cierta temporada, suficiente para lograr los primeros contactos con el país, la cultura, la lengua; después de la cual se aventuraban a desplazarse a las otras ciudades del interior, siempre como mercaderes ambulantes, “mercachifles” (vendedores de poca importancia) como los llamaban en Argentina, y posteriormente  “marchantes” como le decían en otros países como Venezuela. Luego descubren que las zonas rurales eran excelentes para su labor, por lo cual se trasladan a esas zonas, siempre como mercaderes ambulantes, donde lograron mucho éxito, primero por la facilidad del pago en pequeñas cuotas semanales, y luego porque en algunas zonas rurales aun no conocían la economía monetaria, y el trato incluso con los nativos era a través del trueque. Fueron los primeros en introducir en muchas zonas rurales los productos manufacturados, la mercería, zapatería, tejidos, etc.

La misma dinámica del negocio los motivaba a la instalación de pequeños negocios de ventas al detal, comenzando hasta en sus casas. Más tarde se extienden y pasan del detal al mayor, y se trasladan a las grandes ciudades, se convierten en comerciantes mayoristas, especialmente en el ramo textil.  Para los años 20 del siglo XX se destacan algunos grandes comerciantes  árabes que alcanzaron tan alto nivel económico que llegaron hasta fundar bancos. El Banco Sirio Libanés de Rio de Plata (1924) es un ejemplo. También incursionaron en el transporte terrestre, en los años 30 la familia Yates crea en Brasil la flota Crucero de Sur. Se organizan fundando las cámaras de comercio de árabes en Brasil, Argentina y Chile. En las décadas de 1930, gracias a la crisis mundial y 1940 debido a la Segunda Guerra Mundial, los árabes se proyectaron a la industria, especialmente la textil dadas las condiciones favorables de disponibilidad de mucha materia prima como lana, lino, cuero, etc. Se mencionaba que después de la Segunda Guerra Mundial los árabes manejaban el 90% de la industria textil en Chile, el 70% en Brasil y 60% en Argentina. (Akmir Abdelwahed, conferencia Casa América, Madrid, 2013).

Después de la Segunda Guerra Mundial, después de transcurridos 20, 30 o 40 años de su emigración a América, según la oleada migratoria en la que llegó, ya el inmigrante árabe empieza a ceder paso a la nueva generación. Sus descendientes se proyectan en las economías de los países con concepciones diferentes, más ambiciosas, haciendo carreras universitarias relacionadas con la economía y la ingeniería y jugando un papel importante en la industria pesada.

Como ejemplos de los grandes industriales descendientes de árabes en Argentina se destaca Jorge Antonio, quien fue el industrial más importante de América Latina, porque fue el brazo derecho de Perón, coordinador de sus planes quinquenales. Introdujo la industria alemana en Argentina y la extendió a toda América latina a través de la instalación de fábricas como la  Mercedes Benz, Hanomag (década de 1950),  Deutz-Fahr (década de 1970). Jorge Antonio de igual manera participó en la presidencia de Carlos Saúl Menen, también descendiente de árabes, a quien presentó a Perón en 1964.

A Chile emigraron la mayor cantidad de palestinos, Juan Yarur Lolas fue un empresario palestino que murió en 1954. Establecido primero en Bolivia y luego en Chile hasta su muerte,  se destacó por ser uno de los principales modernizadores de la industria textil en ambos países. Fundó Textil Yarur y Manufacturas Chilenas de Algodón. También participó en el campo financiero fundando en Chile el Banco de Crédito de Inversiones.

Jorge Hirmas y su hijo Nazir, de origen palestino también, fueron comerciantes e industriales con importante participación en el desarrollo de la industria textil chilena. Fundaron y dirigieron la Fábrica de Tejidos de Punto, 1937. El magnífico Palacio Hirmas, emblemática  construcción en el centro de la ciudad chilena de Concepción, posee la categoría de Inmueble de Conservación Histórica.

De igual manera en todos y cada uno de los países latinoamericanos también existen muchos nombres de descendientes de árabes que sobresalieron en la economía, industria y comercio en general. En Centroamérica se destacaron mucho en la actividad hotelera. En México no se puede dejar de mencionar a Carlos Slim, una de las personas más adineradas del mundo.

Es oportuno aclarar que este proceso de desarrollo y éxito económico en los descendientes de árabes en América Latina no ha sido general, al contrario sólo algunos lo han logrado, tal vez el 30%. Más del 70% no han pasado de ser simples comerciantes y han logrado cierta estabilidad y posición económica, o se han distinguido en otros campos, por ejemplo la política, que será objeto de otro futuro artículo.

 

 


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