Liderada la iniciativa por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se ha propuesto un tributo a las empresas de contenido digital.

El punto de partida de la OCDE es que las grandes empresas tecnológicas están explotando un vacío en la legislación tributaria global para pagar menos impuestos de los que deberían, en los países en los que operan. En el caso de la Comunidad Europea, un recurso que utilizan es tener la oficina central en países de bajos impuestos, como Irlanda o Luxemburgo.

Muchos países quieren tener o tienen ese impuesto digital, pero en la OCDE (y recientemente en el G20) concuerdan en que se necesita una concertación y coordinación global para resolver de mejor manera el problema.

Básicamente, en primer lugar, la idea es que los gobiernos nacionales puedan gravar a las empresas que vendan bienes y servicios en sus territorios, aunque no cuenten con presencia física en ellos. En segundo lugar, se quiere limitar que las grandes empresas tecnológicas puedan tributar los beneficios en otros países con impuestos más bajos, algo de lo que en Europa se ha beneficiado especialmente Irlanda. ¿Cómo hacerlo? Incluso aunque las compañías puedan desviar esos fondos, tendrían que pagar un impuesto mínimo en el país donde se haya generado la cifra de negocio.

La intención es que las grandes multinacionales en su actividad digital, encabezadas por Google, Amazon, Facebook y Apple —conjunto conocido como GAFA— paguen también impuestos en aquellos países donde no cuentan con presencia física o esta es meramente testimonial. De esta forma, se intenta minimizar el impacto de la ingeniería fiscal tras estas grandes corporaciones, que terminan tributando en aquellos Estados donde el agregado impositivo es menor.

Las plataformas que entrarían serían: el comercio electrónico (como Amazon); las operaciones entre particulares a través de plataformas que ofrecen un servicio de red de consumo (como AirBnb) y la compraventa de datos de usuarios residentes, aunque la información sea vendida a países externos a la institución (como Facebook).

El GAFA sería impuesto a las grandes empresas del sector digital, basado no en los beneficios sino en el volumen de negocios.

En ese contexto, Francia se convirtió en el primer país en crear un impuesto dirigido a las grandes tecnológicas. Es una tasa de 3% que aplicará a empresas que vendan publicidad digital o hagan comercio electrónico. Solo pagarán aquellas compañías que facturen más de 845 millones de dólares a escala global o 25 millones de euros en Francia. Es un impuesto a las grandes empresas del sector no en lo que se refiere a sus ganancias, a veces consolidadas en países con muy baja fiscalidad como Irlanda, sino a nivel del 3% de la facturación hecha en Francia, especialmente en publicidad en línea, venta de datos para fines publicitarios y puesta en relación de los internautas por parte de las plataformas.

Francia está en los primeros lugares, entre los países desarrollados, en carga fiscal a las empresas, con aproximadamente 35% (Bélgica 33 % y México 30 %). Realmente lejos del Reino Unido (19%) o Alemania (21%). La reforma Trump de diciembre de 2017 remitió el impuesto máximo sobre las ganancias (21%) para hacerla congruente a la media de los países de la OCDE. Esta reforma también estableció un impuesto único de repatriación de beneficios de filiales en el extranjero (8%).

Las multinacionales americanas habían acumulado 3.000 millardos de dólares en el extranjero, con una gran parte en filiales situadas en paraísos fiscales. La ley alentó de esta manera a las empresas a repatriar a Estados Unidos, en este caso a tasas muy bajas.

De allí es que viene el boom de la economía y la bolsa en Estados Unidos, así como el alza de márgenes de ganancias, salarios y recetas fiscales.

Hay que seguir con atención el desarrollo los pasos de la OCDE para establecer un impuesto digital. La importancia del impuesto GAFA radica en el precedente que sentará en el mundo. Reino Unido ha impulsado un proyecto de ley similar con el que busca establecer un impuesto del 2% sobre estas empresas. De igual forma, en España e Italia se están realizando proyectos de ley para acrecentar sus recursos tributarios por medio de este tipo de impuestos. Por ahora Francia va sola y veremos los resultados de un impuesto de esta naturaleza, incluidas las posibles represalias comerciales por parte de Estados Unidos.

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