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En la sociedad actual la mayor parte de las veces aceptamos que ella no funciona correctamente de acuerdo con la mayoría de los valores de la civilización porque lo asociamos a resultados cuyas causas no llegamos a identificar acertadamente; obviamente, nos referimos a la situación política venezolana y a la abulia de su población para salir de un régimen que ha secuestrado a todo un país y lo ha puesto al servicio de otros enemigos de los sistemas democráticos.

De las variables que forman parte de esa complejidad de la sociedad surge el concepto de libertad como un valor preciado el cual asociamos a la independencia de nuestra individualidad, prosperidad libre y la paz. Esa característica es un valor que se extiende a todas las culturas, muy a pesar de la diversidad y desigualdad y sobre la cual se ha puesto la máxima capacidad y talento en la búsqueda de una aproximación a la utopía de la libertad plena. Si examinamos el tema dentro del entorno de la psicología social, la valoración de esa libertad no podemos alcanzarla a plenitud debido a las limitaciones que se han impuesto regímenes antidemocráticos en diferentes gradientes del comportamiento social.

Si abordamos el tema con las herramientas adecuadas para lograr la satisfacción de disponer de libertad para vencer la desesperanza y limitaciones para adquirirla, aunque fuese de manera limitada y, de no continuar con el reclamo inútil o el resentimiento, nos obliga a resistir debido a las circunstancias particulares de una dictadura que han puesto en peligro la libertad. La sociedad se enfrenta a la pérdida de ella con una postura de carácter especialmente ético, la cual valoramos muchísimo en el país dada la circunstancia a la que estamos acostumbrados y apegados a la ley, muy a pesar de que el régimen la desprecia, y probablemente por ello, nuestras acciones no funcionan, o no hacemos nada, o bien poco para preservarla frente a un régimen que tiene fines totalmente egoístas de dominación y va en contra de la sociedad misma.

Un elemento complementario a la pérdida de libertad, a la humillación a la cual somos sometidos y a la desesperanza que nos invade, es la tolerancia hacia las imposiciones del régimen, que no compartimos, sino que la rechazamos en la exacta medida que afecten nuestras vidas y propiedades; sin embargo, la abulia nos hace caer en la sublimación para nuestra desgracia, y es lo que el régimen está logrando con sus peculiaridades en el uso del poder. Por supuesto, hay que incluir la conducta de un liderazgo precario que por egoísmo no puede ni desea el desarrollo de la libertad e interviene con procedimientos inadecuados para ayudar a gobernar de manera absolutamente autoritaria.

Ese cuadro es reforzado con métodos de la psicología social, pensada cuidadosamente para mantener la dominación como una especie de teoría del control social, usada con frecuencia por Rusia para intervenir elecciones democráticas. Por supuesto, la misma es usada por el régimen para consolidar una fachada cuasi democrática con el objetivo de confundir y quebrar moralmente al venezolano. Esa metodología permite que a través de los medios adecuados se puede hacer converger información falsa que lleve a tomar decisiones “voluntarias” especialmente electorales, influenciadas y, basadas en emociones, en una especie de combate asimétrico no convencional que se ha dado en llamar guerra de información.

Rusos, iraníes y cubanos, expertos en desestabilización y caos, han aprovechado la expansión exponencial de los medios y redes sociales para volcar sobre Occidente un modelo ultrasofisticado para atacar principalmente a las democracias como institución, pero sobre todo a Estados Unidos influyendo en las elecciones, escenario perfecto para poner en práctica la desinformación porque, son los indecisos o los independientes quienes terminan inclinando la balanza al ganador, y es precisamente sobre los indecisos donde es más fácil inducir percepciones que lleven a tomar decisiones asociadas a los objetivos del régimen. Un ejemplo claro del asunto es la planificación de las elecciones parlamentarias en Venezuela basadas en esquemas ilegales, violatorias de toda normativa y el apalancamiento de asociados políticos con carácter oportunista y de conveniencia, ligado a una campaña de información falsa que inunda los medios preparando el terreno para ablandar la resistencia contra las directrices del régimen. La respuesta institucional apegada a la ley y a convenios internacionales solo responde con comunicados inútiles.

