Las empresas propietarias de grandes marcas del lujo han ido más lejos que poner sus barbas en remojo. Están planificando una reducción sustantiva de sus actividades industriales y comerciales y tienen sus ojos puestos en China, más que en ningún otro país, por la significación de ese mercado para sus ventas.

Dos elementos se dan de la mano: el recorte de gasto del individuo de la calle en el gigante de Asia es de enorme talla. Es la actitud más generalizada en el mundo de cara a una crisis como la actual, pero lo es mucho más dentro del colectivo chino. El segundo elemento es que, por ejemplo, en el subsector específico de bebidas espirituosas y del vino, el descalabro del negocio será aún mayor, pues desde hace más de tres meses sus cargas con destino a las ciudades de la geografía china permanecen detenidas en los puertos del gigante.

Las cosas no venían bien para este mercado de bienes suntuarios desde hace un tiempo. Pero, a pesar de todo, el año pasado el consumo global del lujo había crecido 4%. Lo relevante es que el mercado chino de estos artículos se expandió en ese mismo año 26% hasta ubicarse en las inmediaciones de los 1.300 millones de dólares. Esto había jalonado el total y se esperaban muy buenas noticias para 2020. Es bueno saber que la tajada china de esta cifra en relación con el resto del orbe quita la respiración: cada chino ha estado consumiendo en artículos de lujo 3,8 dólares de cada 10 que son vendidos a escala planetaria. Para el año 2020 las estimaciones del volumen del mercado global del lujo se ubicaban en 4.400 millones de dólares, de los cuales 1.700 corresponderían a China.

Dentro de estos, uno de los sectores muy duramente impactados es el del negocio vinícola europeo, dedicado en buena medida a  producir para ese mercado de Asia convertido desde el año 2014 en el mayor consumidor de vino tinto del mundo. Aseguran algunos estudios que hay un vínculo psicológico de los chinos con el consumo de vinos tintos por la relación cultural de la buena suerte con el rojo. En todo caso, es un hecho conocido que los negocios en China  de LVMH, asi como Diageo y Pernod Ricard les reportan 30% y 10% de sus ingresos.

El resto está por venir y la incertidumbre se siente en el ambiente del inversionista que ha paralizado cualquier movimiento en relación con ese mercado. Es lógico pensar que, tras la suspensión de todos los shows y ferias vinícolas programadas para 2020, el panorama no luce prometedor. Diageo, por solo citar uno de los afectados, ha advertido que la contaminación del coronavirus en China y en la región del Pacífico asiático representará un golpe a sus beneficios en el orden de los 260 milllones de dólares, ocasionado por el cierre de bares y restaurantes.

Pero hay buenas noticias para la colectividad. Algunas de las empresas que nutren el mercado asiático de este tipo de artículos están usando su músculo para hacer un significativo aporte social en favor de los países en donde operan. Para muestra un botón: el grupo multinacional líder del lujo en el planeta, LVMH (Louis Vuitton, Möet y Hennessy) está donando a 39 hospitales franceses de atención pública miles de litros de gel hidroalcohólico producido en tres de sus plantas industriales sobre suelo galo. Las instalaciones reconvertidas son las que se utilizan para la producción de los perfumes y cosméticos de las marcas Christian Dior, Guerlain y Givenchy,


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