No se pretende con este artículo restarle la debida importancia al informe emitido por la alta comisionada de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet con relación a Venezuela. Ya nos habíamos referido anteriormente a su controversial visita, así como a las opiniones encontradas que esta generó. No obstante, nos llevamos una gran sorpresa por el contundente contenido del informe, en el cual destaca fundamentalmente la desastrosa situación de los derechos humanos en nuestro país.

Recordemos  los puntos más resaltantes y claves de dicho informe: las graves violaciones de los derechos sociales y económicos, la implementación de leyes que de manera autoritaria han restringido los espacios democráticos, las muertes violentas a causa de la represión por las fuerzas policiales y militares del Estado, la migración forzada que se ha incrementado de manera importante desde 2018 hasta los actuales momentos, la persecución de aquellos que disienten y hablan con la verdad de lo que acontece en Venezuela, lo que ha incrementado el número de presos políticos y  sin derecho a la legítima defensa y, por supuesto, la grave situación sanitaria del país, la cual se deteriora de manera indetenible en todos los aspectos, sin tener en el horizonte más cercano una intención por parte del régimen de solucionar los  problemas prioritarios que han causado esta  grave crisis humanitaria.

Otros puntos claves se destacan en ese informe, todos relacionados con la  violación de los derechos humanos que impera en Venezuela. Sin embargo, así como generó mucho ruido en su debido momento, no solo en al ámbito nacional sino también en la comunidad internacional, incluso cuando fue presentado ante el Consejo de Derechos Humanos en la ONU hace más de un mes, en los actuales momentos pareciera que duerme el sueño de los justos.

Todas las recomendaciones de la alta comisionada fueron totalmente obviadas por el régimen. Incluso, pareciera que más bien intensificó sus tenebrosas acciones en contra de los derechos humanos y ha catalogado a la doctora Michelle Bachelet como una potencial enemiga. Preocupa también que  no se ha materializado una respuesta efectiva de la ONU.

Es indudable que el «gobierno» es el primer interesado en que este tema siga en el olvido, como está sucediendo en la actualidad. Ni siquiera por parte de la oposición se ha visto un seguimiento para que se lleguen a cumplir las recomendaciones emanadas del informe, aunque también nos planteamos que esto último es materialmente imposible mientras se  mantenga este sistema dictatorial en el poder.

Somos conscientes de que este informe tiene su origen de una resolución emanada del Consejo de Derechos Humanos, en diciembre del pasado año, el cual solicitó a la alta comisionada la investigación del cumplimiento de los derechos humanos en Venezuela.

Es obvio que las conclusiones y recomendaciones de dicho informe eran las esperadas, pero el Estado venezolano no ha cumplido -ni lo hará- lo que se le exige en cuanto al respeto de los derechos humanos, que es un compromiso de los países que integran el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU. En los actuales momentos Venezuela no es uno de ellos, pero se postuló para serlo a partir de 2020, algo un poco insólito. Ojalá la situación política para el próximo año sea otra, lo que anhelamos la mayoría de los venezolanos.

La situación se ha tornado mucho más compleja, tanto es así que se ha corrido la información a través de las redes por parte de personas confiables y creíbles que aseguran que los dos comisionados que quedaron en Venezuela en representación de Bachelet, después de su visita, ya no están en el país. Preocupa este silencio en relación con el polémico informe de Bachelet, ojalá sea temporal, sobre todo de parte de la ONU, pues se espera una actualización con el debido pronunciamiento el próximo mes de septiembre. Pero angustia aún más que no haya reacción y repuestas efectivas para  acabar con el sufrimiento de la mayoría de los venezolanos con relación a la pérdida de los derechos humanos más fundamentales.

Activistas y defensores de los derechos humanos mantienen cifradas sus esperanzas en el Informe Bachelet. El Grupo de Lima en su última reunión se basó en dicho informe para discutir la situación de Venezuela. No obstante, no nos contentamos por el ruido que pudiera generar sino por las acciones y  soluciones efectivas que pudiera ocasionar, sobre todo de la ONU, para acabar con el padecimiento y la angustia del pueblo venezolano

 


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