Un ejemplo adicional se refiere a las elecciones bolivianas de la última semana, en las que el gobierno de transición no hizo su trabajo, no cambió el aparato electoral manteniendo sistemas y procedimientos fraudulentos que dieron al traste de un presidente usurpador, pero que su partido apoyado en la desinformación y el control de dicho aparato usa a una encuestadora en particular financiada por connotados asociados al régimen venezolano, los cuales difundieron información de resultados basados en entrevistas a electores a “boca de urna” y proclamaron en un alarde publicitario sin precedentes a un ganador en primera vuelta, sin que se hubiese avanzado en el conteo formal que en ese momento no cubría la formalidad de los votos escrutados. El manejo de la información fue tal que proclaman extraoficialmente a un ganador usando un método cuestionable, no legal, y la oposición lo acepta anticipadamente, y lo más grave es que instituciones y gobiernos interesados lo proclaman y validan sospechosamente de la manera más descarada y lo concretan como hecho cumplido.

La información masiva basada en los medios sociales convierte los procesos electorales, que son por naturaleza vulnerables, en un medio de manipulación para dañar las democracias, de allí el interés de Rusia de intervenir en el proceso norteamericano, no tanto para que gane uno u otro, sino para desestabilizar el sistema y sus instituciones favoreciendo la polarización de la sociedad e inducir que se destruyan afectando a las democracias que están diseñadas sobre la base del consenso, la justicia y el respeto de las minorías.

Venezuela ha sido un campo de experimentación de la desinformación, el uso del efecto espejo, y de las redes sociales, empezando por la técnica de construir un modelo binario, es decir, nosotros como enemigos contra patriotas, modelo basado en la información y la desinformación. Instituciones formales contra otras creadas por decretos, todo ello ha roto el tejido social del país sin escrúpulos para la exterminación de los  opositores resistentes y privilegiar los  intereses oficiales que ya ni siquiera son puramente ideológicos, sino de intereses comerciales en beneficio particular de las grandes organizaciones criminales y de paso, favorecer la apropiación empresarial, institucional y planear el apoderamiento de países democráticos con fines expansionistas, dominación, imposición del modelo  comunista y finalmente, el apoderamiento  de las almas de una sociedad que se ve contraseñida, engañada, sometida y finalmente convertida en borrego de intereses malignos, controlado por sectas de género, de raza, del narcotráfico y de los grupos militares que con las armas no solo someten, sino que nos humillan, especulan y controlan.

No sé cómo llamar el uso de las redes sociales con los fines mencionados, y de las interesadas políticas empresariales transnacionales de los sistemas informáticos, probablemente “blogging”, que permite fijar tácticas donde cada información es controlada y los argumentos o razonamientos simplificados provocan un argumento en contra y a partir de ahí se genera un efecto polarizante, es decir, opinión y contraopinión, seguidores y detractores, contribuyendo de esta manera a la confusión como un arma poderosa del posmodernismo ejecutada contra los  gobiernos democráticos y en detrimento de la libertad individual complementadas con redes de agitación, propaganda, subversión y terrorismo de nodos organizados que desarrollan actividades legales o ilegales, legítimas o criminales, caritativas o terroristas, en una red global que extiende círculos concéntricos de influencia del socialismo en sentido amplio. El tema electoral calza a la perfección sobre dichas estrategias con fines de dominación centradas en el interés económico de poseer grandes recursos para manejar el mundo, los intereses de sus gobiernos y el lucro criminal personal para influir con el poder monetario sobre los demás y someter a la sociedad a sus designios. Ese es el desiderátum que hay que vencer para poder avanzar y contribuir a recuperar la libertad.


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