La propuesta de Guerra Terrorífica de Exterminio Masivo tuvo, históricamente, dos genios-pioneros: Fritz Haber (alemán, 1868-1934) y Shiro Ishii (nipón, 1892-1959). El primero entre los mencionados fatigó su existencia en la invención de armas químicas, que justificó con un axioma macabro que redacto a mi manera: la muerte es solo consumación de un hecho que adviene inevitable, el medio para infligir daño carece de importancia.

No me extraña que haya sido galardonado con el «Premio Nobel de Química» (1918), el cual habría merecido por sus investigaciones relacionadas con la elaboración de fertilizantes a base de nitrógeno. Su esposa Clara Immerwahr se suicidó avergonzada por los servicios criminales de su compañero, durante la primera conflagración mundial, donde se usó el gas cloro [Bertholita] con propósitos de matanzas a gran escala.

En cuanto al científico Shiro Ishii, fue encargado por el Ejército Japonés para idear y emprender ataques biológicos. Experimentaba con prisioneros de guerra. Les inoculaba variedad de patógenos para observar reacciones, dimensionar las consecuencias y hallar antídotos o fortalecer su letalidad.

Diríase que fue menos inhumano lo que hacía el italiano Giovanni Aldini (1762-1834), pariente de Luis Galvani[el vocablo «galvanizar» procede de su apellido] persuadido de lo siguiente:electricidady existencia están estrechamente relacionados. Conectó cadáveres de personas y animales a baterías, provocándoles bruscos movimientos [fuente: https://www.xataka.com/historia-tecnologica/ojo-estos-10-cientificos-si-que-eran-peligrosos]

Durante aquellos días, mi presunto antepasado escritor Andrew Ure (también geólogo y químico, escocés, 1778-1857) solía comprar, clandestinamente, cuerpos de recién fallecidos para intentar resucitarlos aplicándoles electricidad. Invitaba amigos o seguidores de sus estrafalarias y macabras prácticas, para que, en caso de tener éxito, les sirvieran de testigos de un imposible hallazgo médico-científico. Para los hombres proclives dedicarse a la investigación científica, lograr antídotos contra enfermedades o inventar tecnologías que pudieran resultar maravillosas, la ética es irrelevante. Los medios o métodos no deben ser cuestionados.

La humanidad todavía lidia sujetos como Fritz Haber y Shiro Ishii: porque el hombre sabe que fue, es y será incorregible. Se odia, busca golpear a su prójimo, pero, siempre con el propósito de tomar ventaja. Sobrellevar una vida ostentosa y ejercer poder sobre grupos de individuos.

En el curso de los años 2020-2021-2022, hemos sido testigos de manipulaciones de masas que instituciones como la Organización de Naciones Unidas urden en perjuicio de la paz y quietud mundial. La fortísima presencia de científicos al servicio del caos ha provocado un descalabro en sistemas financieros de sectores focalizados, esos que siempre objetivos de explotación y prácticas sanitarias abominables.

La casi totalidad de los habitantes de la Tierra ignora, escucha sin objeciones, obedece. Las poblaciones son fácilmente arreadas porque ser rebaño les parece cómodo. Recuerdo propagandas en las cuales se sugiere a consumidores dejar que publicistas piensen por ellos. Ciertos hombres cultos conceden que la Civilización declina ante obcecados por el hedonismo, pariente del poder financiero-político-militar-científico que sustancia la fenomenología de la tragedia inducida.

@jurescritor


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